La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en el artículo 35 deja muy claro el derecho de cualquier ciudadano mexicano a poder competir en unas elecciones. Las excepciones las deja perfectamente señaladas y son muy pocas: un mínimo de edad, nacionalidad, residencia, capacidad civil y no haber sido sentenciado penalmente. Sin embargo, los partidos y sus representantes en diferentes legislaturas se dedicaron mediante las leyes secundarias derivadas del artículo 35, a poner una serie de trabas y candados que les hicieran la vida más cómoda y feliz, pues ya estaban cómodamente echados sobre todos los cacahuates y dulces de la piñata conocidos como "prerrogativas" : mucho dinero destinado a mantener los hogares y niditos partidistas, facilitando el día a día de su mantenimiento y parte del gasto de las borracheras electorales.
Los primeros candados se empezaron a construir desde 1946 y llegaron a ser tan grandes, que antes de la última reforma electoral construida en 2013 y publicada el 10 de Febrero de 2014 en el Diario Oficial de la Federación, ningún ciudadano podía competir por ningún puesto de elección popular si no era militante de un partido o por lo menos invitado a registrarse de parte de alguno. Jorge Castañeda Gutman no pudo contender para presidente de la república en 2006 debido a esos caprichos, miedos y abusos de quienes controlaban la ejecución de leyes en nuestro país: los dueños de los partidos. Dio una larga batalla en tribunales locales y luego en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Obtuvo un fallo parcialmente a favor, pero el logró más importante fue posicionar el tema en la agenda política mexicana que derivó en la reforma de 2013-2014, en la que se abrió de nuevo la puerta a las candidaturas independientes, mal llamadas "ciudadanas", porque ciudadanos somos todos, con partido y sin él. Estas candidaturas son simplemente independientes y la ley federal permite su registro, con ciertas condiciones, fuera de un partido político.
En las elecciones federales de junio de 2015 hubo varios fenómenos y triunfos de candidaturas independientes para diputados locales y federales, algunas presidencias municipales y la muy famosa candidatura independiente para gobernador de Nuevo León de Jaime Rodríguez, "El Bronco". Si bien las leyes siempre son perfectibles y por lo mismo no son estáticas, el fenómeno independentista ha espantado a varios grandes jefes de partidos políticos y gobernadores que el año que viene enfrentarán elecciones en sus estados, así que juntaron a sus diputados locales sin distinción de partido, raza, credo o principios, y les animaron a que hicieran unos trajecitos a la medida de sus preocupaciones del año que viene. Así que Tamaulipas, Puebla, Aguas Calientes, Chihuahua y Sinaloa sacaron tela de donde cortar y han añadido algunos candados de muy discutible constitucionalidad a sus legislaciones locales.
Cuando las cosas son de buena fe, se ventilan y se discuten de todas las maneras posibles. No sé en otros estados, pero aquí en el de Puebla, con muy poca discusión, el sábado 22 de Septiembre, una mayoría de la que a última hora se retiró el PRI, aprobó condiciones más duras para registrar candidaturas independientes que para la creación de un nuevo partido o la conservación de un registro. Para conservar un registro un partido necesita obtener el 3% de los votos válidos emitidos, ojo, no del padrón completo. Así que si en una elección votan la mitad de los electores registrados en un padrón de, digamos, tres millones de electores, los votos sumarían un millón y medio. El 3% de un millón son los 45 mil votos necesarios para conservar el registro. Pero para ser candidato independiente para gobernador, de acuerdo a las nuevas modificaciones, el contendiente necesitará el 3% de las firmas del padrón completo, o sea, el doble que para conservar el registro. Si se quiere formar un partido nuevo, se requerirá el 1% de las firmas del total del padrón, o sea, 30 mil firmas. ¿Entonces qué mosca les picó? ¿Por qué a la creación de partidos se les ponen pocos candados y a las candidaturas independientes muchos más? Se han dado cuenta ya de que los partidos nuevos y viejos están atorados y no motivan a la ciudadanía, más interesada en este momento en lo novedoso de las candidaturas independientes.
Reformar, adecuar o renovar leyes debería ser normal, pero es el método y el fondo de los porqués de la reforma aprobada por el congreso poblano el sábado 22 de agosto pasado lo que muchos no acabamos de entender, a menos que pensemos mal. Los candados perjudican a los verdaderos independientes y permiten que los grupos de poder ocultos detrás del dinero o los partidos sí puedan reunir los requisitos para lanzar candidaturas disfrazadas de independencia. El mismo grupo político puede tener candidatos por dentro y por fuera. Miren este candado: para registrar una candidatura independiente a gobernador se requieren 130 mil firmas de aceptación de promoventes, pero tendrán que ir personalmente a un consejo distrital a poner su huella, llevar la credencial y firmar. No se vale juntar firmas en solo ciudades grandes, tienen que estar repartidas por todo el estado. No se vale que alguien le lleve el formato a firmar a una persona a su casa. Las 130 mil personas que son el 3% del padrón poblano de 4.3 millones de votantes, tendrán que ir a firmar a una junta distrital en un plazo de muy pocos días. Todo eso requiere de dinero y poder, y el dinero y el poder ya sabemos donde abunda. Según mi marido, que es un agnóstico de la actual democracia a la cual cataloga como demagocracia engañabobos, dice que qué bueno, que para qué queremos tanto candidato. Que lo malo abunda. Que para qué tanto partido y tanto postulante, con partido o sin él. Que medio partido sería bueno, y ninguno, mejor. No me dijo si sugiere que se elija a los gobernantes por rifa, como en Morena a sus candidatos. Yo no creo ni que qué bueno, ni que qué malo, solo creo que las modificaciones que se hagan no deben, por principio de orden, contravenir los derechos que la constitución otorga. Tampoco deben hacerse ajustes para que las cosas sean más cómodas, manejables y ventajosas para los hombres del poder en Puebla, en Chihuahua, Sinaloa, o donde sea, el año que viene. Hubiera sido bueno que Puebla sentara un precedente en que de fondo se buscaran reglas más justas y mejores de competencia, sobre todo, más baratas. Pues no. Nos madrugaron con esa reforma que el panismo casi en pleno votó a favor, y que según el nuevo presidente del PAN, Ricardo Anaya, "se extralimita un poco”. ¿Qué tanto es tantito para el niño ni tan niño con facha de aplicado que es Anaya? ¿No podría animar y convencer a su bancada en Puebla a echar abajo la "poca extra limitación? Manlio echó para atrás a los priistas locales de Puebla al día siguiente de su elección como presidente del PRI con la frase que ya había usado antes de "Bienvenida la competencia." Esperamos que no sea porque esa competencia será fácil de armar para él o su grupo. Por lo pronto, los priistas locales se tuvieron que tragar la defensa que habían hecho de los candados en días anteriores. De los otros partidos en Puebla de momento no se oye ni un murmullo.
Justo sería que a nivel país se repensara todo el tema. Por lo pronto un grupo de personas interpusimos el 27 de Agosto pasado un recurso para defender nuestros derechos políticos ante el Congreso del Estado de Puebla, y el 28 de Agosto ante el Tribunal Federal Electoral. A saber si lograremos algo para quitar las extra limitaciones constitucionales en las que incurrió nuestro congreso. En teoría, gobernantes y gobernados somos iguales ante la ley, así que solo ese camino me parece correcto y eficaz. La pura protesta sin acciones jurídicas se la lleva el viento.
La tarea nacional a mediano plazo sería desaparecer las candidaturas plurinominales, porque ya no tienen razón de ser; disminuir el número de diputados y senadores, recuperar el respeto total a los derechos constitucionales y al principio pro-persona en las legislaciones locales, sin más trucos ni trapacerías; menos dinero a los partidos, debates obligatorios y por temas, y desde luego, segundas vueltas en elecciones presidenciales y estatales en las que no se alcance un mínimo porcentaje para ser electo, pues con tantos partidos, los logotipos ya parecen confetis en las boletas electorales y lo que se ha logrado es dividir y confundir más a una sociedad de por sí muy desarticulada.