• Inés del Rio/Taller de Periodismo Narrativo
  • 24 Abril 2014
".$creditoFoto."

Un aniversario más de la ciudad, y no hay más que ceremonias y programas especiales de tv o radio donde hablan del nombramiento de la Ciudad de Puebla, de quién contribuyó para su fundación, etc. Sí, supongo que es importante que todos los poblanos conozcamos nuestros orígenes.¿Y si miro más cerca?, ¿cómo era Puebla algunos años atrás?, ¿cómo la miran las personas mayores, mis padres, por ejemplo, o los viejos que se encuentra uno en un parque?

            Un aniversario es un año más de cambios, y visto de esta manera, las generaciones recientes pueden decir que no hay muchos. Pero seguramente en unos años más se notarán a simple vista. Las cosas están siempre en constante transformación y a veces sólo puede ser percibido con el paso del tiempo. Pienso que pasa lo mismo con Puebla; está en constante transformación y los poblanos perciben o se dan cuenta de que el tiempo cambia la percepción de las cosas y en algunas ocasiones guardan en sus memorias momentos que en un principio parecían cotidianos en su vida. Las carreteras, las calles, las casas, los centros comerciales, el transporte, las escuelas, los juegos  e incluso las familias, ya nada es lo mismo.



Foto tomada del portal Puebla Antigua (https://www.facebook.com/media/set/?set=oa.701967549824050&type=1), del álbum Mercado de la Victoria y la calle de Los Gallos,

 

+++++.

           

            La señora Laura, con 51 años de edad, da cuenta de cómo era antes vivir en Puebla:

Recuerdo cuando iba caminando al Alfa 3. Salía casi todas las tardes con mis hermanos de mi casa que estaba en Vista Hermosa Álamos. Atravesábamos los campos de Amalucan, lo que a hoy es Ciudad Satélite. También pasábamos por la Joaquín Colombres. Más adelante por el Seminario Palafoxiano y después empezaba la Colonia Magisterial, según decían que era una colonia para puros maestros y para entonces, apenas se estaba poblando. Lo único establecido era la Pepsi, puras fábricas y el camino al Bosque de Manzanilla, que ya no existe. Supongo que ahora son casas.   Finalmente, ya para llegar al Alfa, atravesábamos un carril  de árboles de álamo. Nos la pasábamos ahí toda la tarde y de regreso nos gustaba jugar con las piedras. El juego consistía en aventarlas y a quien le atinara a una de las piedras que aventábamos lo teníamos que cargar en los hombros hasta la piedra que había golpeado. Recuerdo que de regreso nos daba miedo pasar por la Magisterial; porque a veces salía un enanito y nos correteaba.

            En cuanto al transporte, recuerdo “el garita”, era el camión que pasaba por mi casa y siempre se llenaba. Antes no había muchos transportes, eran unos cuantos y para tomar el camión tenía que llegar a tiempo, pues de no ser así, se me hacía bien tarde porque no pasaban muchos, de hecho era la única ruta que entraba a estas colonias y más o menos cada 20 minutos  pasaba. De la colonia al centro pasábamos por el campo de tiro, lugar donde los soldados practicaban. Luego por el puente de la Providencia, junto a eso estaba la fábrica de Sabritas y enfrente la fábrica del Pascual Boing y la Lulú. Después se seguía sobre la 14, hasta llegar al puente de San Francisco sin antes pasar por el Alto donde ahora es Garibaldi. Así llegaba al centro.                     

            Cada que paso por La Victoria, ahora un centro comercial, recuerdo a mi mamá escogiendo la mejor verdura, y aunque a mí no me gustaba ir mucho al mercado, a éste sí. Era el único mercado grande. Del lado de la 6 poniente era “la entrada de los gallos”; nunca se me ocurrió preguntar por qué le decían así. En esa entrada  vendían la cemita que te la daban en bolsas de papel de estraza  y las aguas de limón con nieve que  eran muy ricas y verdes. Creo que era mi entrada favorita. Cuando se acercaban las fechas decembrinas, en la calle de la 6 poniente vendían los “dulces de colación”, el cacahuate y la fruta para llenar las piñatas. Era bonita esa calle y ese mercado. También tenía salida por la 4 y la 8 Poniente. Para mí era un enorme mercado y no me separaba mucho de mi mamá porque siempre temí perderme. 

            Otro lugar que recuerdo es la Cancha de San Pedro, era muy concurrida, pues había función de lucha libre todos los domingos a partir de la 6 de la tarde. Ya en el centro, había varias salas de cine, entre ellos el Continental 70, el Variedades que ahora es una tienda de telas, el Cine México, el cine Puebla, el Constantino, el Guerrero y el que aún funciona, pero ya no como antes, es el Colonial. De este último me contó mi mamá un día, que hace años tenía mala fama y las mujeres decentes no podían pasar por esa banqueta, tenían que bajarse o atravesarse la calle.

Pero lo más famoso en Puebla era el Paseo Bravo. Había varios animales; era un zoológico y a mi papá le gustaba llevarnos ahí. Mucha gente se tomaba fotografías.

Cuando me enfermaba, mi mamá me llevaba al Seguro Social. Estaba en el portalillo, enfrente del Teatro Principal y era la única clínica céntrica del Seguro Social que existía y la conocían como la Cínica del Portalillo. Siempre estaba llenísima y para alcanzar una ficha, mi mamá se formaba a las 6 de la mañana.

            La Constancia es otra de las cosas que recuerdo, pues mi papá me contaba que vivía ahí porque era hijo de trabajador. Era una fábrica textil grande y le gustaba cortarnos cuando él ayudaba a hacer las cuentas para las rayas de los trabajadores. Decía que escogían a los estudiantes más destacados en matemáticas y se enorgullecía cada vez que lo contaba. Cuando pasábamos por ahí, eran puras ruinas, estaba abandonado. Recientemente ahora es una escuela de música.   

Lo que un día me sorprendió fue cuando entré a la Preparatoria Zapata, para entonces no sabía que ya era una Prepa de la BUAP. Buscaba un libro para mi hija que estaba estudiando la preparatoria y cuando entré, de golpe llegaron los recuerdos de lo que antes era el Instituto Washington. Ahí había estudiado durante 3 años.

Eso es lo que más recuerdo de la Puebla de antes. Nada parecida a la de hoy con tanto tráfico, edificios y escasamente campos. Cada vez crece más y cada vez nos conocemos menos.

 

Para generaciones más recientes, Puebla son las chalupas, el mole, las cemitas, las señora de la 5 de mayo que lee la mano, el señor que toca música en esta misma calle y viste de trajes brillosos y muy particulares, las tradiciones, las leyendas, los globeros, los puestos de periódicos, las iglesias, etc. Para ellos no les queda más que describir lo que nos identifica como poblanos.

Finalmente, creo que a pesar de los años hay cosas que no cambian, pues en algunos lugares se conservan algunas tradiciones como la procesión del Señor de las Maravillas en la Semana Santa.

 



Click HERE is best bookmaker in the world.
Offers Bet365 best odds.
All CMS Templates