Bergoglio en México
¿Qué esperar del Papa Francisco, Jorge Bergoglio, en su larga visita a México de la próxima semana? ¿Una “visita pastoral” o una “visita política”?
¿Veremos un Papa que sólo reza, conforta y reenciende la fe de sus ovejas? ¿O también a un Papa que habla de las dolencias terrenales que aquejan a su grey?
Espero que haga las dos cosas, y creo que las hará. Tendría que ser otra persona, otro Papa, para hacer una visita pastoral y no meterse en las cosas de este mundo.
Hace varios meses intenté en esta columna una reflexión sobre la vocación jesuita , visible en Bergoglio, de “estar en el siglo”, de ser parte activa de su tiempo.
Este fue el santo y seña de la Compañía de Jesús: no recluirse en los conventos sino salir al mundo, como el ejército que requería la iglesia: la Compañía de Jesús en el sentido solidario pero también militar de la palabra.
Bergoglio pareció desde el principio un hombre de su tiempo, un hombre en su siglo, verdadero hijo del linaje de la Compañía de Jesús.
Sorprendió al mundo, no sé si también escandalizó a su grey, tomando posiciones liberales en algunos de los dilemas morales más complicados para la Iglesia de Roma.
Levantó los velos de la impunidad sobre sacerdotes y dignatarios católicos manchados indeleblemente por diversos géneros de abuso infantil.
Levantó también las mallas de la discriminación en contra de los homosexuales, que a los ojos de Bergoglio no son sino otra parte sufriente de su iglesia, con sus derechos espirituales a salvo.
Readmitió en la grey católica a los divorciados, hasta ahora excluidos de ella.
Hizo la encíclica de mayor calado y pertinencia no sólo en torno al cambio climático como un problema global, sino en torno a la dimensión moral que implica la carrera autodestructiva del consumismo.
Autorizó la absolución sacerdotal para mujeres que llevan en su cuerpo la herida del aborto.
Bergoglio ha estado estado en su siglo con elocuencia, valor y generosidad. Creo que hablará de las cosas del César tanto como de las cosas de Dios.
Es un papa de su tiempo, yo quisiera oírlo repetir todas sus audacias temporales en México.
Bergoglio y el crimen mexicano
El Papa Francisco ha trazado las cosas del más allá y las del más acá que ocuparán su visita a México.
Será mariano y tradicional como el que más. Lo primero bajo la invocación de la Virgen de Guadalupe; lo segundo por la canonización de un mártir más de La Cristera.
Bergoglio visitará también las estaciones críticas del reino de este mundo mexicano: la exclusión indígena en Chiapas, la tragedia criminal y la opresión migratoria en Ciudad Juárez. Ha negado su agenda a la causa de Ayotzinapa y la impunidad, pero no creo que vaya a faltar en sus palabras. Ha hablado ya de la corrupción y la violencia.
Ya puestos en ese camino, me gustaría que Francisco repitiera en suelo mexicano las excomuniones que ha decretado contra el crimen organizado.
No lo han hecho sus pastores aquí. Obispos y sacerdotes mexicanos han denunciado la violencia criminal. Muchos han sido secuestrados y asesinados. Otros se han acomodado a la filantropía del crimen, que no descuida a las iglesias pues nuestros criminales son católicos, a la manera y en los porcentajes en que lo es toda la población.
Quiero decir que no han venido de marte, son parte de lo que somos como sociedad, incluida la fe.
Lo cierto es que ningún prelado mexicano ha hecho lo que Bergoglio en Calabria y Nápoles: excomulgar a los criminales.
En Calabria dijo que la dragueta “es la adoración del mal, el desprecio del bien común. Tiene que ser combatida, alejada. Nos lo piden nuestros hijos, nuestros jóvenes. Y la Iglesia tiene que ayudar. Los mafiosos no están en comunión con Dios. Están excomulgados”. http://bit.ly/1RcxQO2
En Nápoles dijo: “A los criminales y a todos sus cómplices, hoy, con humildad y como hermano, os pido: convertíos, dejaos invadir por el amor y la justicia (…). Es posible regresar a una vida honesta” (El país, 21 de marzo, 2015).
México tiene problemas con el diablo, ha dicho Bergoglio, tema que comentaré mañana. Lo más parecido al diablo que hay en México es la violencia del crimen organizado.
A estas alturas de tratos mexicanos con el diablo, hasta un exorcismo ayudaría.