El Presidente Peña Nieto ha declarado todo lo relacionado con el abasto, aprovechamiento, cuidado y utilización del agua, materia de SEGURIDAD NACIONAL. La semana pasada el gobierno de Sonora tomó ya la decisión de prohibir la siembra de Alfalfa en su territorio debido a la alta demanda de agua que requiere su cultivo y a la terrible sequía que por tercer año afecta al norte del país. Y no solo es la falta de agua, sino su poco cuidado y erróneo aprovechamiento y explotación lo que ha puesto el tema en el foco rojo de la seguridad nacional. Prácticamente no hay una cuenca sin contaminación en México, aunque los grados de la misma varían. Por ejemplo, la cuenca del Atoyac es una de las más contaminadas del país. Nace a más de 3500 metros de altura en el Iztaccíhuatl, pero al llegar a San Martín , dar la vuelta por Tlaxcala y recorrer la ciudad de Puebla hasta llegar a Valsequillo, recibe las descargas, casi ninguna sin tratar, de 50 municipios pequeños, medianos y grandes, y mil industrias. De todas las plantas de tratamiento construidas en sexenios anteriores, casi ninguna sirve o simplemente operan mal, atragantadas con la mezcla de aguas industriales que no debieran entrar sin tratamiento a los colectores municipales. La crisis del agua la hemos ido construyendo con todo cuidado los adultos de hoy y los que nos antecedieron en las últimas dos o tres generaciones. Visitar la Sierra Norte de Puebla, esa enorme fábrica de agua, ahora espanta a aquellos que la conocimos hace muchos años. Cerros que se desgajan al quedar sin árboles, erosionados porque los han deforestado para usarlos en cultivos agrícolas. La falta de ordenamiento territorial y los cambios inadecuados de uso del suelo, van lentamente pasando la factura. Se van los árboles y con ellos el agua. La presa de Necaxa está azolvada y contaminada por aguas negras y aceites industriales. En la ciudad de Puebla llueve lo suficiente como para que no tuviéramos problemas de abasto de agua si supiéramos guardar y aprovechar de manera correcta el agua que el cielo nos regala durante más de cuatro meses al año. Las aguas de Valsequillo, hoy altamente contaminadas, ya limpias podrían optimizarse si se regara de manera tecnificada e incluso sobraría para darnos agua para la ciudad y sus habitantes. Ya hay manera de hacer remediaciones integrales utilizando al final bio remediación con bacterias para los cuerpos de agua que hoy están muertos. Se necesita etiquetar recursos y tomar el problema en serio ,porque hoy, ríos, arroyos, manantiales o cualquier cuerpo de agua que queden cercanos a un municipio o comunidad, son usados como cuerpos receptores de las aguas negras o industriales sin tratamiento alguno y sin piedad hacia la fauna y la flora que requiere del agua para vivir.
Estuvo en Puebla el nuevo director de la Comisión Nacional del Agua, el Dr. David Korenfeld Federman. No se anduvo por las ramas: el problema del agua es gravísimo y lo hace visible con datos duros y contundentes. La urgencia de hacer un uso sustentable del agua requiere de toda la voluntad política de quienes gobiernan y del esfuerzo, la coordinación y la disciplina de los tres niveles de gobierno en todos los estados del país. No hay uno que se salve y que apruebe un buen manejo del agua. Todos están en crisis. Pareciera, como me dice un buen amigo serrano, que el cuidar el agua y los bosques no ha sido atractivo porque tiene rendimientos políticos poco visibles y rentables porque sus frutos son a largo plazo. Por eso el problema del agua requiere de estadistas, no de políticos. El marco jurídico existe, no puede ser más estricto, pero no se cumple. Todos los gobiernos deben millonarias multas a CONAGUA por violar todas las normas posibles.
Los lujos del siglo XXI dicen que serán cinco: aire limpio, agua suficiente y potable, el silencio, el espacio y la privacidad. Sin aire podemos vivir tres minutos, sin agua , quizás tres días. Y la estamos perdiendo. Ahí si casi todo se ha hecho mal, pero el poner el tema del agua sobre la mesa es una buena decisión aunque pareciera que llega demasiado tarde.