Mundo Nuestro. La foto en portada muestra a los jerarcas políticos e industriales ante una maqueta de la planta Rassini Frenos, en San Sebastián Temaxcalac. Es el otro rostro de la industrialización mexicana: discursos y maquetas que no dejan ver la historia de explotación laboral y contaminación ambiental que va de la mano de las industrias asentadas en territorios campesinos.
Las fábricas de Texmelucan contaminan sin misericordia el río Atoyac. Para documentarlo están los testimonios y fotografías que recientemente ha recogido la organización Dale la Cara al Atoyac, A.C. En noviembre de 1988, en una acción inusitada entonces –y ni qué decir que hoy--, el gobierno federal clausuró la empresa fabricante de frenos para la industria automotriz Automanufacturas, que a la fecha funciona en Texmelucan, Puebla, con la razónsocial de Rassini, S.A.B. de C.V., conocida como Rassini antes SANLUIS Rassini. Es una empresa del sector automotor que diseña y produce muelles, resortes, discos y tambores utilizados en diferentes plataformas de vehículos; dice de ella Wikipedia: “La corporación cuenta con plantas en Estados Unidos, México, y Brasil; y con un Centro de Desarrollo Tecnológico en Plymouth, Míchigan. Sus oficinas centrales se ubican en la Ciudad de México. En total emplea a casi 5.000 personas en el continente americano.” Ese año ocurrió un hecho extraordinario, sobre todo porque dejó de producirse después: una acción de Estado en contra de la contaminación de las aguas por desechos industriales en la cuenca alta del río Atoyac. Presentamos aquí, en dos partes, la crónica escrita por Sergio Mastretta para el periódico Cambio en ese mes de noviembre de 1988.
1988 en Texmelucan: Con la petroquímica se descontroló la vida
Jueves 25 de agosto 1988. La cascarita termina cuando las gotas gruesas, como salivazos que muerden el polvo, se despeñan en aguacero del nubarrón negro que cubre Moyotzingo. Los torsos desnudos, los cabellos negros y sudados, la respiración atropellada, el balón con la última patada, todo gana el techito de la esquina. Cinco muchachos herederos de esta revoltura obrero campesina que es Texmelucan. Enfrente, el muro largo, irreverente, que la vista pierde más allá del pueblo, la barda que llegó repentina como un rayo, intransigente como una inundación que despoja de paisaje los campos, el ladrillo rojo y los pilares blancos que rodean a la petroquímica Independencia, esa señorona envuelta en gases y zumbidos intestinales que un buen día se sentara sobre estos campos de lechuga, cilantro y cebolla. La lluvia somete al aire, lo filtra, permite que las voces de los futbolistas entretengan la tarde presa del periodista.
“Yo soy Cirilo, tengo 15 años y voy en tercero de secundaria en la escuela que está en Santa Anita Nopalucan. Hago una hora de camino de aquí pa llá, y de aí agarro pa Puebla a estudiar computación. Quiero ser radiofónico, de los que componen televisiones. Estos que están aquí Genaro y Antonio también estudian ahí en la Técnica 53, dibujo industrial. Todos queremos hacerla, ayudar a nuestros papás que se la rajan. Mi jefe trabaja en Pemex, de obrero de todo le hace, albañil, carpintero, hasta la fibra de vidrio maneja ahí en esa Planta que están construyendo, no sé cuál. Creo que gana 200 mil a la semana, apenas, ¿no? por eso todavía siembra y nosotros le ayudamos, sábados y domingos le damos en un terrenito que le quedó a mi abuelita del ejido.
“La verdad se descontroló la vida del pueblo con la petroquímica. En todo ese descampado que tapa la barda que ya no es campo, se sembraba cilantro, cebolla, lechuga, amellaba el agua, se hacían pocitos y brotaba, ora ya no. Dice un señor de aquí, que ganó con Pemex, antes era pobre uno, pero al menos había de donde cortar algo pa comer, ora ni modo que vayas a morder un tubo. Aquí la gente se arrepiente de haber vendido a Pemex, y quién quita ese rezumbido toda la noche. Pemex dijo que no iba a faltar trabajo pa la gente de Moyotzingo, pero a lo mucho unos cien son de por aquí los que chambean allá dentro, a mucha gente la cortaron, puro contrato de unos días y vas pa fuera, que no saben hacer nada, que son campesinos, que ahí solicitaban soldadores, gente experimentada. Por eso está lleno de veracruzanos, cuates de Huauchinango que los fines de semana arman su desmadre en las cantinas”.
“Una vez que se volteó un tanque de ferrocarril con un ácido, al poquito rato paso una camioneta con un altavoz que sálganse, que va a explotar, que el ácido puede matar a la gente, y aí vamos todos en corredero pal otro lado de la autopista, muchos hasta San Martín fueron a dar. O sea que la gente se espantó cuando avisaron que los de Pemex iban a levantar el tanque y que era peligroso porque se podía escapar.”
La gente se fue. Como dicen, ya traen el alma en un hilo.
“Aquí en Moyotzingo la gente tuvo que venderle a Pemex 120 hectáreas. Ora se arrepienten. Le dieron a la presidencia 42 millones de pesos como compensación, pero aquí el pueblo está dividido, unos están con el PRI y otros con el PSUM. Ya habido muertos, se pelean y se matan los políticos hace como cinco o seis años se balacearon y hubo dos muertos y luego aparecían muertitos a la orilla de los caminos”.
Temaxcalac, tan lejos de dios y tan cerca de la autopista
Noviembre de 1988 en San Baltasar Temaxcalac, una comunidad en los alrededores de San Martín Texmelucan. Una calle de polvo, larga y solitaria en el calor invernal de las doce del día, desde la vía del tren, frente a Automanufacturas, la enorme fábrica de tambores de frenos para la explosión automotriz que viene, hasta una plaza que no es plaza, con su presidencia y su iglesia, pero sin jardín, sin árboles y sin bancas. Una calle que termina ante el tanque de agua potable, un platillo volador que domina al pueblo y que desde la autopista parece que reposa entre las torres del templo. Una calle de tierra blanca, afinada para levantarse en tolvanera al menor soplo y atascar la garganta, una entrada principal a este pueblo campesino acosado por la industria, la contaminación y el agotamiento de sus mantos acuíferos. Una calle sin nombre y sin banquetas que corre al parejo de un canal azolvado, y que une la modernidad de fábricas y desastre urbano en que se ha convertido San Martín, con la parsimonia y la resequedad de la vida agraria. Y también con su descontento.
La clausura temporal de la empresa Automanufacturas, fabricante de partes automotrices y propiedad del Grupo ICA, el lunes 7 de noviembre pasado, luego de que inspectores de la SEDUE comprobaron el incumplimiento de los compromisos establecidos desde 1987 para combatir la contaminación generada por la planta, llamó la atención sobre esta junta auxiliar, una de las once que pertenecen al municipio de Texmelucan. La determinación con la que actuaron los campesinos luego de quince años de industrialización forzada. Algo irreversible también. La afectación a sus condiciones económicas y culturales ha repercutido en su comportamiento político.
Tan cerca de las fábricas…
--¿Problemas? –dice el doctor Oliverio Cano Madrid, presidente de la Junta Auxiliar de San Baltazar, uno de los cuatro médicos con que cuenta esta comunidad de 17 mil habitantes--, simplemente que no hay dinero y que la gente no coopera para resolver las necesidades que enfrentamos... y son muchas.
San Baltazar tuvo la fortuna y la desgracia, como se le quiera ver, de quedar junto a la autopista. Por lo pronto, desde que los terrenos fueron expropiados para esa carretera, los campesinos afectados no han recibido pago alguno y están a la espera de que se resuelva favorablemente la demanda que interpusieron desde hace tiempo.
Automanufacturas compró alrededor de 15 hectáreas y más de 40 que se expropiaron para la construcción del parque industrial Quetzalcóatl, a cargo del gobierno del estado. La vía del ferrocarril cruza el pueblo, al igual que un gasoducto de Pemex. Cercado por esas mojoneras industriales, a este pueblo han tardado en llegar los beneficios del crecimiento económico.
Existen tres escuelas primarias para 1,600 alumnos, dos quínders para 200 niños, y dos telesecundarias para 700 jóvenes. No hay prepas ni tecnológicos, los muchachos tienen que ir a Moyotzingo, a San Martín o a las escuelas de los municipios aledaños a Tlaxcala.
El agua potable apenas llegó, con la instalación del platillo volador en 1987. De hecho, hasta 1981, el pueblo no tenía drenaje ni red de agua. Hoy existe ya un colector principal y los dos servicios alcanzan un 85% de la población. De pavimento, solo 200 metros lineales de los seis mil que suman las calles de San Baltazar lo tienen. En servicios médicos, no existe un solo centro de salud y cuatro doctores particulares atienden a los enfermos, con precios que van de ocho a doce mil pesos la consulta; más aún, no más de diez por ciento de la gente que trabaja tiene seguro social. En el pueblo hay dos mil casas y el Dr. Cano calcula en otras mil las que se necesitan para disminuir el hacinamiento.
Tampoco hay mercado, las amas de casa viajan a San Martín en camiones urbanos que cobran 250 pesos y que salen cada media hora. Se trata entonces, de un pueblo como cualquier otro en Puebla, con grandes rasgos y una población mayoritariamente campesina de 480 ejidatarios con media hectárea cada uno con tierras de lo que fuera el rancho de San Jerónimo; el resto, alrededor de dos mil hectáreas, divididas entre pequeños propietarios que difícilmente cuentan con más cinco hectáreas, de lo que fuera la hacienda de Temaxcalac.
Aquí, en menos de quince años, han surgido algunas fábricas, muchas menos de las que se hubieran instalado si no hubiera crisis económica: AMSA, Descafeinados Solubles, Emper Industrial, (Laboratorios en construcción), IBS de (bicicletas), Diseños Industriales, Ladrillera San Lorenzo, Lapsolite, entre otras, y que emplean a no más de 150 hombres de San Baltazar. Además, ocultos en las casas, más de treinta talleres de maquila de ropa emplean a mujeres del pueblo.
Algunos obreros salen a fábricas de la región como Pemex y Crisol Textil, empresa esta última cuyo líder de la FROC-CROC, Félix Díaz, nativo del pueblo, emplea a unas 40 personas. Finalmente como buenos mexicanos, uno de cada cuatro habitantes de San Baltazar vende algo, los domingos, legumbres en San Martín o lo que se pueda. En este marco socioeconómico, la junta auxiliar que encabeza el doctor Cano Madrid hace cuentas:
--No tenemos ingresos propios –dice el presidente auxiliar--, apenas se va a empezar a recaudar lo del agua potable. Las industrias no dan un clavo. Supuestamente debemos recibir un millón de pesos mensuales del municipio, pero el ayuntamiento de Apolonio Méndez hace cuatro meses que no nos da nada, dice que no tiene dinero él tampoco, y en el 87 sólo se recibieron ocho millones. El gasto se ha ido en el auditorio, en la ampliación de la red de agua potable y en la construcción de una barda para la escuela Venustiano Carranza. Mire, aquí todo lo hacemos por amor al arte, no se cobran salarios y hasta la gasolina de la combi que tenemos la pagamos de nuestra bolsa.
Y tiene muy claro lo que se necesita en San Baltazar el doctor Cano: pavimentación por lo menos de la entrada principal, construcción de un centro de salud, terminación de la red de agua potable, arreglo de la plaza pública (para lo que existe ya un proyecto de 250 millones de pesos), construcción de un mercado, edificación de una escuela primaria que funciona en el local de la presidencia, baños para este recinto, canchas deportivas (existen dos campos de fút, dos de beis, y una cancha de básquet), perforación de un pozo para el riego de 1500 hectáreas de la comunidad (hay tres, uno en el ejido y dos en la pequeña propiedad, pero no logran abastecer a los usuarios).
--Así están las cosas –dice Cano Madrid--, sin dinero no te puedes mover, y si la gente no coopera, menos. Y aquí en San Baltazar, con la división política que existe no se hace nada.
El político, el mayor problema
La casa que ocupa la presidencia auxiliar en este pueblo, como todo edificio municipal que se precie de serlo, ya ha sufrido el asalto de hombres y mujeres descontentos con los resultados electorales. Frente a la plaza que no es plaza y bajo la amenaza del platillo volador que hace de tanque de agua, el local no se destaca mayormente. Como sea, a principios de 1984, el grupo que apoyaba al doctor Cano Madrid para la presidencia tomó la casa e impidió que ocupara su puesto el señor Agustín Sánchez Flores, reconocido por la dirección de gobierno municipal. La gente de San Baltazar ya tenía bien identificados a los grupos contendientes, los dos priístas unos alineados a la CROM y otros cobijados por la FROC-CROC.
En 1984, la dirección de gobierno del estado optó por una junta, encabezada por José Hernández Corona, funcionario de esa dirección, y con dos regidores por grupo político. El ayuntamiento local quedó paralizado tres años, las obras de agua y drenaje apenas si avanzaron y el pueblo tuvo que esperar hasta 1987 para definir en manos de quién iba a quedar la autoridad.
De un lado, entonces, quedaron los priístas que representaban a los personajes tradicionales. Félix Díaz, actual dirigente de la FROC en la industria CRISOL, ex-presidente auxiliar de San Baltazar, encabeza este grupo. Miguel Cante Calderón, presidente en el periodo 1981-84, y una de las dirigentes que sobresalen del recién creado Frente Revolucionario de Juntas Auxiliares, se destaca en el otro grupo que intenta romper con lo que llaman “el priísmo tradicional”.
El pleito por el agua potable
Y los conflictos se avizoran en San Baltazar. El 15 de diciembre del 87, mientras el grupo de Cano Madrid participaba en la reunión de seguimiento de los programas contra la contaminación en Automanufacturas, el grupo de Félix Díaz, que por acuerdo de Apolonio Méndez, presidente en Texmelucan, preside un comité de obras públicas en la localidad, demandó ante Mauricio Romano, secretario de la SAHOPEP, la realización de una auditoría al comité de agua potable de la junta auxiliar y el cambio de personas en dicho comité. La auditoría será realizada este mes y a más tardar en marzo se realizará una asamblea de usuarios del servicio de agua potable para tomar una decisión.
--Es una grilla que traen esos cuates –explica Oliverio Cano Madrid--. La gente aquí ya los reconoce. En el 84 les ganamos las elecciones, un 80 por ciento estuvo con nosotros, pero ellos se apoyaron en la dirección de gobierno y nos voltearon las elecciones, ellos estaban fuertes con Miguel González Montes, que era el presidente de San Martín. Por eso cuando les quiso dar la presidencia, se armó el relajo político y se tomó el local. Mejor trajeron a ese José Hernández que ni se paraba por aquí.
“Por eso –sigue Cano Madrid--, el mayor problema que tenemos aquí, aparte de nuestras carencias de servicios, es el político. El otro grupo azuza a la gente para que no pague el agua potable. A ellos les asignaron un comité de obras, pero no han hecho nada, nomás hacen grilla. Ellos han mangoneado mucho tiempo aquí, pero ya la gente se da cuenta de que el atraso se debe a que nomás andan apapachando a los políticos. Nosotros también somos del PRI, pero sabemos que sólo con la organización del pueblo se puede hacer algo”.
Temaxcalac: la negociación tras la clausura de Automanufacturas
El 15 de diciembre pasado fue un día más en la vida de los obreros de la empresa Automanufacturas, S.A. (AMSA). En maquinado hicieron chirriar los tornos y en fundición sufrieron el calor de los hornos y el ruido de los extractores de polvos. Todo igual; el inmenso imán y la chatarra de materia prima que descargan los trailers; los tambores de frenos apilados como producto terminado para exportación que acarrean los montacargas; los peones con sus escobas, su tisne y sus montones de arena metálica; el comedor para el almuerzo de 1470 trabajadores y 450 empleados; el aire neblinoso que ensombrece los eucaliptos que rodean la planta; los policías aburridos a entrada. Un día cualquiera: producción, ruido, polvo.
Pero no lo fue para sus directivos. Esa mañana recibieron en la sala de juntas a quienes por años han visto cerradas las puertas de la fábrica a su reclamo; los campesinos de San Baltazar Temaxcalac, la junta auxiliar dónde AMSA se instaló en 1973, ganando para la industria 15 hectáreas de las mejores tierras de cultivo de la región. Era una reunión del comité de seguimiento de los programas para evitar la contaminación de aires y suelos acordados entre la empresa y la SEDUE el 15 de noviembre anterior, luego de la clausura temporal de la planta por incumplimiento de los compromisos establecidos en 1987, apenas una semana antes, el lunes 7 de noviembre. Tuvieron que pasar quince años, y una medida efectiva, la clausura, para que los campesinos se convirtieran en interlocutores de Automanufacturas. A partir de esa fecha, las autoridades de San Baltazar supervisarán mensualmente el desarrollo y cumplimiento de los trabajos para combatir la contaminación.
Las partes
En la mesa de juntas se sentaron el ingeniero Pablo Loreto y el biólogo Luis Enrique Fernández, los funcionarios de la SEDUE que pusieron los sellos de clausura luego de una visita de siete horas de inspección en la que comprobaron la negligencia de AMSA: planta de tratamiento de aguas residuales insuficientes, incluyendo metales pesados; colectores de polvo con baja eficacia; humos y polvos de áreas de fundición sin tratamiento; polvos y lodos de colectores con metales pesados sin tratamientos y que se arrojan al tiradero municipal; falta de licencia para ampliación de naves 1 y 2. Según aseguraron los funcionarios federales, la empresa sólo cumplió a medias con uno de los once puntos establecidos ante notario público –Notaría 38 del Distrito Federal-- el 26 de julio de 1987.
Motivos sobrados tenía entonces para sentarse en la mesa de juntas el Ingeniero Adrián Guadarrama, el director de la planta AMSA, empresa del Grupo ICA en su división industrial, adquirida hace menos de dos años a sus propietarios norteamericanos. El asunto había obligado a que el propio Bernardo Quintana, vicepresidente de ICA, tuviera que negociar con la SEDUE el arreglo del conflicto, con el compromiso de que se haría todo lo necesario para resolver definitivamente el problema de contaminación generado por la fábrica. Muy serios, acompañaron a Guadarrama, Salvador González, gerente de Relaciones Industriales, quién pasara un mal día aquel lunes de la clausura, y otros directivos con carteras prominentes como la Dirección de Ingeniería, la Jefatura de Servicios Generales, La Gerencia de Nuevos Proyectos, y hasta un puesto nuevecito, el Departamento de Ecología, a cargo de la Ingeniera Firelei Soriano.
Con esa plana mayor se sentaron los campesinos, el doctor Oliverio Cano Madrid, presidente auxiliar de San Baltazar, el regidor de policía Jorge Linares, el secretario de la junta José Gerardo Alonso García, y un representante del Frente Revolucionario de Juntas Auxiliares de San Martín, Miguel Cante Calderón.
“Siempre nos habían cerrado las puertas --diría después uno de los regidores--, íbamos en bola a reclamar los daños a nuestras cosechas afectadas por ese polvo negro que echa la planta, pero nos decía el policía, nomás puede pasar el afectado. Y ahora pásele, pásele. Ese día nos dejaron entrar con nombre y con los directivos industriales el seguimiento a los programas.
Los programas
A muchas cosas se comprometió AMSA y que tendrá que cumplir este 1989. En primer lugar, el reclamo campesino: el saneamiento completo del canal de riego que pasa junto a la planta y el jagüey que alimenta contaminados por las descargas de aguas residuales. En los programas estableció la SEDUE los compromisos de esta empresa de autopartes.
El primero, con varias actividades de tratamiento de aguas residuales del comedor y sanitarios, con la construcción de drenajes y registros de instalación de trampas para grasas y aceites y su canalización hacia la planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR); la limpieza del canal y jagüey referidos; el funcionamiento completo de la PTAR a más tardar a fines de marzo, la canalización de las aguas tratadas hacia el jagüey del pueblo, obra que deberá estar concluida el 31 de marzo; el tratamiento de los afluentes denominados solubles que hasta la fecha la empresa no ha informado donde descarga, para el 9 de junio; las licencias de lugares de descarga de lodos, arenas y escoria, corazones de fundición y solubles, punto este para que la SEDUE propone la construcción de un cementerio industrial en alguna región desértica de Tecali, Tehuacán o Tlaxcala, con la participación de empresas como Volkswagen, Hylsa, Metaloides y Talleres Monserrat, pero que hasta el momento no ha sido resuelto.
El segundo programa abarca otros puntos que complementan a los anteriores: la unificación de descargas de aguas residuales con drenajes interconectados a la PTAR, misma que deberá reacondicionarse con trampas para grasas, instalación de tubería galvanizada, conexión de bombas, etc. para su funcionamiento adecuado; el reporte de análisis mensuales de las aguas tratadas y de análisis de solubles (ocho muestras mensuales), el reporte de análisis de lodos de extractores de polvos para saber si contienen metales pesados; la reconstrucción de colectores de polvos para que funcionen a más tardar el 30 de junio; el reporte de análisis de todo residuo de rectificación para determinar si contienen metales pesados y definir dónde depositarlos; el reporte de análisis de corazones de desecho para determinar lo mismo; el análisis de dos sondeos a 250 metros de distancia para determinar la existencia de metales pesados, junto con perforaciones de entre cinco y veinte metros de profundidad para análisis de aguas, resultados que deberán presentarse el próximo 31 de enero; instalación, funcionamiento y operación para el 30 de junio de sistemas anticontaminantes atmosféricos para humos, polvos y gases.
Una lista larga que el jueves 15 de diciembre trató la comisión de seguimiento de los programas. AMSA presentó el rostro amable de la negociación. A la fecha ha sido limpiado el canal de riego; AMSA solicitará a Pemex apoyo de maquinaria para el desasolve del jagüey; los campesinos tendrán que cooperar para no descargar aguas negras en él; la SEDUE expresó su preocupación sobre el destino de los desechos varios con metales pesados y la importancia que tiene el estudio adecuado sobre los equipos anticontaminantes que deberá instalar la empresa de manera que se asegure la inversión. Las partes quedaron de reunirse nuevamente el próximo 17 de este mes.
“Los tiempos han cambiado –dice Miguel Cante del Frente Revolucionario de Juntas Auxiliares--, el campesino está descontento y presiona. Nosotros exigimos la intervención de la SEDUE, la empresa tuvo que doblar las manos”.