Raúl Picazo me recomendó el libro de Naief Yehya hace algunos meses. Me extraña que él, un hombre con gran experiencia en el tema, cabal, abierto a cualquier tipo de charla, no lo haya reseñado con anterioridad. Cuando le pregunté, para ti, ¿qué significa la pornografía?, su respuesta me sorprendió tanto que le pedí que me dejara anotarla. Estas fueron sus palabras: “No sé, de alguna manera es un espejo que se hace opaco cada vez que intentas limpiarlo. El porno es un espejismo, pero también un espejo, me gusta el porno porque puedo ser yo con mi imaginación. No, para qué te cuento, me pone a pensar muchas cosas”. Mi opinión no es diferente a la de Raúl, creo que la pornografía se encuentra ahí y nos acecha, nos invita a recorrerla, a vencer nuestra curiosidad y traspasar el límite de la moral, es infinita, dual, onanística, una fantasía que produce cosas inesperadas al mismo tiempo que sabemos, de antemano, lo que sucederá, es absurda y sublime.
¿Cómo surge el tema de la pornografía en Naief? En 1991, José Luis Martínez, editor del periódico El Nacional, le había pedido que escribiera sobre video en la sección de cultura. Yehya, que también es ingeniero industrial, le propuso un tema más atractivo: hablar sobre cine porno. Su columna “Garganta profunda” inició ese mismo año y en ella, el crítico cultural reseñaba algunas películas, hablando abiertamente sobre un tema considerado tabú en la sociedad mexicana. Después de que finalizara su columna, en 1995, Yehya se dio cuenta de que había reunido suficiente material para publicar un libro; en su primera edición, Naief recabó una importante cantidad de fuentes y videos, mientras que en la segunda, y con la llegada del internet, pudo tener acceso a películas, imágenes y artículos que él mismo consideraba un mito. Diferentes personas usaban la red para compartir su material, haciendo que el tema se volviera más sólido pero al mismo tiempo se expandiera considerablemente.
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