• Raúl Picazo
  • 12 Junio 2014
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Voy a ser sincero. No tengo estudios en literatura y me importa poco no ser atinado con mis comentarios respecto a obras que a otros les interesan y defienden; sólo emito mi punto de vista, que puede ser tanto apreciado como desdeñado, pero no trato de ofender a nadie con mi postura genuina, tal vez ignorante, sobre las lecturas que hago. ¿A dónde van a parar las letras que millones de escritores a lo largo de los años van expulsando de sí mismos? A la basura muchas de ellas, otras se quedan trepadas en los hombres que las han leído; pero las ideas se deslavan, agarran nuevos matices, mueren porque no se recuperan de esa transformación. Así quiero pensarlo. Lo mismo pasa con mis pensamientos, lo mismo con estos textos, ¿quién los lee en verdad?, acaso la editora. Soy un escéptico respecto a la función real de los textos en internet, me pregunto si son leídos o no. No le tengo confianza a las personas, quisiera esconderme cuando alguien dice, con voz de suficiencia, que algún libro es mejor que otro, o cuando leo los elogios a libros y sus autores, no los reconozco, me hacen sentir miserable. No sé por qué comencé a leer y ahora ya no puedo parar. Quizá con el paso de los años encuentre otra cosa en qué distraerme, y deje de estar jugando a dar opiniones sobre libros que muchas veces no entiendo.

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Siempre que alguien la nombraba, o cuando leía su apellido en alguna página web, o en el momento en que vi su nuevo libro publicado, me llegaba a la mente la imagen de Hermione Granger (personificada por Emma Watson), sin saber qué parecido real tenía con la escritora Valeria Luiselli. Luego venía la incertidumbre por no saber cuántos años tenía y dónde vivía y por qué, como tantos dicen, escribe tan bien.

La editorial Sexto Piso se encargó de proyectar su nombre por todo lo alto y editó unos libros bien bonitos que hasta ahora, después de tanta especulación, puedo leer. Son libros, pienso, que tienen un público y lectores concretos. Considero que libros así, que llegan a un grupo determinado, tienen los medios eficientes, pero también las puertas abiertas, para llegar a otros países y mostrar a la escritora, que unánimemente se ha hecho acreedora de buenas menciones por un trabajo que le ha tomado años poner sobre nuestras mesas. Escribir bien tiene atrás un sinfín de aristas que son la vida misma.

La historia de mis dientes es un experimento narrativo. Quiero pensarlo, me conviene pensarlo de esta forma, porque justificaría muchas cosas que no me parecieron del todo interesantes. Quizá digo esto por desidia y por no saber con quién estoy tratando, pero me imagino que si conociera a la autora, escribiría una reseña donde abusaría de su buena narrativa para ensalzarla; pero no, no me llenó el espíritu, no sentí gran cosa al leerlo, aunque me pareció interesante la visión que tiene de los escritores y la manera de ubicarlos en un espacio tiempo muy distinto al que vivieron y alejados de lo que en realidad son o fueron.

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http://www.profetica.com.mx/caterva/casa-del-angel-fuerte/la-historia-de-mis-dientes-chuecos

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