".$creditoFoto."
Por: Raúl Picazo

Para Juan Villoro la crónica es el ornitorrinco de la prosa.

Animal extravagante que se solaza en su pretensión.

Al parecer, la composición física del ornitorrinco lo hace centro de atención; tiene del pato, del castor y de la nutria, su ser constituye un objeto particular de estudio. Cito a Villoro:

Si Alfonso Reyes juzgó que el ensayo era el centauro de los géneros, la crónica reclama un símbolo más complejo: el ornitorrinco de la prosa. De la novela extrae la condición subjetiva – el mecanismo de las emociones –, la capacidad de narrar desde el mundo de los personajes y crear una ilusión de vida para situar al lector en el centro de los hechos; del reportaje, los datos inmodificables –la “lección de cosas”, como anunciaban los manuales naturalistas del XVIII–; del cuento el sentido dramático en espacio corto y la sugerencia de que la realidad ocurre para contar un relato deliberado, con un final que lo justifica; de la entrevista, los diálogos y del teatro moderno la forma de montarlos; del teatro grecolatino, la polifonía de testigos, los parlamentos entendidos como debate: la “voz del proscenio”, como la llama Wolfe, versión narrativa de la opinión pública cuyo antecedente fue el coro griego;del ensayo la posibilidad de argumentar y conectar saberes dispersos, de la autobiografía, el tono memoriosoy la reelaboración en primera persona. La crónica es un animal cuyo equilibrio biológico depende de no ser como los siete animales distintos que podría ser.

La crónica es un jodido ornitorrinco.

 

Seguir leyendo en Profética, Casa de la Lectura:

http://www.profetica.com.mx/caterva/casa-del-angel-fuerte/sobre-la-cronica