• Ricardo Moreno Botello
  • 04 Julio 2013
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Por: Ricardo Moreno Botello

Supe de Profética en alguna ocasión que conversaba con Alfonso Vélez sobre el tema del centro histórico de Puebla y de su rescate, prendado como estaba por impulsar lo que conocimos después con la consigna: “Puebla, ciudad del conocimiento”.

Justamente en el tenor de esa idea magnífica, en la que confluyeron las experiencias de muchos otros intelectuales, historiadores, arquitectos, urbanistas, literatos, empresarios y artistas, Vélez Pliego valoraba mucho la aventura que ya cursaban algunos poblanos alrededor de José Luis Escalera, para fundar ese centro de conversación, de letras y artes, que hoy conocemos como Profética.

El experimento de Profética no era menor desde la perspectiva que manejaba el exrector de la UAP; se mostraba como la materialización de un sueño en el que debían estar inmersos la sociedad civil y con respaldo de las entidades públicas, reedificando la Puebla levítica palmo a palmo, para darle un nuevo sentido a sus casonas y jardines, tocándolas con la vara de las ciencias y de las artes.

Me encanta este pasaje de mis conversaciones con Alfonso, porque pareciera mostrar que en cada poblano ilustrado, o bien nacido como se gusta decir, habita el espíritu de un Julián Garcés tejiendo sus sueños respecto a nuestra ciudad. Entre esos sueños memorables, José Luis Escalera nos ha regalado el suyo propio, con la restauración de esa vieja casona de la esquina de la 7 Oriente y 3 Sur del centro histórico de Puebla, convirtiéndola en La Casa de la Lectura.

Con el correr del tiempo --10 años de vida digna y fecunda--, Profética, la Casa de la Lectura, ha construido muchos amigos a su alrededor. Escritores y lectores tienen allí un privilegiado espacio; en su librería, de las mejores de Puebla y la más original en su centro histórico, se pueden encontrar todos los temas y novedades requeridos por el lector más exigente: libros sobre la historia y arquitectura de la propia ciudad de Puebla, literatura de jóvenes y consolidados escritores, ensayo literario, libros exquisitos de artes y diseño, hermosos libros para niños…Pero lo que mejor muestra el sentido cultural del proyecto es su biblioteca pública, donde cualquier ciudadano puede acceder a la cultura escrita y obsequiarse sin costo alguno largos ratos de placer literario.

Profética ha sido para mí, un modesto editor, lugar extraordinario para exhibir nuestros libros. Allí han tenido cobijo desde sus comienzos las publicaciones de Ediciones de Educación y Cultura. Cada título, por lo demás, ha sido el pretexto para conversar con José Luis Escalera sobre el mundo del libro, los avatares de estas complicadas y apasionantes profesiones que nos unen, la del editor y el librero, vínculos que me unen también a otro gran personaje del medio como lo es Armando Mena.

Profética es también un centro de sociabilidad moderna y culta. En efecto, además de las presentaciones de libros, de las conversaciones sobre variados temas literarios y de las conferencias de escritores notables o de moda, sus muros han sido testigos de actividades artísticas musicales, gráficas, escénicas. También nos ha ofrecido sus espacios para simplemente platicar entre amigos, inventar historias o planear aventuras. Es lo más próximo a un ágora, a un salón parisino, a una cantina porfiriana.

 

No se qué impacto ha tenido en nuestro medio la presencia de Profética, es posible que muchísimo si lo medimos por las generaciones de jóvenes que han convertido esa casa y su patio en parte vital de su existencia. Pero de los que sí estoy seguro, porque me consta, es de que en el medio académico y letrado del país cuando se habla de Puebla es inevitable escuchar el “¿cómo va Profética?”. Eso es suficiente para percatarnos de cuando una idea, un proyecto y una inversión alcanza la estatura de un emblema cultural.

Gracias al gran anfitrión que es José Luis, hemos presentado en Profética muy variadas obras, por lo general aprovechamos esos grandes muros para proyecciones pertinentes, con las que se logra una atmósfera característica. Eso lo vimos, por ejemplo, al proyectar la pinturas de José Lazcarro, que acompañaron la edición del poemario de Enrique Pimentel Corpus City; también con la proyección de los grabados de W. Blake, que envolvieron la presentación del libro Los versos satánicos de Blake. El matrimonio del cielo y del infierno y exégesis, de Adrían Muñoz. 

En alguna oportunidad, allá por el año de 2005 si no mal recuerdo, presentamos en Profética algunas obras para niños, y dentro de ellas una lotería que fue parte de un libro de adivinanzas escrito por Beatriz Meyer y Enrique Pimentel. El patio de la casona se colmó de la algarabía y alegría infantiles, como no lo había visto antes. Niñas y niños respondieron adivinanzas, jugaron a la lotería en varias mesas puestas para tal propósito y los ganadores recibieron libros de obsequio. Padres e hijos disfrutaron una mañana inolvidable.

Todo esto es parte del sueño de Profética, ojalá que perdure muchísimo tiempo y otros poblanos sigan su ejemplo. Mi reconocimiento y felicitaciones a Profética, a José Luis Escalera y asociados, a su personal. Y felicitémonos todos también por tener a Profética tan cerca de nosotros.  

 (Ricardo Moreno Botello, Investigador de procesos educativos y culturales, docente universitario, editor y promotor cultural. Actualmente es director de Ediciones de Educación y Cultura.)





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