• Sergio Mastretta
  • 12 Noviembre 2012
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Crónica del rechazo a la explotación minera en Zautla


Estaban todos ayer en Zautla, y ya sumados, eran más de mil muy bien sentados en el sillerío dispuesto en el auditorio municipal: desde el alcalde, el ingeniero Víctor Manuel Iglecias, así, con c, con todos los regidores y funcionarios del Ayuntamiento, y luego, uno a uno, los presidentes auxiliares y sus regidores, los jueves de paz, los presidentes de los comités de agua potable, los directores y directoras de cada una de las primarias, secundarias y preparatorias, y los comités de alfareros, y los miembros de las unidades de producción de hortalizas en invernaderos, y los productores de hongos setas y champiñones. Más de mil, todos convocados a una asamblea municipal con el objetivo de responder a la solicitud de las autoridades de Tlamanca al Ayuntamiento en la que demandaron el respaldo del conjunto de las comunidades de Zautla.


“Informar de viva voz lo que está sucediendo en Tlamanca”, dijo el presidente municipal Iglecias. Y expresó algo que no cualquiera dice: “Cada quien tiene una mina en su pensamiento, ¿qué quiere cada quien? Por eso hay que estar bien informados para tomar una decisión”.


Le siguió el presidente auxiliar de aquella comunidad, Mauricio Martínez Jiménez: “Ya todos están enterados de lo que pasa en esas minas antiguas, en las que desde 1940 no pasaba nada. Pero hace ocho años entraron dos empresarios mineros, eran mexicanos, a la gente no le interesó y los dejó trabajar, pero uno se accidentó y falleció, así que el otro se desanimó, y fue cuando llegaron los chinos. Ellos sí han avanzado, y por eso la comunidad está preocupada. Todos recordamos como los españoles trataron a nuestro país, y ahora llegan estos extraños a nuestro país. Por eso la gente dijo no, un setenta por ciento dijo no. Pero ellos ya nos dividieron, ya nos prometieron que un hospital, que unas presas, que  una carretera, y todo lo presentan muy bonito. Y que no más van a estar veinticinco años, que luego se van. Pero estamos inconformes,, ya provocaron la división de la gente, pero nosotros decimos que desde siempre, con minas o sin minas, hemos salido adelante”.


Y luego habló su Juez de Paz, Ricardo Abad Rojas, un hombre muy joven, y resume: “No son gente de este país”, no se van a tentar el alma”. Y describe que ya abrieron ahí en la mina un camino, y que ya hicieron tierra plana para las casas de los trabajadores, y que nadie les dio permiso.


Y después el presidente hizo un resumen de lo sucedido los últimos tres meses: “Cuál es la estrategia de la empresa: dividir, ofrecer dinero, y lo han hecho en  la comunidad, y lo han hecho conmigo. Desde el 2011 me han buscado como autoridad, pero lo hicieron cuando metimos oficios a la autoridad federal para que nos informara de lo que pretendía esta empresa. Y me  buscan porque quieren que les firme el cambio de uso del suelo para que puedan poner sus construcciones. Y luego está la autoridad federal de la SEMARNAT en Puebla, nos mandaron un oficio, y nos dicen en él, si no se responde en tres días, se da por aprobado el cambio de uso. Y nos llaman a una reunión, y ahí, delante de los representantes de la empresa, nos dicen que ellos han cumplido con todos los requisitos, tú fírmale, todo está bien… Pero revisamos el proyecto, porque enviamos oficios a todas las oficinas federales y estatales y a los derechos humanos, preguntamos a especialistas de la UNAM, a geólogos y a químicos, y los escuchamos, y entonces dijimos, no estamos de acuerdo. Entonces ellos empezaron a ofrecer dinero, que iban a dar hospitales, escuelas, porque es capital trasnacional, tienen millones para comprar almas humanas. Pero no les firmamos, y todo se empezó a detener. Ellos quieren otra reunión, pero no se ha dado por los conflictos que se han producido en Tlamanca, por los rumores, dice la gente: nuestras autoridades ya se vendieron, que va a venir el ejército, puros rumores. Y mientras la empresa ya hizo una brecha, ya tumbó árboles…”


Y cerró para dar paso al video sobre la minería en Centroamérica, que expone la realidad provocada por Goldcorp, la empresa canadiense que también opera en México: “Yo le he dicho a la gente de Tlamanca, primero quue firme el pueblo, que la comunidad diga si quiere o no la mina, que ponga en un papel que diga nosotros lo autorizamos la mina. Entonces yo les doy el uso del suelo. Y yo les pregunto, ¿aquí quien es el que arriesga su pellejo?”


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