".$creditoFoto."

Conozco muy bien toda la zona de la pirámide de Cholula porque  desde muy chicos mi mamá y su hermana nos llevaban a hermanos y primos a escalar "el cerrito", como le decíamos entonces a la pirámide; fue un paseo cotidiano de nuestra infancia. Su nombre Tlachiahuapetl significa "cerro hecho a mano". Mide 66 metros de altura y tiene 450 metros de lado en la base, más grande y más alta que la pirámide del Sol. Tiene más de dos mil años de antigüedad. La vista desde el atrio de la iglesia de la Virgen de Los Remedios que se empezó a construir en1594, quitaba el aliento: hacia el poniente veías a la entonces pequeña Ciudad de San Pedro Cholula, con sus cúpulas emergiendo entre las casas de uno o dos pisos y teniendo como fondo espectacular  a los volcanes. A los pies de la pirámide, la vieja estación del tren porfiriano. Del lado oriente, muy lejos, la ciudad de Puebla, el cerro de la Paz y campos sembrados de hortalizas, maíz y flores. Si inclinabas la cabeza hacia abajo, veías los patios del Hospital Psiquiátrico de los Juaninos, y en ellos, a los "loquitos", como los llamábamos desde nuestra irreverente niñez. 

 Hacia el norte se veían también pequeñas casas, campo y la  hermosa volcana Malinche. Por ese lado entrabas a los oscuros túneles de la pirámide, alumbrados con focos pelones que te permitían mirar las calaveras rosas y amarillas pintadas en los muros. Todo ahí  era penumbra y misterio. También del lado norte, un guía que cobraba diez pesos te mostraba un entierro prehispánico cubierto con un vidrio, y temblábamos cuando  nos decía que el esqueleto mayor era del esposo, y el esqueleto menor y otros huesitos eran los de la esposa, enterrada viva  junto con el perro en medio de los recipientes de barro que los acompañarían en su viaje  al más allá. Atónitos y espantados, compadecíamos al perro y a la esposa mientras nos empujábamos para asomarnos.

 Hacia el sur  se veía el caserío de San Andrés con sus torres y cúpulas; el resto todo eran árboles y campos de labor. De las últimas veces que subimos, ya con nuestros hijos, el paisaje había cambiado mucho pero seguía siendo imponente. Fue un tres de mayo de 2003. Tuvimos la fortuna de que nos tocara ver subir a la procesión del día de la Santa Cruz, anunciada por cohetones y acompañada por una banda de música formada por hombres de todas las edades, desde niños de nueve o diez años hasta ancianos de edad muy avanzada. A la procesión se unen muchas bandas hasta formar una  de más de cien músicos .En la pirámide y en la iglesia se funden aún ritos indígenas con culto católico y eso la hace particularmente viva e interesante. Ese día subió con nosotros mi madre por última vez, pastoreada por sus nietos. Regresar a un lugar donde uno fue feliz nos llena de nostalgia y dicha y nos alegra saber que esa poderosa raíz sigue ahí para nuestros descendientes.

 Para muchos que habitamos en el Valle de Puebla,  la pirámide de Cholula coronada por una iglesia no es solo una zona entrañable, sino sagrada y querida. Es el centro religioso vivo  más antiguo de América. Un centro, por cierto, descuidado, y muchas veces maltratado hasta por los mismos sacerdotes que cuidan la iglesia de la Virgen de los Remedios, por las autoridades del INAH, que aunque la tienen bajo su resguardo desde 1993, han sido incapaces de exigir e imponer un mínimo orden en la zona ,y ni qué decir de las autoridades municipales; a  veces la basura está afuera de la barda que rodea a la iglesia o a los lados de los senderos para subir, sin mayor cuidado o vigilancia .Donde no hay cabeza todo es rabo y aquí sobran los rabos. Además el caos urbano  asfixia cada vez más a la zona, urgida de un reordenamiento y dignificación. Del lado norte hay un montículo sin descubrir, lleno de maleza, basura y escombro, junto a un campo de fut en el que hay una palapa en la que venden mariscos y cervezas. Del lado oriente, en la esquina, un feo y descuidado corralón de coches viejos y desmantelados. En el lado poniente, donde hay aún una vista extraordinaria de San Pedro Cholula, antropología permitió hace años el derribo de la antigua estación del tren y se construyó un Oxxo espantoso, sobre todo, porque al estar al pie de la pirámide rompe con toda la  armonía del entorno. No era el lugar.  En los campos públicos del lado oriente, los presidentes municipales permiten todo tipo de eventos inadecuados. Hace  cinco años autorizaron una exhibición de acrobacias aéreas peligrosísimas poniendo en riesgo  a la pirámide, a la iglesia y a los mirones. Tampoco  el INAH ha tenido el interés de hacer un museo de sitio digno; No hay baños adecuados como en otras zonas arqueológicas del país.

  Es claro que se requiere de una intervención. Si ¿Pero cómo?  Hoy existe un proyecto para la supuesta mejora de la zona, solo que no ha sido ni presentado ni mostrado de manera abierta a la sociedad. No puede aceptarse algo que nadie conoce bien; no lo conoce ni siquiera el por años complaciente y permisivo INAH. ¿Entiende usted y acepta esa manera de hacer las cosas que son públicas?  Creo que no lo entiende  nadie. Mis preguntas son: ¿Por qué no hacer primero el Programa de Desarrollo Urbano de las dos Cholulas, San Andrés y San Pedro? ¿Por qué no primero presentar el proyecto y contar con los permisos de todas las autoridades implicadas? ¿Por qué no transparentar lo que se pretende hacer? ¿Por qué no hacer lo mismo con las causas de utilidad pública esgrimidas en  la expropiación? ¿Son para ordenamiento, parque, negocios, empleos, causas múltiples? ¿Por qué aventarse una expropiación sin que se den a conocer sus objetivos de manera clarísima? ¿Por qué pretender que los expropiados y la comunidad asimilen  y acepten cosas que no conocen? ¿Por qué no darles un trato cordial y un pago justo? ¿Por qué les notifican a las ocho de la mañana y a las diez ya están poniendo  mallas y letreros de "propiedad municipal" o "propiedad estatal" cuando ni siquiera  saben cuánto les pagarán y si será lo justo?  

 Ya en Puebla hemos visto expropiaciones de dudosa utilidad pública. Es el caso de las muchas manzanas expropiados por Bartlett y Cañedo  en 1994 para rescatar la zona del Paseo de San Francisco, en el que en lugar de ordenar la zona con un plan parcial, expropiaron. Muchos de los predios  acabaron en manos de amigos, empresarios y  políticos cercanos a ese grupo.

 Ni que decir del caso de la expropiación de Atlixcayotl-Quetzalcoatl, que acabó en especulación descarada y cambios de uso de suelo que ni venían en el decreto expropiatorio.

 Si se va a expropiar, que la causa de utilidad pública sea clara y se pague lo que marca la ley. Si se van a hacer hoteles o comercios, primero que estén permitidos en la zona, que indiquen usos y destinos del suelo claros y  entonces que  los dueños le vendan a quien quiera invertir a un precio de mercado.  No se vale pagar pesos a centavos para que luego los predios acaben en manos de particulares cuando la plusvalía la da la sociedad en su conjunto, que es de donde sale el dinero para hacer infraestructura y pagar las expropiaciones. Cuidar las formas y cuidar el fondo es lo mínimo que debe hacer el gobierno, así como  probar que las acciones serán para bien de la sociedad en su conjunto.

 ¿Cuál es la "urgencia" argumentada por el decreto? ¿Por qué  notificar a los expropiados a las ocho de la mañana y empezar a cercar  unas poquitas horas después?

  La pirámide lleva ahí más de  dos mil años. ¿Unas semanas más es mucho pedir para dialogar y gestionar un digno entorno para ella? Son preguntas que ojalá también se hagan los que están llevando a cabo estas medidas apresuradas y los encargados de comunicarlas.