• Juan Carlos Canales
  • 04 Julio 2013
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Por: Juan Carlos Canales

Creo que la literatura ocupa un lugar cada vez más restringido en la sociedad contemporánea, y no sólo por razones económicas --desdobladas tanto en el costo del libro como en la imposición de la lógica del mercado a la producción intelectual general--, sino, fundamentalmente, por razones de orden cultural, como el empobrecimiento de la educación formal, el poderío cada vez mayor de las industrias culturales, particularmente la televisión, pero también, las nuevas tecnologías cibernéticas,  y, por último, el peso de un universo axiológico que reduce la condición humana a la eficiencia y la eficacia.

 En cuanto al tema del compromiso del intelectual con la realidad quizá ahora sólo nos toque defender pequeñas parcelas de verdad, a contrapelo de las consecuencias que el mismo debate arrojó a lo largo del siglo XX, convirtiéndose en una extensión del tribunal inquisitorial pero ahora en nombre de la razón y del progreso histórico. Quizá ahora el papel del intelectual deba ser más modesto o acotado tanto en lo que se refiere a la especificidad de una perspectiva teórica como a su propio reconocimiento como un mero transmisor de conocimientos, claro, en relación a la vida pública y la construcción de sociedades más justas y humanas, y ya no como basamento de una verdad única.

Profética, me parece la mandala --el microcosmos-- de lo que debería ser una ciudad : un lugar para la circulación de hombres e ideas, el lugar de encuentro con el otro, y cuyo lazo de reunión debe ser la alegría, el juego. Lo mejor de Profética es que mantiene la condición fundamental de lo que debería ser una ciudad pero que ésta pierde cada vez más: el intercambio. Si la ciudad es, paradigmáticamente el lugar del encuentro, Profética nos ha permitido, con mucho, el encuentro con los otros y, de modo singular, con esos otros que son los libros.

Profética tiene múltiples significados para mi; allí he participado como ponente en varias presentaciones de libros y, también, sólo como espectador. Pero los momentos que más disfruto esa hermosa obra del patrimonio cultural de Puebla es cuando puedo sentarme serenamente a tomar un café o puedo recorrer los estantes de la no menos hermosa librería.

Profética ha podido conjugar y equilibrar la relación entre mercado y cultura. Y frente a la morosidad y anacronismo de los proyectos culturales de Estado ofrece una clara alternativa de consumo cultural desde y para la sociedad civil.

(Juan Carlos Canales, filósofo, poeta, ensayista. Profesor de tiempo completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP)





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