Luz, una palabra simple, cristalina, de la que ignoro todo. ¿De dónde vendrá la luz que alimenta la computadora con la que ahora escribo? No lo sé. Y mi ignorancia alumbra un hecho simple: qué desinformados estamos de las cosas más elementales de la vida diaria.
El invento de la luz eléctrica es quizás uno de los que más cambió la forma de vivir de los seres humanos a partir del siglo XX. La luz que ilumina un foco, que echa a andar una licuadora, que recarga un celular, que bombea el agua que alimenta nuestros grifos y alumbra nuestras vidas, la damos por dada. Ya ni siquiera nos sorprende o nos inquieta de dónde proviene ni cómo se genera. Como todo a lo que nos hemos acostumbrado, pensamos que estará ahí para siempre. Y no es así. La generación de energía eléctrica para los más de cien millones de mexicanos que somos, cada vez es más compleja, muchas veces generada por procesos altamente contaminantes que nadie quiere tener cerca.
¿Dónde fabrican la energía eléctrica? Pocos ingenieros eléctricos saben definir la electricidad en términos coloquiales Si preguntas que es electricidad a cualquier ingeniero electricista, vas a obtener una respuesta clásica: Es un flujo de electrones. Pero como dijo Einstein: "Si no puedes explicarlo a tu abuela es que no lo entiendes."
Busco la opinión de un buen amigo ingeniero electricista, Raúl Federico Fuentes Méndez. Y de manera sencilla responde interrogantes complejos:
“Electricidad es una energía. Cualquier energía es capaz de hacer un trabajo.”
Pero de inmediato la historia se complica, así que el ingeniero acude a la palanca que tenemos más cercana: nuestros brazos.
“La energía muscular te hace el trabajo de levantar un objeto. Exactamente de la misma manera, la energía eléctrica te permite levantar el mismo objeto haciendo pasar la electricidad a través de aparatos que convierten la energía eléctrica en movimiento de una masa. Trabajo es en términos llanos mover una masa (peso) a lo largo de una distancia. Con energía muscular haces más trabajo cuanto más alto (más distancia) tengas que elevar el objeto; si la distancia es la misma siempre, haces más trabajo cuanto más pesado sea el objeto.”
Y en lo que sigue, Raúl Federico Fuentes nos habla como ingeniero: “Todo está fundamentado en el principio de la inducción eléctrica estudiado por Michael Faraday. Cuando un conductor eléctrico se desplaza dentro de un campo magnético, en el conductor se induce un voltaje y una corriente eléctricos. La pureza y la maravilla de éste fenómeno es tal que si en un lado mueves repetidamente un conductor eléctrico dentro de un campo eléctrico induces una corriente que puedes conducir hasta otro lugar, donde ésta corriente te entrega movimiento (trabajo). ¿Cómo haces pasar el conductor varias veces por el mismo campo magnético?: lo colocas en un cilindro, haces que el cilindro gire y así el conductor pasa y pasa por el mismo campo con lo que consigues pulsos de voltaje-corriente uno tras otro que conducidos por un medio conductor gestan una corriente. Hacemos girar el cilindro con el conductor de manera que atraviese el campo magnético 60 veces en un segundo y de ahí que nuestra corriente eléctrica tiene una frecuencia de 60 Hertz (ciclos por segundo).
“Hoy, mayoritariamente, México depende de las termoeléctricas, la manera más sucia de generar energía. Hay maneras más amables con el medio ambiente:
“Energía solar: celdas fotovoltaicas convierten la luz del sol en corriente eléctrica. La fabricación de las celdas solares demanda mucha energía y la tecnología es cara, pero a la larga compensa la inversión.
“Energía hidroeléctrica, aprovechando una caída natural de agua. Muy limpia si los estudios de factibilidad están bien hechos y de los cauces de los ríos solo se toman las demasías. No debe dejarse el cauce seco .
“Energía geotérmica, aprovechando el calor en el subsuelo.
“Energía eólica, con el viento. Esta es la que está más en boga actualmente.
“La energía marítima. Se produce con las olas, y hay dos maneras: flotadores articulados que con las flexiones que le producen las olas, convierte la energía mecánica en eléctrica; y con las cámaras de presión positiva-negativa. Estas son cámaras de concreto con una entrada inferior por donde ingresa el agua cuando sube el nivel por una ola. La presión que produce la altura del agua cuando sube con la ola, hace ingresar gran volumen de agua y el aire sale expulsado por una ventana opuesta a la abertura del frente, donde está colocada una turbina que gira por el flujo de aire. Cuando el nivel del agua baja, la cámara se vacía de agua y crea un vacío que hace entrar al aire por donde está la turbina. Presión positiva y negativa... Los daneses son casi autosuficientes en generación de energía con generadores eólicos y las dos clases de la marítima.”
Sigue el ingeniero Fuentes: “Las maneras más sucias de producción de energía son: las termoeléctricas: en la que queman combustibles como petróleo o gas para crear vapor de alta presión, y pasarlo por turbinas; la del carbón, carbón: barata, abundante pero muy contaminadora y causa principal del deterioro de la atmósfera y de la capa de ozono; y la nucleoeléctrica: carísima de construir, peligrosísima y con residuos muy dañinos y difíciles de deponer.”
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¿En qué lugar estamos en México con estos asuntos? En el de los enfrentamientos y los conflictos. Como los de la termoeléctrica en Morelos o las hidroeléctricas en la Sierra Norte.
Me consta que el Gobierno Federal lleva negociando un gaseoducto que debe de llegar a Morelos para producir luz limpia más limpia que la del petróleo, y que consistentemente muchos dueños de tierras se han negado a permitir el paso por sus predios. Todos desconfían y para muchos no hay explicación que valga. A nuestra casa vino hace más de un año un educadísimo ingeniero de CFE a pedir el permiso para que el gaseoducto pasara por el terreno en el que vivimos. La afectación es lineal con diez metros de ancho. Después de escuchar su propuesta con atención, por cierto una propuesta muy completa y bien explicada en cuanto a riesgos y afectaciones, le dijimos que sí. Nos explicó los años que llevan negociando para cruzar por la zona de Chipilo hacia Morelos. Están atorados. Un chipileño dijo que no, otros campesinos dijeron que no, un ejido más allá dijo que no, y el gas y el proyecto para una generación más limpia de luz están parados.
Pero todos queremos luz en nuestras vidas. Sin la luz que hoy consumimos sin saber ni de dónde viene, la forma en que vivimos se desplomaría. La forma más sucia de producir luz es con petróleo. Es la más sucia y la más cara porque es con un recurso no renovable que en el futuro nos va a ser necesario para otras cosas, como producir medicinas. Y lo estamos quemando. Otras tecnologías como la eólica y solar aún son muy caras para producirlas de manera masiva. México es un país de muchas horas/sol al día, y sin embargo no nos hemos apostado a esa tecnología. En el estado de Puebla también se han ubicado espacios para generar luz con el aire, y es algo que al parecer se está explorando ya de manera seria. Sin embargo la demanda de luz va, por ahora, adelante de la capacidad de generación, en especial la limpia. Las formas de hacer las cosas de parte de los gobiernos durante muchos años, las malas prácticas de hacer sin preguntar ni pedir permisos, han generado una cultura de la desconfianza absoluta hacia lo que nos planteen. Todos generamos basura pero nadie quiere tener junto un basurero mal operado como el basurero de Puebla, ¿por qué? Porque no confiamos en los buenos manejos de las autoridades o los concesionarios, y hay que decir que con fundada razón. No era la mula arisca sino los palos que le dieron. La sociedad ya es desconfiada y la única manera de modificar eso es con buenas prácticas de gestión de proyectos más limpios y mejores. Estamos inmersos en un círculo vicioso de desconfianza, ocultamiento de proyectos para que estos no se detengan, y como estos se ocultan, se desconfía y no se construyen acuerdos. Ahí está el gaseoducto detenido.
Ahora en Puebla hay proyectos para instalar hidroeléctricas en varios puntos de la Sierra Norte. Para analizar la viabilidad de los mismos se requiere hacer estudios de pre factibilidad, mismos que darán elementos para generar los Manifiestos de Impacto Ambiental y las medidas de mitigación que darían puerta a la tramitación de los permisos y licencias definitivas de construcción si es que son sustentables y viables. Hay hidroeléctricas que funcionan con demasías sin secar los cauces y sin matar el ecosistema. Eso es precisamente lo que se tiene que estudiar, los cauces del agua, su flujo y sus demasías. La desconfianza hacia los megaproyectos y la oposición a los mismos genera divisiones en las comunidades, o entre las comunidades y sus autoridades, o entre las autoridades y los constructores, y peor aún, entre todos. Se requiere de la verdad científica y técnica y de un manejo de la comunicación social extraordinario para saber si esos proyectos serán viables o no.
La posibilidad de una hidroeléctrica específicamente en Olintla ha generado ya amargas discusiones y divisiones en la comunidad y en grupos sociales externos a Olintla. Todos queremos luz, todos la necesitamos, pero ésta debe de generarse con los menores costos ambientales y sin la ruptura del tejido social. Hablando se entiende la gente, pero qué difícil es hablar. Es mucho más fácil prender un foco y esperar, ciegos y sordos, a que la luz nos siga llegando sin preguntarnos de dónde y a qué costo.
¿Queremos luz? Tendremos que abrir los ojos y aceptar que la que hoy nos llega ni siquiera sabemos de dónde viene. ¿Hidroeléctricas? ¿Luz eólica? ¿Solar? ¿Termoeléctricas? ¿Energía Nuclear? ¿ De dónde viene tu luz...? Y pensemos: ¿De dónde preferimos que venga con los menores costos ambientales, políticos y sociales? Cualquier proyecto que se proponga tendrá que venir perfectamente alineado a la normatividad ambiental, acompañado de información dura y de una no buena, sino extraordinaria política de gestión social.