".$creditoFoto."
Por: Juan Ortiz Escamilla

México tiene en su historia muchos sueños perdidos. Los más emblemáticos los cargan Morelos y Zapata, quienes con sus sentimientos a la nación y su grito de tierra y justicia encabezaron en su momento al ejército libertador del sur.

“O nos cumple --le dijo Emiliano a Madero--, o a usted y a mí nos lleva la chichicuilota.”

Cuando los sueños no se cumplen a las naciones se las llevan remolinos trágicos que los historiadores y la memoria colectiva identifican como revolución.

Lázaro Cárdenas salió de Jiquilpan en 1913 y se incorporó a la revolución contra Victoriana Huerta en la tierra caliente michoacana, justo en la cuenca del río Tepalcatepec. En Aguililla, en el Aguaje, en El Limón, justo donde cien años después se desarrolla una nueva guerra civil. Y por Buenavista y Apatzingán trepó hacia el Tancítaro para seguir una carrera militar y política que lo llevaría a la presidencia de México en 1934.

Cárdenas nunca olvidó la tierra caliente. Y a lo largo de cincuenta años, igual como gobernador de Michoacán en los años veinte, que como presidente en los años treinta y como cabeza de la histórica Comisión del Balsas entre 1947 y 1970, desarrolló ahí lo que tal vez sea el proyecto campesino económico, político y cultural más importante de lo que conocimos como el Estado de la Revolución Mexicana. Tierra y riego, con infraestructura en comunicaciones y programas de educación técnica, fueron la base de una revolución agraria que plantó desde las estribaciones de la faja volcánica en el valle de Puebla (el río Atoyac, la cuenca alta del río Balsas, con el distrito de riego de Valsequillo, que irrigó los campos maiceros de Tecamachalco y los cañaverales de Izúcar) hasta el extremo más occidental del rio, en Tepalcatepec, cercano ya a la frontera michoacana con Jalisco, la posibilidad de un campo distinto, con campesinos propietarios de la tierra, prósperos y pacíficos.

La cuenca hidrográfica del Balsas fue su territorio más querido. Con 112,305  km2, parte de los estados de Guerrero, Jalisco, México, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, la totalidad de Morelos y una pequeña porción de Veracruz y del Distrito Federal. En gran medida, el México profundo.

Mundo Nuestro presenta este texto introductorio del libro “Lázaro Cárdenas, fundador de Pueblos. La Ruana 1955-2005”, de Juan Ortiz Escamilla (Colegio de Michoacán, 2005) http://tinyurl.com/mthftgc, que da cuenta de la trayectoria del ese sueño cardenista plasmado en esa agreste cañada del sur de México. La tierra (caliente) prometida que hoy enfrenta una nueva guerra, abiertamente civil.

El tiempo dirá si revolucionaria.
Por: Mundo Nuestro

 

 

 

 

 

Lázaro Cárdenas fue amado por la gente del campo porque él mismo se sentía parte de ella. No estaba pensando en clientelas políticas o popularidad; actuaba como un verdadero hijo de la revolución,  que tenía la responsabilidad de sacar de la miseria al pueblo mexicano. Cárdenas pudo hacer lo mismo que muchos generales: sentarse a disfrutar de su pensión por servicios prestados a la nación, pero no fue así. Él hizo todo lo contrario. Había en él una verdadera pasión por la cultura popular de México, en cualquiera de sus expresiones. Viajero permanente por todas las regiones del país, Cárdenas disfrutaba de las cosas sencillas propias de la vida cotidiana, de la música, de la comida, de los paisajes y de las diversiones. En ello radicaba esta mutua atracción entre el líder y su pueblo. Por su estrecha relación con la gente, Cárdenas entendió la esencia de los problemas de México, construyó ideas, las afinó y las convirtió en verdaderos proyectos de desarrollo regional. No para beneficiar a los menos, sino a la mayoría de los mexicanos.

El Centro Ejidal Felipe Carrillo Puerto, o La Ruana, se fundó el 20 de diciembre de 1955 y es un claro ejemplo de la historia no contada sobre los resultados de las acciones emprendidas por Cárdenas (…) Son Imágenes: los rostros de las personas que abandonaron ranchos, pueblos y ciudades, para lograr la reconquista de la Tierra Caliente. Semblantes contentos, tristes, taciturnos o melancólicos. Caras de niños y jóvenes que por primera vez socializan en un aula para aprender delos maestros, Imágenes sobre la transformación del paisaje debido a los sistemas de irrigación y los nuevos cultivos y tecnologías, que por primera vez llegaron hasta los hogares delos ejidatarios, Cuerpos que alegremente se mueven en los espacios de sociabilidad como la escuela, la plaza pública, los ejidos, la iglesia, los ríos yu canales donde los jóvenes aprendían a nadar, los centros deportivos, los desfiles cívicos y religiosos, la casa ejidal, las feria  los  jaripeos. A partir de estas experiencias, la gente se conoció, los jóvenes formaron nuevas familias, y en menos de quince años, la Ruana se convirtió en la cuarta población más importante de  Tierra Caliente, sólo superada por Apatzingán, Nueva Italia y Tepalcatepec.


Cárdenas y la cuenca del Tepalcatepec

Una vez que terminaron los enfrentamientos armados y se institucionalizó la Revolución. Cárdenas mantuvo una estrecha relación con la Tierra Caliente. En sus cartas constantemente expresó sus deseos de visitarla, o su frustración cuando los compromisos del servicio le impidieron, por ejemplo, disfrutar de la fiesta popular más importante de la región: la del 22 de octubre, en recuerdo del año de 1814, fecha en que se juró la Constitución insurgente y el general Morelos bailó con el pueblo.

Su pasión por la cultura de la Tierra Caliente se hizo evidente en 1926, desde el momento en que adquirió, por compraventa, el rancho San Antonio, cerca de Apatzingán, al que puso por nombre California. Al año siguiente Cárdenas decidió celebrar su cumpleaños 32 volando en aeroplano desde la huasteca veracruzana hasta Apatzingán. Por la correspondencia, sabemos que apreciaba el queso tipo “adobera”, las pitayas y los mangos verdes; que le fascinaba la música de “arpa grande”, la que promovió entre los niños del rancho California al comprarles violines, guitarras y arpas para que formaran grupos musicales. En el año de 1930, seleccionó a los mejores músicos de Apatzingán, Tepalcatepec y Buenavista para que amenizaran la toma de posesión del presidente Pascual Ortiz Rubio. Igualmente, el general difundió el trabajo artístico de los artesanos de Uruapan, fabricantes de bateas y jícaras decoradas con bellos colores.

Otro rasgo de la personalidad del general Cárdenas, y que está presente a los largo de su vida, es la investigación científica aplicada. Se la pasaba haciendo experimentos. Por ejemplo, para el mejoramiento genético de la ganadería, adquirió sementales de Murcia para la cruza de cabras; yeguas de Kentucky; burros de Arizona; pastos “guinea” y “pará” procedentes del continente africano para mejorar la alimentación del ganado; viñedos de Sonora y naranjales de Veracruz. Como veremos más adelante, a partir de una base científica, Cárdenas elaboró, promovió y ejecutó varios de los proyectos de desarrollo regional más importante de México.

Más que partidario del uso de la fuerza para resolver problemas sociales o políticos, el general se inclinó por el diálogo, por el razonamiento y el convencimiento. Por eso en 1925 expresó su preocupación ante los conflictos ocurridos en Michoacán, por divisiones políticas que, lejos de beneficiar a la entidad, se estaban convirtiendo en un obstáculo para su crecimiento y desarrollo. Cuatro años después, a través del diálogo desmovilizó a los grupos guerrilleros cristeros de Coalcomán, enemigos del gobierno por la reforma agraria que estaba impulsando.

Otro ejemplo de su estrategia para la solución de problemas, por muy delicados que fueran, como el de la reforma agraria, fue el diálogo y las negociaciones que mantuvo con las partes involucradas. Así en el año de 1929, siendo gobernador de Michoacán, Cárdenas organizó un congreso en el que participaron representantes de comunidades agrarias, de sindicatos campesinos y los propios hacendados, con el fin de que cada uno expusiera sus puntos de vista e intercambiara “impresiones para obtener en un futuro no lejano la unificación del Capital y del Trabajo, que tan indispensable es para el acrecentamiento de nuestra producción”.  El caso más sorprendente fue el de la familia Cusi, con la que negoció los términos de la expropiación de sus haciendas. En 1968, el licenciado Ezio Cusi reconoció públicamente que la reforma agraria emprendida por Cárdenas había sido “un factor fundamental de progreso” de México.

Desde el año de 1927, el general destacó la importancia económica que podría alcanzar la Tierra Caliente si se le dotaba de infraestructura y servicios, y dejó entrever su Plan para la Tierra Caliente. Por eso insistió en la construcción de la carretera y el tendido de la vía férrea entre Uruapan y Apatzingán. También se ocupó de las obras de reparación del edificio de la presidencia municipal de Apatzingán y de la escuela de Parácuaro. La primera, “en atención al desastroso estado en que se encuentran los presos, por tenerlos encerrados en un cuarto oscuro, reducido e insalubre, y que se hace indispensable mejorar en aquella zona, de por sí palúdica”. La segunda, por considerar a la educación “de grandísima utilidad, más en aquella región en donde ha habido carencia de regulares planteles”. Cárdenas también promovió la instalación de líneas telefónicas para los alejados pueblos de Buenavista y Tepalcatepec.

En agosto del mismo año, el General escribió al presidente de la república, Plutarco Elías Calles, para insistir en la necesidad de aprovechar el potencial agrícola, ganadero e industrial de la cuenca del Tepalcatepec, sobre todo de los distritos de Uruapan, Ario y Apatzingán. Para ello era necesario construir una vía férrea hasta Apatzingán más aún cuando había la voluntad de los propietarios de la región, organizados por Cárdenas, para aportar una tercera parte de la inversión, en el entendido que el gobierno general y el del estado de Michoacán pondrían las otras dos. Con la medida, Cárdenas pretendía promover el desarrollo económico, beneficiar a los pueblos incomunicados y, sobre todo, a los “trabajadores que ahora tienen salarios reducidos, debido en parte a que los productos tienen un fuerte recargo por el alto costo de los fletes”.

Desde joven Cárdenas se mostró partidario de la defensa de los recursos naturales de México. En 1925, siendo comandante de la zona militar de la huasteca veracruzana, el general expresó su malestar por la presencia de las trasnacionales petroleras que explotaban los hidrocarburos del Golfo de México, las mismas que expropió y nacionalizó trece años después:

Esta zona –lamentaba– lo único que tiene de bueno es la actividad de trabajo y mucho petróleo, y aquí cabe aquella frase de don Porfirio Villaseñor, cuando le decían: qué buenas milpas tiene don Porfirio, y contestaba: y que te ganas, no son tuyas. Así, aquí vemos tanta riqueza que se va y nos concretamos a lamentar que no haya habido Compañías  Mexicanas que organicen estas empresas.”

En 1931, como gobernador de Michoacán, Cárdenas impulsó una de las iniciativas legislativas más avanzadas de su época, vigente hasta nuestros días, para la “protección y conservación de monumentos y bellezas naturales” del estado consideradas de interés público por su valor artístico, arqueológico, histórico y natural. En la iniciativa también se consideró de interés público la protección y conservación del “aspecto típico y pintoresco de los pueblos de Michoacán.”

Cuando Cárdenas ocupó la silla presidencial, no dudó en poner en marcha los proyectos que consideró importantes para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la cuenca del Tepalcatepec. En primer lugar, fraccionó varios latifundios y dotó de tierras a campesinos pobres. Incluso, la mayor parte de las tierras de riego de su rancho California, también fueron entregadas a los trabajadores agrícolas. Igualmente mejoró los sistemas de riego existentes en Apatzingán, Parácuaro y Buenavista, e inició la construcción de carreteras, caminos vecinales y el tendido de la vía férrea de Uruapan a Zihuatanejo, con su ramal hacia Apatzingán. Al final de su gobierno., Cárdenas concibió la idea para desarrollar las costas de Guerrero, Michoacán y Oaxaca. Los tres estados contaban con grandes planicies susceptibles de riego y propias para cultivos de coco, cítricos y caña de azúcar; con fuertes corrientes y caídas de agua para la generación de electricidad, y grandes yacimientos de fierro, los cuales podían explotarse de manera exitosa con el auxilio de la energía eléctrica.”

Cuando Cárdenas se hizo cargo de los trabajos de la Comisión del Tepalcatepec, el 14 de mayo de 1947, tenía una idea muy clara de su responsabilidad y de lo que iba a hacer. Los conocimientos y la experiencia acumulada de tantos años de andar por los caminos de la cuenca, no dejaban duda alguna del éxito del proyecto. Al crearse la Comisión, el gobierno de México pretendía equilibrar el desarrollo económico-social nacional a aumentar la producción agrícola, desplazar mano de obra de las regiones densamente pobladas (como la meseta tarasca), incrementar el ingreso per cápita en forma rápida y mejorar las condiciones de vida del campesinado. Entre 1947 y 1951 se constituyeron cinco comisiones en igual número de cuencas de México que contaban con grandes recursos naturales y que, para su explotación, requerían de una mínima inversión.

El proyecto original de la Comisión del Tepalcatepec se diseñó para atender las necesidades de la Tierra Caliente, es decir, de los municipios de Apatzingán, Tepalcatepec, Buenavista, Parácuaro, Múgica, Gabriel Zamora y La Huacana. Por iniciativa del propio general, las acciones de la Comisión se extendieron a todos los municipios de la cuenca, como Aguililla, Arteaga, Coalcomán, Ario, Cotija, Nuevo Urecho, Parangaricutiro, Peribán, Los Reyes, Tancítaro, Taretan, Tingüindín, Tocumbo, Uruapan, Cherán, Charapan, Churumuco, Nahuatzen, Paracho, Tingambato y Ziracuaretiro, en el estado de Michoacán y a los municipios de Jilotlán, Manuel M. Diéguez, Valle de Juárez y Quitupan en el estado de Jalisco. En todos ellos se construyeron hospitales, escuelas, plantas de energía eléctrica y vías de comunicación.

La Tierra Caliente fue la más beneficiada. Allí se dio prioridad a los trabajos de mejoramiento y ampliación de un vasto sistema de riego, que permitió la ampliación del área de cultivo, la construcción de la carretera de Uruapan a Apatzingán y la red de caminos en su interior. También se puso especial interés en la conformación de nuevos centros de población, en las campañas de salud para la erradicación de animales ponzoñosos y enfermedades endémicas como el paludismo, la lepra y la “jiricua” o pigmentación de la piel causada por el piquete de mosquito y el bocio o inflamación de la tiroides por deficiencia en sales. También se instalaron clínicas como hospitales y escuelas en todas las comunidades.

En 1952 se terminó la primera etapa del programa de irrigación que benefició a 70, 000 hectáreas. También se aprovechó el agua del río Cupatitzio para la generación de energía hidroeléctrica. El caudaloso volumen de sus aguas y la pendiente de su nivel que tan solo 30 kilómetros de su recorrido bajan 1,200 metros, permitió la construcción de varias plantas sobre el cauce del mismo río. Para 1965 la mayoría de las localidades de la cuenca contaban con energía eléctrica, lo que permitió la perforación de pozos artesianos tanto para el consumo doméstico de agua y para irrigar las tierras de cultivo. También se dio prioridad a los estudios de los yacimientos de fierro en Las Truchas.

 

Cárdenas: el estadista

Para un personaje como Cárdenas, no pasó desapercibido el problema de los braceros mexicanos que regresaban de los Estados Unidos de América. Para él, se trataba de un grave problema que el gobierno de México debía resolver con prontitud. Para ello propuso la aplicación de políticas que elevaran las condiciones de vida de la masa obrera y campesina, resolver de una manera integral el problema agrario, compensar a los trabajadores con mejores salarios y sacarlos “de las chozas miserables en que viven, construyendo viviendas cómodas y funcionales, de manera que encuentren en nuestra patria el bienestar que buscan en el extranjero”. Para Cárdenas, el gobierno debía poner atención

…a la política de repatriación de aquellos que han tenido que salir del país ilusionados por una vida mejor, y que después de entregar sus energías a la producción de os campos fronterizos regresan agotados, enfermos y desamparados. Creo, como usted, que debe taponarse la abundante hemorragia de nuestras energías productoras.”

La educación de los jóvenes de la cuenca del Tepalcatepec fue otro asunto de especial atención para Cárdenas. Para él, en todo México debían construirse una especie de politécnicos regionales, “centros de capacitación para la juventud.” Con esta filosofía, en Uruapan se construyeron amplias y modernas instalaciones para la Escuela de Estudios Forestales y la Escuela de Agrobiología.

En el valle de Apatzingán se inició a construcción de una normal rural para gente “aclimatada” de la región. Con ello pretendía resolver la demanda de profesores y evitar la deserción de los mismos a causa del clima extremadamente cálido, de los bichos y de las enfermedades. Como nunca se terminó de construir, las instalaciones finalmente se convirtieron en un internado para atender a niños huérfanos de la región. Luego, en los Llanos de Antúnez se estableció la Escuela Práctica, un campo experimental, una posta zootécnica, una planta avícola y otras unidades para estudios agropecuarios. En 1960, Cárdenas insistió al presidente de la república en que se destinaran más recursos para la construcción de la escuela normal de Apatzingán y solicitó su intervención para que la herencia de Ferrocarriles Nacionales concluyera el proyecto de la escuela primaria para los hijos de los ferrocarrileros, abandonados mucho tiempo.

Ya hacia el final de su vida, Cárdenas se convirtió en uno de los más firmes defensores de los bosques de México y de la explotación racional de los mismos.

La campaña pro defensa de los boques se ha seguido en todas partes, pero pasará tiempo para que todo el pueblo comprenda la importancia que tiene el árbol en la vida humana, ya que sin bosques es precaria la agricultura y la industria. Sin embargo, de la comprensión que se tenga de una intensa propaganda depende que nuestro país evite la erosión de su suelo y cuente de una riqueza más, como es la retención de su tierra y el incremento de sus bosques.

En mayo de 1962, Cárdenas entregó al gobierno federal los resultados de los estudios realizados sobre la explotación de los bosques de Michoacán y propuso iniciar una campaña para el aprovechamiento racional y beneficio directo en pro de sus dueños, que en su mayoría eran comunidades indígenas y agrarias:

Al dirigirme nuevamente a usted  hablándole de este problema, es porque creo en su sensibilidad a favor de la conservación de los bosques que se siguen derrumbando con intensidad para aprovechar el terreno en cultivos agrícolas que por su inclinación no son útiles para ello, así como por taladores que ven en los bosques un medio fácil para enriquecerse.

Para el manejo nacional de la riqueza forestal, Cárdenas propuso impulsar un programa a largo plazo y, por supuesto, con recursos para la construcción de viveros forestales que dieran trabajo a los propios habitantes, reforestación de las zonas taladas con las mismas especies nativas e incrementando árboles frutales para beneficio de la gente. También había que obligar a las industrias madereras a cumplir con la ley, Cárdenas entendía perfectamente la relación que guardaban los bosques y los manantiales con los sistemas de riego y la generación de energía eléctrica, infraestructura básica para el desarrollo de México

Según Cárdenas, la destrucción de los bosques se podría evitar a través de programas en los que participara la gente y en beneficio de la misma. En primer lugar, había que censar a los habitantes que vivía de la tala y convencerlos de las bondades de los programas de reforestación. Luego había que establecer escuelas primarias a las que se agregan técnicos forestales que dirigieran el programa y solo destinar pequeños valles para el autoconsumo de la población.

De manera particular, como vocal el ejecutivo de la Comisión de Balsas, Cárdenas se enfrentó a la Compañía Michoacana de Occidente por sobre explotar y deteriorar el medio ambiente sin respeto a la ley, en los bosques de Coalcomán, Aguililla, Arteaga y Tumbiscatío. En 1968 él mismo recorrió los municipios antes mencionados para reportar los daños causados, y con pruebas irrefutables acusó a la compañía de la disminución de los extensos bosques. También la acusó de incumplimiento de los compromisos acordados en la concesión, como eran las prestaciones que por ley correspondían a los trabajadores; el precio justo que debía pagar a los ejidatarios dueños de los bosques, y la construcción de caminos como el de Aguililla hacia la costa y los vecinales en las montañas.

El único que existía era el de Dos Aguas a El Varaloso, que en realidad se había construido a través de un crédito obtenido por los campesinos y no, como se aseguraba, con recursos de la compañía.

La propuesta de Cárdenas para el aprovechamiento racional de los bosques de Coalcomán, Aguililla, Arteaga y Tumbiscatío, contemplaba la explotación racional, es decir, evitar la erosión del suelo y proteger los mantos freáticos “promoviendo la replantación, tal y como estaba contemplada en la Ley”; el pago justo y demás prestaciones a los trabajadores; la construcción de caminos, escuelas y hospitales; que las empresas pagarán precios justos a los dueños de los bosques; la inversión de infraestructura para la instalación de plantas de celulosa que beneficiara, no a una empresa particular, sino a todas las comunidades rurales involucradas  y demás propietarios. Por ello, en una carta dirigida a Juan Antonio Arias, representan de la Compañía Michoacana de Occidente, Cárdenas le decía sin ambages:

Obtuvo la compañía que representa usted la concesión de los bosques enclavados en los municipios de referencia, con obligaciones que no se han cumplido y sí se han extraído cuantiosas cantidades de madera; por lo que considero existe base legal para que las autoridades señalen responsabilidades de acuerdo con las normas que fijó el Decreto respectivo, y que la explotación de los citados bosques se haga correctamente y en bien del país, dejando a los pueblos de la región los beneficios que justamente le corresponden.

Cárdenas mostró mayor firmeza  en su posición frente a las transas de los accionistas, cuando se enteró que la compañía pretendía extender su concesión para explotar nuevos bosques en Coalcomán, Aguililla, Tumbiscatío y Arteaga, sin haber cumplido con las obligaciones señaladas en los decretos de concesión de 1954 y 1955. De inmediato Cárdenas demandó al gobierno federal no aprobar esta nueva concesión porque en nada beneficiaba a la región, de lo contrario “resultaría premiada la empresa en vez de sancionársele por las irregularidades con que ha venido operando.” Para evadir la justicia, la Compañía Michoacana de Occidente ahora había formado otra nueva con el nombre de Michoacana de Inversiones, S. A. 

Cárdenas, el monolito en las cercanías de Arcelia, en Guerrero. Tomada del blog tierracaliente.blogspot.com