• Sergio Mastretta
  • 24 Octubre 2013
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Por: Sergio Mastretta

Contra el Estado de despojos y crímenes la acción civil inteligente y organizada

Primera Parte

Esta es una historia de nuestros extremos urbanos, radicales en sus promesas y sus engaños. Es una historia de fronteras y abismos: la de la ciudad cercada por sus crímenes y culpas, plantada, sin embargo, desde la esperanza que impulsa a los desheredados a construir un mejor destino.

Dos extremos: San Andrés Azumiatla, en el sur campesino colgado de la serranía del Tentzo, y San Juan Tulcingo, un asentamiento de tlaxcaltecas de San Miguel Tenancingo en territorio poblano. Dos fronteras campesinas sometidas por todas las pasiones que se contienen en el frío par de vocablos tan antiguo como la primera de las guerras: especulación inmobiliaria.

La vemos en esa  estirada línea blanca de block ribeteado de pintas electorales: a la derecha el asentamiento irregular Cuitlahuac, apenas con dos años de vida, y respaldado por Antorcha Campesina; a la izquierda el baldío propiedad de prominentes políticos poblanos, expertos en la planeación del crecimiento de la ciudad, ellos mismos la expresión última de una línea larga que arranca con Maximino Avila Camacho y sigue por el lustroso apellido de los gobernadores Bautista y pasa por los Pachecho Pulido, Piñas Olayas, ex rectores de la universidad pública y Marines, asociados todos y siempre con propietarios hacendados e industriales reconvertidos en promotores de bienes raíces, en una estricta historia de despojos e ignominia.

La veo en la mujer que espera el camión que la llevará a la ciudad, con el bebé a la espalda y una mochila estudiantil al hombro, que no duda cuando le pregunto por el propietario del enorme baldío al otro lado de la barda que contiene a su colonia:

--Ah, señor, es de ese Marín…

Y no dice nada más.

 

Y yo la veo trepar al autobús y cargar con ella la historia de una ciudad injusta y vil, la de los lodazales de su colonia Cuitláhuac resultado de la especulación con  terrenos ejidales promovida desde los gobiernos y por los políticos, con el fracaso del ordenamiento del crecimiento urbano y la condena a la precariedad para miles y miles de familias poblanas; y el del esfuerzo

 

Pero esta historia también tiene otros extremos: los que promueven dos mujeres jóvenes y capaces desde sus doctorados en urbanismo, dos académicas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, convencidas de que la investigación social, las tecnologías de construcción sustentable y la acción civil organizada pueden regenerar esta ciudad de extremos y romper con esta inercia absurda y criminal del Estado de despojos que nos hemos dado.

María de Lourdes Flores Lucero, arquitecta por la BUAP y doctora en Gestión y Valoración Urbana por la Universidad Politécnica de Cataluña, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, con su obstinación por construir un sistema de saneamiento de aguas negras con la instalación de biodigestores en la colonia San Juan Tulcingo.

Y Julia Mundo Hernández, egresada de la UDLA y Doctora en Arquitectura por la Universidad de Nottingham , en el Reino Unido, decidida a construir junto con las enfermeras del Centro Comunitario para la Atención y Cuidado de la Vida(CICACVI) de la BUAP, en San Andrés Azumiatla, un prototipo para la autoconstrucción de vivienda campesina saludable.

De eso se trata esta historia, no sólo de la trayectoria de despojo, especulación y fracaso de los proyectos de ordenamiento urbano que hemos visto en los últimos ochenta años, esa historia que debemos conocer a fondo y de la mano de los historiadores y urbanistas, sino también la historia de construcción de alternativas a la pobreza y marginación desde la investigación social y la organización civil.

 

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