• Sergio Mastretta
  • 11 Septiembre 2012
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Almaden Minerals, Ltd., exploradora canadiense que descubriera yacimientos de oro en la cuenca alta del río Apulco, tiene su propia versión de futuro para las comunidades de alta marginación en México

1.- Primer acto.4.30 de la tarde en el auditorio de la inspectoría de Santa María Zotoltepec, en el municipio de Ixtacamaxtitlán, a tres kilómetros de Ixtaca Zone, la serranía en la que Almaden Minerals, exploradora minera canadiense, encontró oro el 9 de agosto del 2010. A la entrada del auditorio se encuentra el grupo de Almaden con las personas que hemos venido a contar la experiencia en Tetela. Han estacionado afuera dos camionetas; al final del evento, contaré unas diez pick ups, muchas de ellas con equipos de trabajo y herramientas. Se ve que vienen del campo, a pesar de ser domingo.

“¿Quién es el líder?”, se escucha decir a un hombre mayor con gorrita blanca y vozarrón de sargento. Es obvio que es la representación canadiense.

“Aquí nadie es cabeza”, zanja de plano la Ambientalista.

“Tenemos once años aquí --dice un hombre joven, con chamarra negra cerrada al cuello y botas de explorador, al que después identificaré como Roosvelt, y a quien acompaña un joven a quien aquí me referiré como “el chiapaneco”--, la gente nos conoce, estamos haciendo todo correctamente, con los permisos necesarios, cumpliendo con todo lo las reglas disponen, así que lo que dicen que está ocurriendo es mentira.

“Bueno, pero todavía no están operando la mina”, le digo yo.

“Estamos en exploración, tenemos muchos años en eso.”

“¿Cuándo empiezan la mina?”

“No se sabe”, dice el geólogo chiapaneco.

“Nunca se sabe --dice Roosvelt--, puede no convertirse en una mina, no tenemos idea de si va a ser una mina o no. Ustedes dicen que usamos cianuro, ¿dónde?”

“Estaría perfecto que se vieran los hechos”, sigue el chiapaneco.

“Pero es una mina a cielo abierto…”, dice la ambientalista.

“¿Cómo saben?”

“Es obvio que van a hacer una mina a cielo abierto…”

“¿Quién dice eso?, ¿quién dicen eso?”, se escucha la recia voz del canadiense Morgan Norm Dirk, el ingeniero geólogo que dará la cara por Almaden esta tarde. Así se le verá toda la sesión, enojado, duro, oculto el pelo cano en una gorra blanca de beisbolista.

“Les estamos preguntando…”

“Estamos en un fase de exploración, nada más”

“Okey, estamos preguntando si va a ser una mina a cielo abierto, si la respuesta es que están en exploración, okey, that’s enough”

“Pero hay otro asunto aquí --grita el ingeniero--. La información que ustedes están dando es falsa, hay mucho mala información.”

“Pero no tiene que gritar”, responde la ambientalista.

La conversación regresa con los geólogos Roosvelt y el chiapaneco. Un hombre de Santa María les pregunta: “¿Y para qué sirven los listones.” El chiapaneco se impacienta, no se explica que le pregunten eso. El ingeniero Morgan da la vuelta al grupo y se pone al lado del hombre que ha preguntado.

“Nosotros no trabajamos así --dice el chiapaneco--, nunca entramos a una propiedad sin permiso”

“Bueno, esa es una --dice el hombre al que el ingeniero Morgan mira fijamente, sin perderle una palabra--, otra, estamos enterados de que van a perjudicar todo aquí, nosotros queremos saber, porque si no, no los dejamos.”

“Eso es lo que nosotros quisiéramos saber --responde el chiapaneco--, ¿de qué forma vamos a perjudicarlos. Si usted fuera con nosotros a ver el trabajo que realizamos, verá que prácticamente no se está perjudicando en nada.”

“Uno puede ir a ver dónde están barrenando, pero como uno no sabe... Y ya vimos que en Tetela están en huelga.”

“Eso es enteramente ajeno a nosotros, somos ajenos a esa empresa, nuestro centro de trabajo es Santa María, y con la responsabilidad y compromiso que tenemos por el medio ambiente, con la limpieza, con tener buenas relaciones, nosotros absolutamente nada tenemos que ver con Tetela. Que hay empresas que no pueden cumplir con las normas, es su problema, nosotros estemos cumpliendo con las normas de Semarnat, con las normas de la Secretaria de Economía, tenemos todos los permisos legales.”

Se interrumpe esa conversación con la opinión de la ambientalista sobre lo que vendrá con la mina cielo abierto, particularmente con el consumo excesivo de agua y uso del cianuro. Entonces interviene Morgan:

“Pregunte a la gente si están sufriendo de falta de agua”, dice.

“Ahorita no, ¿pero qué va a pasar con la mina…”

“¿El cianuro, para separar el oro y la plata…?”

“Hay cien minas en Estados Unidos --afirma Morgan, mientras el chiapaneco sonríe condescendiente--, que usan cianuro y nunca ha estado un accidente con cianuro… ¿Qué dice de eso?”

“Usted dice que nunca ha ocurrido un accidente con cianuro en el mundo?”

“Estoy hablando de las empresas que trabajan aquí, de Canadá y Estados Unidos, no ha estado ningún fatalidad, accidentes graves con cianuro.”


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