• José Luis Servín
  • 21 Febrero 2013
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Presas Miguel Alemán(Temazcal) y Miguel de la Madrid (Cerro de Oro)

Hoy jueves 21 de enero, en Profética, un grupo de ciudadanos de la Sierra Norte, del pueblo totonaco de Ignacio Zaragoza asomado al río Jonotla (Ajajalpan, en Olintla,  expresan su negativa a la construcción de una hidroeléctrica en su territorio. “No queremos --han dicho--, y defendemos la tierra, el agua, nuestros hijos”.

(Ver reportajes sobre Olintla en Mundo Nuestro: http://tinyurl.com/aydfkhv)

El miércoles, en La Jornada de Oriente, Guadalupe Gálvez entrevistó a Pablo Rodríguez Regordosa, el secretario de economía estatal, principal impulsor de los proyectos hidroeléctricos: "Hemos estado muy cerca de la empresa --dijo el funcionario--, y éstos a su vez de la gente. Los habitantes de Olintla sí quieren el proyecto, anhelan el proyecto, pero hay organizaciones no gubernamentales que están haciendo ruido”. Esa es la versión del gobierno de Moreno Valle: los indígenas sí quieren, pero de afuera les meten ruido.

Dos versiones. Dos mundos enfrentados. Como dijera Guillermo Bonfil Batalla, los funcionarios “quieren salvar al indígena de sí mismo”.

Bien harían los funcionarios públicos si meditaran en lo dicho por el antropólogo Víctor Pozas Horcasitas (1912-1994), autor entre otros libros de Juan Pérez Jolote, biografía de un tzotzil (1948), Los mazatecos y Chamula, un pueblo indio de los altos de Chiapas, todos publicados por el Fondo de Cultura Económica: “Aplicar un programa de desarrollo a un grupo Indígena no quiere decir que salga de la marginación y forma de vida precaria de la de antes.  Se puede dejar de ser indígena sin dejar de ser pobre.”

Hoy en Mundo Nuesto presentamos un texto de José Luis Servín que nos ayuda a entender estos conflictos en el largo plazo. Porque no es la primera vez que el Estado se planta ante los pueblos originarios con sus proyectos de desarrollo. Y cuando lo ha hecho, porque no lo hace a diario, provoca catástrofes sociales y ecológicas, como la que ocurrió en los años cincuenta con la construcción de la presa Temascal, conocida mejor como Miguel Alemán, en Oaxaca, en la zona baja del territorio mazateco, y en los años ochenta, con la presa Miguel de la Madrid, que inundó el territorio chinantleco.

José Luis Servín es Psicologo por la UNAM, con estudios de Gobernabilidad y Gerencia Política por la George Washington University; ex-funcionario del Instituto Nacional Indigenista, ahora es socio de dos empresas y presidente de Educación para el Desarrollo Comunitario Emiliano Zapata, A.C. (EDUCA, A.C.)

Etnocidio por progreso: la inundación del territorio mazateco en 1955

Por José Luis Servín

En unas de las mejores tierras de cultivo del estado de Oaxaca, en el Distrito judicial de Tuxtepec, se  construyó la Presa “Miguel Alemán”, el más grande proyecto hidroeléctrico del gobierno federal en los años cincuenta. Hablamos de la zona baja de la región mazateca. La obra, se inició en el año de 1949, durante el período presidencial del Licenciado Miguel Alemán, y fue concluida en 1955.  Se realizó sobre el río Tonto, que junto con el Santo Domingo forman el Papaloapan. En un principio el proyecto, estaba destinado a la irrigación y a la generación de energía eléctrica, esa fue la justificación oficial, aunque se mencionó extraoficialmente que tambien se construiría para evitar las inundaciones del bajo Papaloapan en el estado de Veracruz, de donde era originario Miguel Alemán.


Cortina y poblado de Temascal

Sesenta años después, solo sirve para generar energía eléctrica en dos plantas, una concesionada a ICA Fluor Daniel y otra que opera la Comisión Federal de Electricidad. Hay que decirlo, también para algunas acciones de pesca.

El costo social de la obra: unos 22 mil mazatecos de los municipios indígenas de San Pedro Ixcatlán, San José Independencia, Santa María Chilchotla y,  en su mayoría, de San Miguel Soyaltepec, entre otros, prácticamente fueron obligados a abandonar sus tierras.

Alrededor de 5 mil familias indígenas vieron expropiadas cerca de 52 mil hectáreas de sus mejores tierras. Actualmente, de este número de hectáreas la Presa “Miguel Alemán”, cubre  47 800 hectáreas.

Qué sucede cuando un grupo étnico es desplazado, si la concepción indígena condensa todo lo que el grupo ha aprendido a través de su historia. Por esa razón podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Cómo un grupo puede entender que lo que ellos consideraban como suyo ya no lo va ser? ¿Cómo poder olvidar de un momento a otro sus costumbres, su idioma? ¿Cómo adaptarse, ya desplazados, a un lugar donde tienen desventajas? Sin duda para los mazatecos fue muy difícil comprender esto, dejar su tierra, dejar a sus muertos, y cambiar el concepto de mundo y de familia que ellos tenían, ya que para ellos consideraban a todos los miembros del municipio como si fueran de su familia.


San Pedro Ixcatlán, en el encierro de las  aguas represadas


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