Hidroeléctricas en la Sierra Norte

Olintla: cuando al Estado se le acabó el camino

El Estado bajó en bulldozer al río. Pero en Ignacio Zaragoza se le acabó la carretera.

La que baja desde Olintla hacia la pequeña comunidad totonaca es una brecha de un solo sentido: vas o vienes,  subes o bajas, no hay vuelta atrás ni anuncio de próximo retorno. Si vas a pie, vas encantado mirando el paisaje; si cargas un bulto de sesenta kilos de café, no te darás esa oportunidad, pero con esfuerzo llegarás a tu destino. Si vas en auto, como de cuando en cuando ocurre, estás metido en un lío si te topas a otro en tu camino.

En esa brecha el Estado modernizador se atascó con su bulldozer.  El mundo totonaca no lo deja bajar al río.

 Y no es un bulldozer de un Estado cualquiera, llegó en un tráiler de la corporación minera Grupo México  que corrió por todo el filo de la sierra hasta Olintla, un pueblo asomado al barrancón del río Ajajalpan, que con sus poderes mestizos --comerciantes, maestros, funcionarios municipales-- apoya el proyecto hidroeléctrico. Desde hace dos meses, un plantón de vecinos le puso el alto a la máquina y desató un conflicto más por los proyectos industriales que el gobierno estatal impulsa de la mano de las grandes corporaciones mineras: Frisco y Grupo México.

No es un Estado cualquiera, es uno que representa a la principal corporación de la industria minera en México: ¿Cómo es que no pueden verlo?, se preguntan los empresarios: tiene ventas de más ocho mil millones de dólares en el 2010, es propietario de las reservas de cobre más grandes del mundo, y es el productor de cobre con menores costos a nivel mundial. Claro, no quiere pagar tanta luz. Sus proyectos hidroeléctricos le ahorrarán millones de pesos al año. Sí, tiene que producir energía para bajar más sus costos.  Por eso han traído un bulldozer  que apenas cabe en el tráiler que lo ha dejado en Olintla, y ha hecho sufrir a la cuadrilla que cubre con llantas la terracería de tres metros de ancho para que no se afecten sus orugas con las piedras. Es la terracería que lleva al río, pero que se acaba en Ignacio Zaragoza, trescientos metros por encima de una corriente que no se deja ver por lo escarpado del monte, por la cerrazón de sus árboles, y porque no hay carretera que baje a su orilla.

¡Hágase la luz! Para eso trajeron el bulldozer.

 

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Ir y venir en un camino estrecho, el del interrogante por la vocación de estas montañas campesinas.

La ruta del industrial que piensa que con su bulldozer trae el progreso:

 “Esta es una región de bajo nivel económico  --les dijo a los totonacas Francisco Cervantes, representante de la empresa, ese mismo día 26, en medio del jaleo entre campesinos de lengua antigua, ingenieros hidroeléctricos consumidos por sus energéticas ansias, comerciantes locales con visión de futuro, autoridades mestizas que se jalan los pelos ante la cerrazón indígena, activistas decididos a hacer valer la justicia, funcionarios estatales arreados y presionados en celulares de recarga en OXXO por sus jefes--. Aquí, ustedes lo saben, las oportunidades son escasas.  Por eso vamos a crear empleos, vamos a pavimentar sus carreteras para que ya no caminen en el lodo.”

Y la vereda de los totonaca a la que no le hace sentido el mundo moderno:

“Señor --le ha dicho Miguel Váquez, uno de los campesinos propietarios de la tierra que cortará el bulldozer monte abajo--. Yo ya tengo trabajo, yo sé trabajar con el machete el campo, siembro el maíz, cultivo mi café.”

Bulldozer y machete, ahí mismo, en ese camino sin retorno en el que desde siempre está metido México.

Por eso el Estado, representado por el Grupo México, se ha atascado en la comunidad de Ignacio Zaragoza.

 

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 Es muy fácil atascarse en la brecha que baja Ignacio Zaragoza, un caminito de tres metros de ancho pegado al abismo oculto del río. El sábado 26 de enero a las 5.30 de la tarde, los tres primeros automóviles que desde la comunidad de Ignacio Zaragoza llegaban a Olintla por ese único camino --una brecha de piedras por la que bajaron restregando llantas viejas las orugas del bulldozer--, se encontraron con el bloqueo.  Un grupo de por lo menos ciento cincuenta personas había puesto desde las cuatro de la tarde varios pedregones a la espera de los representantes de varias organizaciones civiles que por la mañana participaron en la reunión entre autoridades municipales, funcionarios de la empresa Grupo México, visores del gobierno estatal y ciudadanos de la comunidad totonaca que se han opuesto al proyecto hidroeléctrico en su río. Las que siguieron fueron horas tensas, largas: por más de veinte horas, el grupo partidario del presidente municipal de Olintla, quien respalda el proyecto hidroeléctrico, impidió la salida de veintisiete representantes de organizaciones de la sociedad civil, y cuarenta y cuatro campesinos de las comunidades totonacas vecinas, opositores todos a la construcción de la presa. El día 27 a la media tarde,  con la presencia de funcionarios de la Comisión Estatal de Derechos Humanos  y el levantamiento de una queja y el planteamiento de medidas cautelares para garantizar la seguridad de los vecinos opositores al proyecto,  y bajo resguardo de un destacamento de la policía estatal, los retenidos lograron salir del municipio de Olintla.

Pero para llegar al 26 de enero hay otros momentos importantes en este conflicto:

El 5 de diciembre pasado, vecinos de Ignacio Zaragoza impidieron el paso del bulldozer de la empresa constructora (ver reportaje en Mundo Nuestro http://tinyurl.com/akbnzaf Hidroeléctricas en los ríos de la Sierra) y desataron el conflicto: quedó claro desde entonces que la empresa no había presentado manifestación de impacto ambiental (Mundo Nuestro http://tinyurl.com/aydfkhv), que la información a la comunidad por parte del gobierno y de la propia empresa era prácticamente nula, y que grupos organizados de la sociedad civil en la Sierra estaban muy atentos a los acontecimientos. Fue entonces cuando los campesinos totonacas presentaron su manifestó a la opinión pública (Mundo Nuestro http://tinyurl.com/b3qmc8p) con 128 firmas de personas adultas en el que entre otros puntos dijeron:

“Manifestamos que no estamos en contra del desarrollo de nuestro pueblo. Estamos en contra de que se nos impongan obras sin el consentimiento de nuestros pueblos. Estamos en contra de que nos quieran convencer o peor aún obligarnos a aceptar proyectos de los cuales no hemos sido informados para que los aprobemos. Exigimos que se consulte a nuestros pueblos para que sean las comunidades las que decidan el manejo de nuestro territorio.”

El 11 de enero se produjo la primera reunión extraña, pues se llevó a cabo en la calle. La que había convocado el propio presidente municipal Arroyo Bonilla para el 22 de diciembre (Mundo Nuestro http://tinyurl.com/avo5fmw) no se realizó por ausencia de esa autoridad municipal. El presidente convocó para ese viernes 11. El comerciante Alfonzo Francisco Arroyo invitó a los grupos civiles. En el portal del palacio municipal se plantó el presidente con los funcionarios de la empresa; en la calle quedaron los opositores del proyecto, y en condiciones muy poco favorables en audio y en calidad de exposición, la empresa presentó los aspectos generales del proyecto con un plano que los opositores nunca pudieron tener en sus manos. No dieron sus nombres, y uno de sus representantes --reconocido como Walter Schröeder-- negó que la empresa fuera Grupo México. Nuevamente quedó claro que no se había presentado manifestación de impacto ambiental a la Semarnat. El argumento del presidente fue “van a dar empleo, y la presa se va a hacer porque así lo quiere el gobernador”. Los campesinos de Ignacio Zaragoza expusieron una vez más su exigencia de retiro de la máquina de su comunidad. Los gritos de “fuereños, lárguense de aquí” acompañaron la reunión callejera. La reunión no llegó a ninguna conclusión, pero los opositores invitaron al presidente y a la empresa a  una próxima, precisamente para el sábado 26 de enero.

Se acordó, entonces, una sola reunión. La del sábado en la que el Estado nuevamente se atascó.

 

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Es una brecha estrecha. Y dos versiones de lo ocurrido ese día corren por ella. Una, dada por los grupos totonacos opositores y representantes de los grupos civiles, se ha hecho pública aunque no de manera precisa --ni siquiera en la confusa conferencia de prensa del lunes por la mañana en la Universidad Iberoamericana, a cargo de la organización de defensa de los derechos humanos Ignacio Ellacuría; la otra, a cargo de las autoridades, se presentó en un comunicado mal redactado de la Secretaría de Gobernación el sábado por la noche y a través de declaraciones de algunos funcionarios, particularmente del Secretario de Economía.

Tuve acceso, sin embargo, a una narración por parte de un testigo presente en Ignacio Zaragoza el 26 de enero, del lado de los favorecedores de la construcción de la presa.  Contrasto su perspectiva con la que me da Cecilia Zeledón, del grupo civil Unitierra, miembro del llamado Consejo Tiyalt Tlalli.

Las llevaré al parejo:

Funcionario:

“La reunión estaba programada para realizarse en la Escuela primaria de Ignacio Zaragoza, a las 11 horas, convocada por el Frente Cívico de Olintla (Grupo de profesionistas de Olintla, en favor del proyecto), a la cual estaban invitados las autoridades municipales, las ONG¨S, la empresa y ciudadanos de los municipios involucrados en el Proyecto Hidroeléctrico Olintla.”

Cecilia Zeledón:

“Convocamos nosotros a la reunión del sábado 26. El propósito era decirle al presidente municipal que la comunidad exige el retiro de la máquina, que no quiere el proyecto y que hay otras comunidades que apoyan a Ignacio Zaragoza, Vicente Guerrero, Viviano Hernández, la propia Olintla, y de Bienvenido y Xochicuautla, donde se quiere poner otra represa. Estuvimos todos los miembros del Consejo, como Tozepan, CESDER, Centro de Estudios Ecuménicos, Copevi, Unitierra, Unitona, OIA, entre otras. También gente de la ENAH, de la UNAM y de la organización veracruzana La Vida, y del Frente en Resistencia de Necaxa, entre otras.”

Funcionario:

“Los activistas y un grupo minoritario  de habitantes de Zaragoza,  (70-80 Personas) se apostaron en la única entrada a la población y al filo del inicio de reunión programado, impidieron el paso a vehículos y a veces a los concurrentes, al sitio de la reunión, inclusive escuché comentarios de algunos de éstos que a su paso por el grupo inconforme, recibieron insultos y provocaciones.”

Cecilia Zeledón:

“Llegamos a la comunidad a las diez. De inmediato nos dimos cuenta de que había dos reuniones, porque el presidente puso sillas en la cancha, y ya había gente también ahí. Dijimos, nosotros convocamos, no nos vamos a mover de acá. Que ellos vengan. En nuestro plantón calculamos que había unas doscientas personas. Unos compañeros fueron a la cancha y vieron instalaron sillas y una lona para pasar una power point, había, nos dicen, alrededor de cien personas, había sillas vacías, y además llevaron gente de Olintla, sí había algunas personas de la comunidad, pero la mayoría era gente de fuera, había unos jovencitos con gorras nuevas, volteadas para atrás, y todos con pantalón de mezclilla.

Funcionario:

Al ver que el tiempo pasaba y este grupo no se presentaba en el lugar, se integró una comitiva integrada por el Presidente del Frente Cívico, los Delegados de la Secretaría General de Gobierno, (Omar Camacho Gamboa, de Teziutlán y David Díaz Vázquez, de Zacapoaxtla) para invitar al grupo a integrarse a la citada reunión. Fueron recibidos por sus líderes, y con gritos mostraron su negativa a incorporarse a la reunión, solicitando además la presencia del Presidente Municipal, para que respondiera a cuestionamientos de este grupo y ahí mismo celebrar "su" asamblea. Para este entonces, ya habían cerrado totalmente el paso a toda persona ó vehículo.”

Cecilia Zeledón:

“Como a las 12 del día llegó el presidente. Ahí empezaron los gritos y los jalones. Le dijimos la reunión es aquí. Y él, mi reunión es en la cancha. Miguel Vázquez, uno de los compañeros campesinos que organiza la resistencia, le dijo, de aquí no nos vamos a mover. Ellos se fueron a la cancha, que está a dos cuadras. Una comisión nuestra los fue a ver y convenció al presidente, dos personas de Gobernación, el comerciante Alfonso y el señor Cervantes, del Grupo México, con un pequeño grupo de gentes que lo acompañan. Gente de ellos se quedó tras los árboles, algunos tomaban fotos. Ahí volvimos a ver a los jóvenes de las gorras rojas, nos alertó un reportero de La Jornada. Ellos rodeaban al presidente. Y después los vimos en el bloqueo.”

Funcionario:

El Presidente Municipal accedió a presentarse ante este grupo acompañado únicamente de la comitiva antes mencionada, y de inmediato inician "su asamblea"  de acuerdo a una orden del día, que incluía la participación de la Autoridad Municipal, Empresa, ONG´s y habitantes de Zaragoza.  El Presidente municipal les agradece la invitación y pide respeto para todas las personas que asisten a la reunión así como liberar el paso de personas. Fue cuestionado con temas de que por que no presenta el proyecto, permisos y licencias, además de haber mandado el tractor para el inicio de la construcción de la presa. El Presidente da respuesta los cuestionamientos, para luego derivar en preguntas personales de los habitantes de Zaragoza e inclusive de carácter político.

Cecilia Zeledón:

“Habló primero el comerciante Alfonso Francisco Arroyo, quien dice que ellos siempre han respetado a los indígenas, y que hay que enseñarle a los niños a decir la verdad, hace un discurso refiriéndose a los niños, eso me llama mucho la atención, que tenemos que tenemos que ser muy honestos, que tenemos que decirles que el progreso es bueno, que la hidroeléctrica es buena, y que por los niños tenemos que hacerla, que va haber trabajo. Luego habló el presidente, y no dice nada con respecto a la empresa, empezó a denostar a algunas personas, empezó a señalar públicamente con el dedo y a decirles yo a ti te presté dinero cuando estabas enfermo, y te presté de mi bolsa, ni siquiera era dinero de la Presidencia, cuando iba a nacer tu hijo yo te presté dinero, y ahí si la gente se empieza a arrebatar, hasta que una chica de la Universidad Interserrana le dice ‘tú no puedes señalar públicamente a la gente’. Nosotros le preguntamos ‘¿dónde está la manifestación de impacto ambiental?, ¿dónde están los permisos?’, y él no contestaba nada, sólo se dedicó a denostar a la comunidad. Entonces se puso la cosa medio brava. Le pasó el micrófono al señor de la empresa, que igual vuelve a decir que traen el progreso, que habrá dinero y beneficios para la comunidad, que el proyecto es muy bueno, pero no explican cuántos metros tiene la cortina, qué cantidad de agua van a quitarle al río, en dónde la van a devolver. Él nos dice que tienen que entrar con las máquinas porque tienen que hacer estudios de uso de suelo, y que no han hecho la manifestación porque no los hemos dejado entrar, que hasta que entren la podrán hacer. Pero la máquina mide tres metros y medio y el camino real uno y medio, y va a pasar desbaratando los cafetales y las milpas, y la gente no quiere que le tumben su café. De ahí no lo sacamos.

Funcionario:

“Luego tomó la palabra un activista de Veracruz, quien por más de media hora divagó sobre el tema de los proyectos hidroeléctricos, sin concluir en su postura. Se hizo una moción de orden en cuanto al tiempo empleado ya que la orden del día tenía límites de tiempo en la participación (5- 7 min) y al no obtener respuesta, el Presidente Municipal y Comitiva se retiró del lugar, no sin antes agradecer nuevamente la invitación y solicitar respeto y libre tránsito.”

Cecilia Zeledón:

“Entonces tomó la palabra el señor de La vida, Héctor Colío, y empezó por decirles que Grupo México es de las empresas en el mundo que tiene más demandas, y empieza a dar una serie de datos duros de los daños que ocasionan las represas, de lo que ocurre cuando se empieza a secar el río, de las broncas sociales entre los de arriba que tienen agua y los de abajo que no. Entonces el presidente le corta la palabra, dice que tenía otras ocupaciones. La gente se enojó, se fueron detrás de la camioneta para exigirle una cita para negociar la salida de la máquina. Y ahí con los de Gobernación se acordó que sería el martes siguiente. Se fueron. En la bola, ya no supe si para arriba o para la cancha. La gente que estaba en la cancha también empezó a salir, llevaban refrescos y botanas que les dieron rumbo a Olintla, unos en carro y otros a pie, la gente los dejó pasar, porque es un plantón, no un bloqueo. Nunca se cerró el paso. Eso fue como a las dos y media de la tarde”

Funcionario:

“Nos trasladamos al recinto original de la asamblea donde la gente, una 400 personas, esperaba pacientemente el inicio de la reunión. Se dio principio de acuerdo a la orden del día y habló el Presidente Municipal, la empresa expuso lo que significa un proyecto hidroeléctrico, sus ventajas y beneficios. Hablaron los dél Comité de Afectados por la construcción del Camino, el Frente ciudadano y habitantes de cada uno de los municipios y localidades involucrados en la realización del proyecto. Todos estuvieron de acuerdo en la continuidad y aceptación del proyecto y solicitaron a la empresa no abandonarlo solo por un pequeño grupo de personas que no son del municipio.

“Al término de la reunión, a las 4 de la tarde, se solicitó a la concurrencia abandonar el sitio en un solo grupo, ser tolerantes y no responder a ningún tipio de provocación en caso de presentarse. La mayor parte del contingente pasó, entre gritos de rechazo al proyecto y de que retiraran el tractor, y cuando el vehículo que transportaba al Presidente Municipal pasó enfrente de los inconformes fue retenido rodeándolo e impidiendo su tránsito. Nuevamente La Autoridad Municipal solicitó respeto y libre paso, pero fue rechazada su petición hasta no firmar un documento, en el que entre otras cosas solicitan tener una reunión con él el día martes 29 y retirar de inmediato la maquinaria. Nuevamente los Delegados de Gobierno, platican con los inconformes y el Presidente Municipal, firmando el pliego petitorio de los inconformes.
Con lo anterior, permiten el paso de los vehículos y de toda la gente en favor del proyecto, y a la llegada a Olintla ya estaba un grupo de personas que se sintieron ofendidas por el grupo opositor poniendo piedras en el camino, bloqueando el acceso a la población de Olintla.


Cecilia Zeledón:

Entre las dos y las seis de la tarde la gente tomó la palabra de manera espontánea. Habló mucha gente de la comunidad y de las organizaciones. Cominos. Ya como a las cinco la gente empezó a quererse ir. El primero fue Ignacio Ribadeneyra, luego la gente de Necaxa. Ellos fueron los que se encontraron con el bloqueo, en el cruce ya en Olintla, en la punta, justo donde empieza el cemento, las piedras ahí las pusieron, y las pusieron desde las cuatro, según contó un reportero Alfaro, de La Jornada, que estaban quemando hojas secas y cartones. Era gente de Olintla, y maestros de la SEP, pues en las fotos que la gente ha visto los reconoció. Es que la gente de Olintla no tiene terrenos por Zaragoza, no tienen terrenos por donde van a hacer los caminos, muchos no son totonacas, son mestizos, y muchos ya no son campesinos. Estaba Alfonso Cervantes, de la empresa, allí estaba tomando fotos y video. Y el presidente municipal, él le exige a Nacho Ribadeneyra, con un documento que está hecho a mano, que firme para que no haya más desorden, es donde les dicen que no vuelvan nunca a Olintla. Entonces la misma gente de Olintla empieza a insultar al presidente porque los va a dejar salir, ellos querían algo más violento, pero él les dijo, saben qué, déjenlos ir, y ahí lo siguieron insultando y diciendo que en Olintla las cosas se resuelven con muertos. Nuestra gente firma, y luego nos llamaron y nos dicen, saben qué, no vengan, porque los van a linchar. El presidente le dijo, ‘yo me comprometo a que ustedes salgan, pero no me cargo de los que quedan, yo no puedo decirle a esta gente que ya no haga nada. Ignacio se angustió, nos llamó, dice ‘están con palos y piedras, los van a linchar’. La gente de Ignacio Zaragoza que nos acompañaba, algunos a los que ya les han matado a familiares, nos dice, ‘vámonos, vámonos’, y todos para atrás. Muchos de los que también subían eran de comunidades, de Viviano, de Vicente Guerrero, de Olintla. Les dijeron los del bloqueo  ‘ustedes que vienen a pie, pueden pasar, queremos a los ambientalistas’. Y gritaban, ‘queremos la cabeza de la Tozepan’, y se referían al dirigente de esa organización que estaba con nosotros. Entonces la gente de las comunidades hicieron una bolita y platicaron, luego nos dicen, ‘no los vamos a dejar solos’, y ai venimos todos de regreso, despacitito, hasta el plantón. Ahí nos estuvimos veintidós horas en el plantón.”

Funcionario:

“Se fueron todos al palacio municipal, el presidente, los Delegados, los de la empresa. Hasta ahí llegó un guardia municipal a informar que a un grupo de personas identificado con los activistas estaba retenido por la gente de Olintla que bloqueaba el paso. Para allá se regresaron el Presidente Municipal y los Delegados de Gobierno para persuadir a los habitantes a que permitieran el paso de esta gente, cosa que sucedió después de una largo rato. A su regreso, comentaron que se trataba de gente del SME, de Necaxa y que ya habían abandonado Olintla. También comentaron que faltaba por salir los activistas radicales, y no se supo si pernoctarían en Zaragoza ó más tarde saldrían.

Cecilia Zeledón:

Como a las ocho de la noche, ya cuando estábamos retenidos, alguien puso una cadena con candados en la casa de las monjitas Carmelitas. Son tres, una es totonaca, del pueblo de Bienvenido. Les cerraron el acceso. Ellas Ya fueron a poner su denuncia aquí en Puebla. Fue hasta el día siguiente, cuando llegaron los de derechos humanos, que se quitaron las cadenas de su casa. Les dijimos que se vinieran con nosotros, pero no quisieron, a pesar de que les pintaron consignas contra ellas en su casa.

“La gente de Gobernación llegó a las 12.05, yo vi el reloj, y nos ofrecieron que ya habían garantías para salir. Nosotros habíamos llamado a amigos para ver si había salido algo en Puebla. Nos avisaron a esa hora que Manzanilla había dicho que ya habíamos salido, que éramos ocho, ¡y éramos setenta y uno! Nos pusimos en fila, dijimos, a ver, los de Zaragoza acá, los de Vicente Guerrero, los de Viviano por aquí, los de Olintla por allá, y los ambientalistas por aquí. De fuera éramos veintiocho personas, de las comunidades cuarenta y cuatro. Había mujeres, niños. Todos decidimos quedarnos. Las mujeres de la comunidad nos dijeron, no se vayan, los van a emboscar, esa fue la palabra que nos dieron, y ellas conocen a la gente. Dicen, ’no van a venir, no se preocupen, allá van a estar allá afuera, en las veredas, pero aquí no les van a hacer nada’ Dormimos en las camionetas, haciendo guardias, cenamos, y fuimos conscientes de que estábamos secuestrados.”

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Dos versiones. Dos mundos. Un solo camino.