• Sergio Mastretta
  • 31 Enero 2013

 

 Es muy fácil atascarse en la brecha que baja Ignacio Zaragoza, un caminito de tres metros de ancho pegado al abismo oculto del río. El sábado 26 de enero a las 5.30 de la tarde, los tres primeros automóviles que desde la comunidad de Ignacio Zaragoza llegaban a Olintla por ese único camino --una brecha de piedras por la que bajaron restregando llantas viejas las orugas del bulldozer--, se encontraron con el bloqueo.  Un grupo de por lo menos ciento cincuenta personas había puesto desde las cuatro de la tarde varios pedregones a la espera de los representantes de varias organizaciones civiles que por la mañana participaron en la reunión entre autoridades municipales, funcionarios de la empresa Grupo México, visores del gobierno estatal y ciudadanos de la comunidad totonaca que se han opuesto al proyecto hidroeléctrico en su río. Las que siguieron fueron horas tensas, largas: por más de veinte horas, el grupo partidario del presidente municipal de Olintla, quien respalda el proyecto hidroeléctrico, impidió la salida de veintisiete representantes de organizaciones de la sociedad civil, y cuarenta y cuatro campesinos de las comunidades totonacas vecinas, opositores todos a la construcción de la presa. El día 27 a la media tarde,  con la presencia de funcionarios de la Comisión Estatal de Derechos Humanos  y el levantamiento de una queja y el planteamiento de medidas cautelares para garantizar la seguridad de los vecinos opositores al proyecto,  y bajo resguardo de un destacamento de la policía estatal, los retenidos lograron salir del municipio de Olintla.

Pero para llegar al 26 de enero hay otros momentos importantes en este conflicto:

El 5 de diciembre pasado, vecinos de Ignacio Zaragoza impidieron el paso del bulldozer de la empresa constructora (ver reportaje en Mundo Nuestro http://tinyurl.com/akbnzaf Hidroeléctricas en los ríos de la Sierra) y desataron el conflicto: quedó claro desde entonces que la empresa no había presentado manifestación de impacto ambiental (Mundo Nuestro http://tinyurl.com/aydfkhv), que la información a la comunidad por parte del gobierno y de la propia empresa era prácticamente nula, y que grupos organizados de la sociedad civil en la Sierra estaban muy atentos a los acontecimientos. Fue entonces cuando los campesinos totonacas presentaron su manifestó a la opinión pública (Mundo Nuestro http://tinyurl.com/b3qmc8p) con 128 firmas de personas adultas en el que entre otros puntos dijeron:

“Manifestamos que no estamos en contra del desarrollo de nuestro pueblo. Estamos en contra de que se nos impongan obras sin el consentimiento de nuestros pueblos. Estamos en contra de que nos quieran convencer o peor aún obligarnos a aceptar proyectos de los cuales no hemos sido informados para que los aprobemos. Exigimos que se consulte a nuestros pueblos para que sean las comunidades las que decidan el manejo de nuestro territorio.”

El 11 de enero se produjo la primera reunión extraña, pues se llevó a cabo en la calle. La que había convocado el propio presidente municipal Arroyo Bonilla para el 22 de diciembre (Mundo Nuestro http://tinyurl.com/avo5fmw) no se realizó por ausencia de esa autoridad municipal. El presidente convocó para ese viernes 11. El comerciante Alfonzo Francisco Arroyo invitó a los grupos civiles. En el portal del palacio municipal se plantó el presidente con los funcionarios de la empresa; en la calle quedaron los opositores del proyecto, y en condiciones muy poco favorables en audio y en calidad de exposición, la empresa presentó los aspectos generales del proyecto con un plano que los opositores nunca pudieron tener en sus manos. No dieron sus nombres, y uno de sus representantes --reconocido como Walter Schröeder-- negó que la empresa fuera Grupo México. Nuevamente quedó claro que no se había presentado manifestación de impacto ambiental a la Semarnat. El argumento del presidente fue “van a dar empleo, y la presa se va a hacer porque así lo quiere el gobernador”. Los campesinos de Ignacio Zaragoza expusieron una vez más su exigencia de retiro de la máquina de su comunidad. Los gritos de “fuereños, lárguense de aquí” acompañaron la reunión callejera. La reunión no llegó a ninguna conclusión, pero los opositores invitaron al presidente y a la empresa a  una próxima, precisamente para el sábado 26 de enero.

Se acordó, entonces, una sola reunión. La del sábado en la que el Estado nuevamente se atascó.

 

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