• Ma. Inés Del Río
  • 30 Enero 2014
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Por: Ma. Inés Del Río/Taller de Periodismo Narrativo

Ya es tarde y tengo que llegar a comer con mi familia pero el tráfico no me deja. Al llegar a Cholula comienzan las preguntas que ya se están volviendo parte del viaje de regreso a casa: “¿pasa por el castillo?, ¿me lleva al castillo de los leones?”, casi siempre son las mismas.

Paso por el castillo desde que era una niña.

El castillo tiene 72 habitaciones  y dos leones en la parte frontal pintados de dorado.  Y detrás de ellos, para subir las escaleras, hay dos esculturas de caballeros vestidos con armadura. Siempre han estado pintado de azul y blanco con detalles en negro. 



Foto tomada del portal Yo soy Puebla

De los leones poco me acuerdo, eran dos, pero de memoria sé que nos daban miedo y preferíamos pasarnos del otro lado de la calle para no pasar junto a ellos, sus rugidos eran fuertes y estaban en la jaula de la parte frontal del castillo.  Muchos se quejaban y decían que los leones no deberían de estar ahí, y finalmente uno de ellos murió y el otro se lo quitó el gobierno.

¿A quién si no? Al Mil Amores.



En cuanto al dueño, es conocido como “El Mil Amores”. Cada que paso por el castillo me da curiosidad y volteo a verlo; tiene como setenta y tantos, pienso. Sin embargo, en las numerosas entrevistas que le han hecho dice que tiene 80 años. Los turistas pasan enfrente de su castillo y toman fotos. Él solo sale a darles la bienvenida a Cholula y se vuelve a meter. Por lo general está por ahí, a las afueras de su castillo, vestido de pantalón, camisa y chaleco. Siempre lleva lentes oscuros y al fondo se ve su oficina llena de fotos de los periódicos en los que han salido entrevistas o predicciones atinadas.

Porque el Mil Amores es un adivino.

Su nombre completo es José Andrés Diego Gaona Ordaz,  y su apodo de “El Mil Amores” se debe a las numerosas mujeres con las que ha vivido. En algunas de sus entrevistas dice que son dieciocho mujeres las que han llegado a él, y que incluso una vez tuvo problemas con una adolecente de 16 años.

Se dedica a adivinar el futuro y la suerte de las personas y le molesta que lo llamen “brujo” porque que él no cree en la brujería sino en los números. Desde pequeño le gustó la astrología y su número favorito es el nueve, lo cuenta en una de sus entrevistas.

Al preguntar por él algunas personas afirman que es mucho más grande de lo que aparenta e incluso un señor dijo que cuando era niño lo conoció, y él, el Mil Amores,  ya era todo un jovencito; “no puede tener esa edad”, me dice el  señor alarmado e incrédulo.

Es todo un personaje y por aquí la gente dicen que “quién no conoce a el Mil Amores o no ha escuchado hablar de él, no conoce Cholula”.

Y ahora mismo me pregunto, como cuando era niña: ¿pasaré por el castillo?

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