• Sergio Mastretta
  • 17 Octubre 2012

Primera de tres partes

Tetela de Ocampo, Pue. “Descapotar el cerro”, dicen los ingenieros de minas, porque sus ojos y sus instrumentos buscan las piedras. Y ahí estarán los buldócer para cumplir su propósito. Y los molinos para convertirlas en polvo, y el cianuro para volverlas escoria. No distinguen un pino de un cedro, ni aprecian los encinos por su follaje, ni los liquidámbares por el reflejo dorado de sus hojas. Tampoco hay tejones ni tlacuaches, ni cenzontles ni carpinteros.  Ellos quieren el oro, apremiados como están por los financieros y los precios a futuro. El grupo CARSO tiene en su minera su crecimiento más explosivo en la bolsa de valores, impulsado por la dinamita que vuela los montes mexicanos. El oro. Veinte toneladas producía México en el 2001; setenta extrajo de las piedras en el 2010. El mundo se mueve por los coches y las computadoras, y nada funciona sin los circuitos metálicos. ¿A quién le importa entonces un cerro menos en la avasalladora historia del progreso humano? Y por si acaso, para eso están las leyes y los abogados.

Cielo abierto, cerro muerto. Minería y los proyectos de muerte. Con esas palabras han invitado al foro de discusión sobre este proceso en Tetela diversos grupos civiles y académicos de distintas universidades el martes 19 en las instalaciones del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP en esta ciudad de Puebla. Tetela hacia el futuro, A.C., Unitierra en Puebla, UNITONA, Puebla Verde, A.C., y académicos como Luis Villoro y Fernanda Navarro, de la UNAM y Sergio Tischler y John Holloway, del  ICSyH de la BUAP, participarán en dos mesas de discusión (Lo local, con la moderación de Cecilia Zeledón, por Unitierra y La reflexión crítica, moderada por Pedro Valencia, de UNITONA). Convocado por el Posgrado de Sociología del propio Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, el foro estará abierto al público a partir de las 10 de la mañana en la llamada Aduana Vieja (2 Oriente 409). Lo que aquí se presenta no es más que el primer capítulo en un conflicto que será largo y tortuoso como los caminos de la sierra poblana.

Junio del 2012. Han pasado más de tres meses desde que la asociación civil Tetela hacia el futuro hiciera la denuncia contra la compañía minera. A la fecha, las autoridades (SEMARNAT, PROFEPA, CNA, SSAOT), no han informado qué quiere hacer Minera Frisco, pero sí lo saben los vecinos que han recibido la oferta de compra de sus terrenos en La Cañada:

“La empresa está interesada en su propiedad --les ha dicho el abogado Alejandro Martínez--. Minera Espejeras, S.A. de C.V., pertenece a Minera Frisco, SA de CV. El nombre lo adaptamos al lugar (se refiere al término Espejeras). El accionista es Carlos Slim. Es una realidad el proyecto, es un hecho que se va a explotar para el beneficio del mineral bajo el sistema de lixiviación… ¿Qué va a pasar?, cuando empiece el tajo abierto van a empezar a pelar, ¿qué va a quedar? Va a quedar piedra. ¿Qué pasó con los arbolitos, con las ramas, con todo lo que esté ahí? Se acabó…”

Y les confirma lo que los funcionarios gubernamentales no quieren ver: que han encontrado que el cerro de La Espejera puede dar hasta dos gramos de oro por tonelada, que pelarán totalmente la capa vegetal y que dinamitarán la roca y que instalarán “molinos gigantescos” con capacidad de triturar hasta diez mil toneladas de piedra al día. Que utilizarán cianuro como reactivo químico para separar el metal, que desecharán para siempre enormes cantidades de escoria, que depositarán los residuos contaminados en las llamadas “presas de jale”. Y que se irán en diez, quince, veinticinco años, dejando en La Cañada un peladero eterno.

Y Minera Frisco tiene ya 72 hectáreas compradas en el cerro La Espejera, en Tetela. 800 por 900 metros, suficientes ya para una explotación a cielo abierto. Y para cambiar la historia de la Sierra.

Primavera del 2012,  el conflicto entre el desarrollo económico y la conservación ambiental amenaza con convertirse en un problema social de magnitud extrema. En Tetela de Ocampo, en esa vieja cañada de oro que identificó por siglos al pueblo, una corporación minera propiedad de Carlos Slim se propone producir oro con el sistema de tajo o cielo abierto, y devastar, por tanto, una de las pocas reservas forestales que quedan en la Sierra de Puebla.

Y como pocas veces en Puebla, un esfuerzo civil organiza e impulsa un movimiento contra el proyecto minero que de llevarse a cabo convertirá en paisaje lunar centenares de hectáreas de coníferas, depredará los acuíferos de la cuenca del río Zempoala y romperá con la fuerza de un cataclismo el entramado social de esa región serrana. Y de paso, expone la indefensión de la naturaleza ante la violencia industrial y la de los ciudadanos ante las leyes que regulan las explotaciones mineras y las burocracias que las administran.

El 25 de mayo pasado, y por denuncia del grupo civil Tetela hacia el futuro, la PROFEPA realizó una visita de inspección en el cerro La Espejera, en la cañada de Tetela, y encontró que ya hay más de 80 barrenos de exploración. El procedimiento se llevará sesenta días, y hasta entonces sabremos los ciudadanos si la empresa minera cuenta con los permisos de exploración que debió otorgar la SEMARNAT, y si se reconoce formalmente que su intención es la de la explotación a cielo abierto, como sin rubor alguno anuncian los abogados que para FRISCO han comprado ya más de setenta hectáreas del monte que ha logrado sobrevivir en Tetela. Y si contaron con la aprobación de la Comisión Nacional del Agua. Y si presentaron estudio de impacto ambiental.

 

La región de La Cañada, en Tetela de Ocampo

Polígono que identifica la zona de extracción del proyecto minero

 


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