".$creditoFoto."
Por Miguel Ángel Domínguez

Atlixco, Puebla. 29 de Noviembre del 2012. José Antonio Escalona y Minerva Martínez tienen cuatro semanas de casados. Una de las condiciones de la joven mujer para aceptar el matrimonio fue la de establecerse en Atlixco, y por dos razones: aquí trabaja y el clima es inmejorable.

Pero pronto se encontraron un problema: dónde vivir con costos accesibles a sus ingresos y con las condiciones de servicios públicos indispensables para una vida urbana digna.

Yo los escucho y recuerdo lo que me han dicho recientemente funcionarios municipales: no existe ordenamiento ecológico en Atlixco; falta infraestructura, comunicaciones y servicios en la urbe y en las comunidades; han imperado los cabildazos para cambiar al mayoreo usos de suelo.

Simplemente desorden, abusos, caos.

José Antonio y Minerva buscaron en Google una casa en renta y se toparon con más de dos millones de sitios en internet bajo esa denominación. Los más frecuentes: inmobiliarias Geo y Homex. A la fecha siguen escudriñando sobre un lugar “digno” al que puedan llamarle hogar. En las ofertas de la primera empresa, el agua escasea y las albercas “privadas” construidas frente a las viviendas casi siempre están vacías por un problema entre los desarrolladores y los vecinos de las colonias aledañas quienes se disputan la posesión de ese líquido, incluso a golpes y con la intervención de la policía local.

Desde la carretera siglo XXI, que rodea por el norponiente la ciudad y conduce de este municipio al estado de Morelos, el mar uniforme de construcciones de Geo parece darle a la zona un nuevo status social. Pero la realidad es que se trata de casas de descanso que sólo sirven para arrancar enconos derivados de una mala planeación inmobiliaria.

José Antonio y Minerva sufren las consecuencias de una mancha que creció como la gran mayoría de las ciudades medias en México, rebasadas por la insuficiencia de los planes de desarrollo y la ineficacia de los gobiernos municipales que los aplican.

Los nuevos esposos, que en promedio alcanzan cada uno un salario de 7 mil 500 pesos mensuales laborando, ella, en una compañía privada de telefonía, y él como agente publicitario de una franquicia, lograron finalmente establecerse en una vivienda del Centro Histórico de Atlixco. Es consecuencia de la anarquía que representa el impacto inmobiliario de los últimos años.     

             Por supuesto, alguien paga este desarrollo urbano desbocado. Son los antiguos propietarios de la tierra, los campesinos de los pueblos que poco a poco, como en tantas grandes urbes del mundo, son absorbidos por la ciudad. Así ocurre también en esta que presume el mejor clima del mundo.

Del otro lado de la ciudad, hacia el sur de la mancha urbana de Atlixco, específicamente en la colonia Revolución, en donde hace casi una década había una reserva ecológica, Juan Osorio termina, junto con el ocultamiento del sol, el corte de la poca flor de muerto que produce su pequeño terreno. “No es para venderla… apenas salen diez maletas. Es más bien para la familia, para nuestros muertos”.

Juan, un campesino de tradición, prácticamente fue obligado en el 2007 por las autoridades locales a vender, a diez pesos el metro cuadrado, casi la totalidad de sus tres hectáreas. Sólo se quedó con un terreno de diez metros de largo por siete de ancho. Hoy, sobre lo que era su ejido, pasan decenas de autos por minuto que se encarrilan hacia bodega Aurrerá y Soriana, las marcas que simbolizan junto a los Plaza Atlixco la modernización de una ciudad contra la denominación peyorativa de pueblo. Dos monopolios que recibieron, vía cambio ilegal de uso de suelo, las facilidades de los ayuntamientos en turno para instalarse.

“Eso se llama desmantelar al campo”, sostiene el labriego.

              Especulación inmobiliaria, densidad poblacional a la baja, pérdida de más de 900 hectáreas de bosques en los últimos cinco años, falta de infraestructura social y de servicios públicos reflejado, por ejemplo, en la ausencia de agua potable en más de 4 mil casas, y sobre todo una descontextualización con respecto a las necesidades urbanas y ambientales requeridas por los habitantes, es parte del saldo reportado por expertos, investigadores y autoridades locales en este reportaje donde se sometió a examen el desarrollo del municipio de Atlixco.

 


            Crecimiento explosivo

            Uno de los temas más discutidos entre grupos sociales, ambientalistas, algunos medios de comunicación y autoridades locales desde 2005.

        Acorde con esta nueva circunstancia ocurrida en los últimos años, los entrevistados observaron un crecimiento cada vez más afectado por las migraciones intra–regionales y por un incremento de inversiones inmobiliarias y en equipamientos y servicios en áreas y predios estratégicos  no aptos para eso.

       Atlixco cuenta en este momento con más de 124 mil habitantes, más de 300 comunidades y pueblos y 11 juntas auxiliares. Pero la evolución de la estructura demográfica de este lugar revela, oficialmente, un crecimiento sin precedentes: entre 1970 y 2005 de 72 mil 373 habitantes la estadística subió hasta 118 mil 813, un excedente de 60 por ciento.

       Sin embargo, Atlixco es de los lugares que encabezan la atracción de población, después de San Martín Texmelucan, y junto con las dos Cholulas y otros municipios más de las dos zonas metropolitanas registradas en la entidad.

 


La inmobiliaria, el agua y el sueño roto de la clase media

 

Va un ejemplo de cómo está creciendo Atlixco:

            A pesar de no contar con los permisos correspondientes para dotar del servicio de agua potable a sus más de 2 mil 500 viviendas edificadas hace más de año y medio en esta ciudad, la compañía constructora Casas Geo mantiene una intensa campaña mediática en la capital del estado para vender sus inmuebles bajo el concepto de que son casas de descanso con todos los requerimientos.

            Y es que dicho fraccionamiento continúa manteniendo problemas con ese servicio, revelaron algunos vecinos del lugar. Levantado al noroeste de la ciudad, ese desarrollo inmobiliario, que costó más de 600 millones de pesos a la compañía, es el de más reciente creación en Atlixco y forma parte del descontrolado escenario de crecimiento urbano en este lugar.

            Este corredor generó desde su llegada una serie de enconos y desacuerdos entre las autoridades locales, los vecinos de las colonias aledañas a esa área, campesinos y los propios dueños de la constructora.

            A nombre de un sector de compradores de viviendas en ese lote de tipo campestre y residencial, Miguel Ángel Huerta expuso en un expediente que a pesar de que aparentemente las condiciones de compra de esas casas son muy ideales, “la realidad es que el servicio de agua potable sigue generando dudas”. En plática con este medio, aseguró que los dueños de la compañía comprometieron su palabra de resolver ese conflicto, “pero hasta la fecha todo sigue igual”, lamentó.

            Aunque admitió que con otros servicios públicos, como la recolección de basura, la vigilancia, la seguridad, la luz y el drenaje no tienen complicaciones, sí es el líquido uno de los motivos para seguir reclamando.Relató que por lo menos en su zona más de 150 familias, cerca de mil personas, padecen constantemente la falta de agua para los usos básicos, como bañarse y hacer las labores cotidianas en casa. “Una de las forma de remediarlo es comprar una pipa entre los afectados o la constructora envía varias para subsanar el asunto; de hecho, a la semana en ocasiones contamos con tres días y la siguiente con cuatro”, relató.

            Lo anterior tiene un antecedente: durante septiembre de 2011 usuarios del manantial de San Baltasar Atlimeyaya, ubicado en la parte alta del municipio de San Juan Tianguismanalco, convocaron a una asamblea en el zócalo de Atlixco con el objetivo de denunciar lo que llaman el “despojo” de ese líquido de parte de la empresa privada Casas Geo y de la Gerencia en Puebla de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

            En caso de que esas dos instancias referidas logren quedarse con una cantidad importante de agua del manantial, expresaron aquel viernes, cientos de agricultores dejarán de sembrar y producir hortalizas para poder subsistir junto a sus familias. Carlos Minutti, uno de los afectados, recordó que dejaron en claro a Manuel Beristáin, gerente en la entidad de Comisión Nacional del Agua, que el proyecto de entubamiento y extracción del agua de esa fuente para llevarla a una parte de Atlixco y a casas Geo no era viable por la reducción de líquido que ese manto ya presenta.

         La respuesta dada por Beristáin es que para evitar problemas sociales entre ejidatarios y Casas Geo la obra de entubamiento del manantial de San Baltasar Atlimeyaya sería suspendida. Indicó que ésta quedará interrumpida, pues con los resultados del estudio para el reordenamiento del río Cantarranas se definirá la disponibilidad (positiva o negativa) del gasto y así determinar el punto de la obra.

            De forma paralela, pobladores de cinco colonias de la zona norte de Atlixco, entre ellas Infonavit, Benito Juárez, Aensca Los Llanos, El Cerril y El Encanto, mantienen su exigencia para obtener una respuesta oficial relacionada con la ausencia de agua potable, a pesar de tener su propio pozo de abasto.

            Concepción Pérez, una de los mujeres que encabeza este reclamo, afirmó que el motivo de todo tiene un nombre: “la presencia de Casas Geo, empresa que busca afanosamente dejar sin el vital liquido a estas colonias para poder entregarla a quienes compran sus viviendas.

            Insistió en que el conjunto residencial Casas Geo tiene, en algunas partes, agua en abundancia para llenar sus albercas. “Pero como esa cantidad no es suficiente para todos los hogares, desde hace meses tuvieron la amabilidad de quitárnosla durante varios días”, subrayó.

            Los vecinos de la colonia Los Llanos, que cuenta con 300 habitantes, relató, tuvieron que perforar su pozo por cuenta propia para abastecerse de dicho servicio. “Sin embargo, la empresa quiere hacer negocios con las autoridades para llevársela a su conjunto residencial”, alertó. Y afirman contar con las pruebas de que en el área de El Cerril ya hicieron una toma extra para darle agua a Casas Geo. “Nuestra inconformidad es por qué a los legítimos atlixquenses nos obligaron a hacer nuestro pozo y a los empresarios les intentan dar nuestra agua”, agregó Felipe Ramírez Vázquez, presidente de la colonia Aensca Los Llanos.



            Diágnósticos, críticas y planes del gobierno municipal

Para tratar de entender lo que ocurre en Atlixco se puede empezar por la oficina municipal responsable de la planificación y regulación del crecimiento de la ciudad. La directora de Desarrollo Urbano y Ecología del ayuntamiento, Norma Solís Tepepa, admitió que en el último lustro se construyeron en Atlixco más de cinco mil viviendas sin la planeación y el ordenamiento adecuado. Durante una entrevista con este reportero, adelantó que en caso de continuar esta tendencia, los servicios básicos como luz, drenaje y agua serán cada vez más imposibles de ofrecer.

Frente a esa realidad, la funcionaria sentenció que en los próximos tres años no habrá más permisos o licencias para la apertura e instalación de más fraccionamientos en el municipio. Admitió que la construcción en la última década de desarrollos inmobiliarios generó en Atlixco una serie de vicios y problemas en materia ambiental, de infraestructura y de servicios.

Y expone un hecho brutal: uno de los datos más reveladores de esta “crisis urbana” padecida en el municipio es que 50 por ciento de las más de 5 mil casas edificadas, la mayoría de interés social, construidas por compañías como Homex y Geo en diversas zonas de la ciudad, están vacías. “Es decir, o las inmobiliarias no lograron venderlas o los dueños prefieren no ocuparlas.

Y sigue el diagnóstico de Norma Solís: “La situación actual del municipio, en materia urbana y de infraestructura, es resultado de una serie de comportamientos poco claros de todas y cada una de las autoridades en turno de los 15 años pasados. Imperaron los cabildazos para cambiar al mayoreo usos de suelo, sobre todo antes de la salida de Eleazar Pérez Sánchez. Nunca tuvieron el cuidado de saber si había, de parte de las constructoras, áreas de donación, incluso aparecieron licencias en predios que no eran para viviendas”.

Hay otras valoraciones críticas. Jesús Aroche Ramos, ex director de la dependencia que hoy encabeza Norma Solís, afirma que “es el favoritismo en el trienio de Pérez Sánchez y en el de Ricardo Camacho lo que permitió a la compañía Geo hacer un verdadero negocio con las miles de viviendas que comenzaron a levantar desde hace más de un año. Ellos obtuvieron permisos en tiempo récord y las licencias correspondientes no tuvieron que pasar por muchos de los filtros administrativos en el ayuntamiento”.

Hoy, sostuvo finalmente Norma Solís Tepepa, la única tarea por realizar a corto plazo para la oficina a su cargo, y frente a esa “devastadora” realidad, es actualizar y registrar todas y cada una de las lotificaciones autorizadas y de plano cerrar permisos. “Es increíble que a estas alturas como funcionarios no tengamos una idea clara y certera de cuántos permisos existen para construir casas”, remató.

Sobre el tema, el regidor del PRD en el ayuntamiento, René Velázquez Ramírez, planteó los principales problemas, retos y rezagos en el rubro ecológico que deben atenderse en Atlixco casi de manera inmediata: “No existe ordenamiento ecológico; falta infraestructura, comunicaciones y servicios en la urbe y en las comunidades”. Y apunta al fondo del problema, las autorizaciones municipales en materia de construcción: “Es muy claro que al cumplir una función importante dentro del municipio, el cambio del uso del suelo permitió manejos irregulares del territorio. Este panorama permite, en resumen, un crecimiento anárquico de la ciudad. Los fraccionamientos y las inmobiliarias son las que definieron el desarrollo urbano de Atlixco”.

Pero este regidor propone: se debe generar un esquema local encaminado a conservar, ampliar y mejorar las condiciones y subsistencia de todos los asentamientos urbanos. De igual manera, es indispensable un estudio capaz de definir las áreas que deben quedar como zonas dependientes o de conservación ecológica. “Y éstas deben precisarse con la participación de los pueblos y las comunidades”.

Y ya encarrilado, el funcionario de origen perredista expone: “Atlixco es identificado como uno de los lugares más contaminados de la entidad. La explicación de esto es que no abundan planes que tengan como objeto prevenir y controlar la contaminación del aire, agua y suelo. Hoy nuestros ríos, arroyos y acequias son de las más llenas de basura. Los suelos están envenenados por las acciones productivas en la agricultura y ganadería, por los residuos industriales y por las acciones urbanas, como los drenajes que desfogan en dichas arroyos. No podemos olvidar que nuestro Atlixco empieza a registrar graves problemas en la contaminación del aire, y eso repercutirá gravemente en la salud de nuestros niños y personas de la tercera edad”.

La propuesta, adelantó, es que durante este trienio pueda lograrse un cambio satisfactorio en este rubro. “Y esto pasa por varias líneas de acción entre las que destacan evaluar permisos de construcción con base en el impacto ambiental en el uso de suelo; reforestar áreas de competencia municipal; crear conciencia basado en la participación ciudadana; clasificar los residuos orgánicos e inorgánicos; incorporar algunas colonias ecológicas que se encuentren ubicadas en áreas al margen de barrancas y fomentar proyectos viables de acuerdo con el presupuesto expedido por la administración”.

Los planes, resumió el regidor René Velázquez, incluyen a corto plazo una respuesta inmediata de parte de la actual administración. “Los ciudadanos deben ser consultados para conocer de cerca inquietudes en el tema del medio ambiente. Hablamos por ejemplo de un análisis sobre la contaminación producida por los vehículos del servicio público y los particulares para conocer que las emisiones del dióxido de azufre, nitrógeno y carbono estén bajo las normas establecidas”.


Los nuevos espacios por explorar

Las seis nuevas áreas con fragilidad urbana detectadas en Atlixco son aquellas zonas propensas a ser fraccionadas. Es decir, están sujetas a la especulación inmobiliaria, afectando suelos con potencial agrícola principalmente, reveló Miguel Larios, integrante del Consejo Municipal de Desarrollo Urbano (CMDU). “La mayoría de estos terrenos cuentan con caminos rurales y no forman parte del continuo urbano”, confirmó.

En Atlixco, comentó durante una entrevista, se localiza una diversidad de predios sujetos a fragilidad urbana. Esta problemática se presenta en seis espacios de la periferia de la ciudad: “en la zona nor–oriente donde existen 451.91 hectáreas. Actualmente muchos de estos predios son destinados para uso habitacional debido a que el costo del suelo es menor en comparación con la zona urbana y suburbana”.

            En un escenario a corto plazo, advirtió, estos desarrollos habitacionales en zonas rurales traerán consigo problemas de movilidad urbana aunados a la falta de servicios e infraestructura como son el agua potable, alcantarillado y electricidad.

            Otro polígono que presenta vulnerabilidad urbana, sostuvo, es el que rodea a las colonias Flores Magón, Francisco I. Madero y fraccionamientos como El Cortijo de la Alfonsina y Val de Cristo. Dicha zona está siendo absorbida por el crecimiento urbano y representa 191.20 hectáreas con potencial agrícola. Esta área es considerada como de media fragilidad debido a que actualmente son terrenos de tenencia ejidal donde desarrollan importantes actividades agrícolas; pero este hecho no asegura quedar exenta de urbanizarse.

            En la zona sur–poniente de Atlixco, afirmó, existen áreas ocupadas por diferentes grupos con una característica tipo rural. “Eso representa gran dispersión sobre terrenos ejidales; incluso se observa la lotificación de estas parcelas”.

            En la parte norte de Metepec, aclaró, hay suelos destinados para vivienda de interés social o venta de predios para familias de escasos recursos; en estos terrenos se observa el trazado de extensas lotificaciones. “Se prevé, en el corto plazo, que estos asentamientos o colonias rebasen en superficie territorial a la propia junta auxiliar, lo cual afectará las características cualitativas que representa el centro vacacional a nivel estatal y federal”.

            Otros sitios propensos a una fragilidad urbana en el mediano y largo plazo, finalizó, son los colindantes a la colonia Cabrera. “Estas extensiones de tierra al estar cerca de las zonas suburbana son susceptibles a ser adquiridas por desarrolladores inmobiliarios; por estar insertos en un círculo económico por la ubicación de viveros y la venta de plantas, se reduce la factibilidad a cambiar totalmente su uso de suelo”.


            El desmantelamiento

Cercana a la realidad anterior, la política gubernamental de las recientes administraciones locales tuvo un impacto negativo en el campo y en los ejidos del municipio de Atlixco. “Los resultados fueron el desmantelamiento o la fuerte amenaza sobre la agricultura campesina, crisis permanente ante un mercado inseguro, pobreza y migración ante la falta de oportunidades”, sentenció el investigador atlixcense Ricardo Pérez Avilés.

Especialmente los ayuntamientos panistas, aunque el último del PRI prácticamente caminó por el mismo rumbo, “mantuvieron la necesidad de quitarle la tendencia rural a las zonas más productivas del municipio, como el caso de las tierras de La Alfonsina y la colonia Revolución para transformarlas en obras de urbanización y negocios propios desde el poder. Eso mismo ocurre en Axocopan; ahí piensan romper con el equilibrio ambiental a cambio de una central de abasto para los coyotes modernos, y no destinada a los verdaderos agricultores”.

            De acuerdo con esta perspectiva, todo el mecanismo de reestructuración de ese sector sucedido desde la década de los ochenta en la zona es resultado del proceso globalizador y está identificado por la apertura y la liberación de los mercados. Y eso incluye, aseguró, la reforma del Estado- nación.

            Uno de los aspectos trabajados, sostiene Pérez Avilés, resulta el más criticado: “El problema no es la sustitución del viejo esquema de control económico del campesinado, así como el sistema paternal y autoritario para la manipulación política, el tono impugnable es formular y ejecutar cambios dirigidos a responder a las condiciones del nuevo orden geopolítico y a conservar las relaciones de poder de los grupos dominantes internos”.

            Por eso, arguye el investigador, “seguimos desde mucho tiempo atrás con un proyecto de exclusión de los grupos campesinos y rurales. Los gobiernos en turno estuvieron dedicados a leer las condiciones externas y la de los grupos privilegiados, pero nunca observaron hacia abajo y en consecuencia desconocen la forma de responder de los agricultores a las nuevas realidades nacionales y mundiales”.

            Insiste: “Bajo esos términos, los políticos transformados en autoridades planean y imponen desde arriba y desde afuera; ejecutan reformas pensando en quitar lastres y pesados resabios internos. Así conciben a los campesinos y a los indígenas porque en ellos encuentran la justificación de sus errores y fracasos”.

            La postura neoliberal alimentadora de la visión oficial sobre el sector del campo, lamentó, sufrió el severo choque con la realidad ejidal en algunas partes del país. Y sobre todo en Atlixco. “El empirismo y el subjetivismo gubernamental apostaron a que junto con el programa de modernización económica del agro mexicano, apoyado con una reforma jurídica a fondo en el Artículo 27 Constitucional, sería suficiente para lograr la destrucción de las imperfecciones que impedían la capitalización del sector y la operación plena del mercado. No importó, a pesar de las versiones contrarias, acabar con la propiedad ejidal”.

           


El diagnóstico de los urbanistas



            Atlixco cuenta, de acuerdo con los datos oficiales obtenidos por este reportero, con 313 asentamientos humanos. El Plan Municipal de Desarrollo Urbano (PMDU) expone: “En la práctica presenta una gran masa poblacional en torno a la cabecera; una conurbación menor al norte entre las poblaciones de San Pedro Benito Juárez, San Juan Ocotepec, Agrícola Ocotepec, Guadalupe Huexocuapan, San Miguel Ayala y San Jerónimo Coyula”.

Hacia el este “es posible apreciar pueblos dispersos alrededor de sus parcelas de producción, entre los que destacan: Santa Lucía Cozamaloapan, Santo Domingo Atoyatempan, San Isidro Huilotepec, Santa Ana Yancuitlalpan, San Juan Tejaluca, Almazan, Juan Uvera y otras comunidades pequeñas”.

            Según el PMDU, en Atlixco el uso del suelo más sobresaliente es el habitacional, seguido por el comercial y de servicios. “Sin embargo, una de las problemáticas urbanas de incompatibilidad precisamente del uso del suelo y que presenta mayor grado de conflicto, es la registrada en la ciudad por el establecimiento del tianguis varios días a la semana, el cual ocupa una extensa área del primer cuadro entorpeciendo el tráfico en ese perímetro y bloqueando completamente el flujo vehicular, generando contaminación y alterando los patrones de vida de los vecinos, quienes aseguran que el mercado es un mal necesario”.

            El municipio, retomó el ex funcionario Aroche, no muestra ningún patrón de crecimiento programado, “por el contrario, observamos un desarrollo desordenado y sin intención definida. En cambio, si plantamos objetivos urbanos es posible diseñar una ciudad bajo esos parámetros. Atlixco tiene condiciones envidiables para ser un lugar turístico de gran nivel, pero es necesario planear bien”.

            Para nadie es un secreto, comentó el también director de una universidad privada, que el PMDU quedó completamente rebasado desde hace un buen tiempo. “De ahí la necesidad de hacer una revisión a ese documento”.

El aumento más importante registrado en el municipio, destaca ese diagnóstico, cuya copia está en poder de este reportero, es en la zona conurbada de Atlixco que registró un ascenso promedio de 48.4 hectáreas al año, mientras que los asentamientos que le proceden lo hicieron a tasas del 2.7 y 1.3 hectáreas respectivamente. A grandes rasgos, sostiene el texto, el problema detectado es el de un desarrollo urbano sin control y anárquico, que requiere cada día de una mayor cantidad de suelo.

El crecimiento anárquico, sentencia el plan de desarrollo urbano, generó múltiples problemáticas urbanas entre las que destacan los asentamientos irregulares que con el paso de los años se formalizan. “En las cañadas se observa la proliferación de comunidades en zonas de alto riesgo, registrándose sólo en la parte central de la barranca de Cantarranas 300 viviendas (aproximadamente mil 470 habitantes) y en todo el municipio se estiman unas 600 casas en estas condiciones (3 mil personas)”.

            Las fortalezas de esta zona son “el acercamiento al importante núcleo de mercado potencial (44 millones de habitantes) que es el área metropolitana del país, es un buen sitio de comunicación interregional y la ubicación de la capital del estado es atractiva”.

            Destacan, por ejemplo, las factibilidades económicas como la gastronomía, ganadería (ausencia de matanza clandestina), floricultura, piscicultura, capital intelectual representado por los profesionistas, captación de divisas de migrantes radicados en los Estados Unidos y sobre todo comercio regional. “Sin olvidar los recursos financieros, entre éstos el buen nivel educativo, la creciente conciencia ciudadana para el pago de impuestos, mano de obra en general y alto nivel de calidad de vida”, añade.

            Sobre el asunto de las oportunidades para Atlixco, el texto del PMDU rescata la “mayor cantidad de recursos económicos transferidos a los ayuntamientos, inversiones extranjeras directas en los municipios, industrialización de productos agropecuarios, establecimiento de empresas de servicios, acomodo de dinero de connacionales para financiamiento de obras locales, promoción turística local a diferentes niveles, proyectos regionales para diferentes áreas, uso de la carretera interoceánica, aprovechamiento de tratados comerciales internacionales, planes de planta de tratamiento de la zona metropolitana de Puebla que repercutirá positivamente a la subcuenca del río Nexapa, transición democrática, coincidencia ideológica entre el gobierno federal, estatal y municipal, reforma constitucional al artículo 115 y mayor comunicación entre gobierno y ciudadanía”.

            Del otro lado de la moneda, Atlixco padece debilidades muy claras, advierte el documento: “Presenta obstáculos importantes para las necesidades de desarrollo sustentable a corto y mediano plazo y son en cuatro rubros principales: naturales: barrancas invadidas por asentamientos irregulares, contaminación en ríos y arroyos, principalmente el Nexapa, deforestación de laderos y erosión de la tierra”.

            Y describe la realidad de los asentamientos urbanos: insuficiente infraestructura como red de agua potable y drenaje, captación y aprovechamiento pluvial, no hay centro de readaptación social en forma, tampoco aparecen una central de abasto y camionera, puentes peatonales y estacionamientos, calles y avenidas para discapacitados, la oferta hotelera es limitada y de baja calidad turística, sistema de vialidades insuficiente, altos niveles de congestionamiento y tráfico y poco control para preservar la imagen urbana”.

            En medio surgen las amenazas: “escasa información y seguimiento para ejecutar proyectos, programas y reglamentos, falta de conocimiento en el tratamiento de la tierra, aplicación incorrecta de los apoyos al campo, crecimiento desordenado de los asentamientos humanos, nada de refuerzo a la identidad propia y a la autoestima regional colectiva, actitud conservadora ante nuevas ideas, narcotráfico procedente de municipios cercanos, falta de consenso en la decisión de proyectos estratégicos, sindicalismo mal intencionado, delincuencia organizada procedente de sitios cercanos y presiones de desarrolladores inmobiliarios externos hacia el municipio, especialmente a las zonas con servicios para crear zonas de dormitorio alternas a la zona metropolitana de la ciudad de Puebla”.

 

+++++


 

                José Antonio y Minerva harán su vida en el viejo centro de Atlixco. Las casas GEO permanerán inhabitadas a la espera de nuevos matrimonios. El agua la pelearán cada vez con mayor encono comunidades y fraccionadores. Los labriegos no resistirán la presión de los especuladores de la tierra. Los funcionarios municipales continuarán pasando la bolita del caos urbano a la siguiente administración.

                Y no dejarán de hacer sus planes de desarrollo urbano sustentable.