• Alejandro Ramírez Rojo
  • 10 Octubre 2013
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Por: Alejandro Ramírez Rojo/Taller de Periodismo Narrativo

El camión me dejó a mitad del camino. Podría sonar como lo que en el norte del país se observa con los camiones que transportan inmigrantes por la frontera y que en ocasiones arrojan su carga a mitad del desierto, pero para mi fortuna en realidad sólo viajaba en un camión de transporte público que simplemente no terminó su recorrido.

 El tiempo puede ser crucial para  muchas personas, pero depende en gran medida de nuestro medio de transporte, y es común que la ciudadanía quede ahogada en el caos que llega a ser el viaje en el pesero.

Llegaba ya el mediodía de un lunes en la ciudad de Puebla. Esperaba en el boulevard 5 de mayo la ruta 2000, la que me llevaría a Ciudad Universitaria de la BUAP, por el rumbo de mi destino. El camión dio un frenazo en la parada, y eso ya hacía pensar en la velocidad que llevaría el viaje.

Una pelotera lo esperaba. Los tensos olores expedidos por los gases de los tubos de escape de los camiones llenaban el aire de su imponente presencia. Cada quien trepó como pudo.

Desde mi sitio observé un grupo de estudiantes con uniforme de bachillerato, algunas personas de edad ya bastante avanzada y una mujer cargando un niño pequeño que maniobraba ágilmente para sujetarse ante el repentino y acostumbrado arranque de este tipo de transporte. Cada quien lleva su propio destino.

El viaje duró aproximadamente media hora, lo que usualmente dilata la ruta desde el boulevard 5 de mayo hasta el Boulevard San Claudio,  tomando en cuenta el tráfico o posibles retrasos en el tiempo en que tarda la ruta 2000  en llegar al primer boulevard. Sin embargo, aquella ocasión la 2000 se quedó averiada a aproximadamente cinco calles antes del segundo boulevard.

En la colonia San Manuel el conductor orilló el camión y salió del vehículo. No dijo nada. Pasaron algunos minutos antes de que regresara a su asiento y tratara de poner en marcha su camión. Durante ese tiempo se puede llegar a pensar en cualquier tipo de incidentes por los cuales te dejen parado a mitad del camino, desde una falla en el motor, la falta de gasolina, la rápida fuga del conductor para comprar una torta de tamal, una detención por alguna patrulla policiaca, el choque con algún otro carro o hasta el violento enfrentamiento entre conductores. O se puede uno poner serio y pensar en el transporte público como uno de los mayores generadores de empleo en el país, uno de ellos el de nuestro chofer, y que según datos del INEGI, en el 2008 Puebla era una de las entidades federativas con mayor financiamiento a los transportes, y que además la ciudad cuenta con la reciente línea de metro-bus  y  tiene 180 líneas de transportes y…

Entonces el conductor regresó a tratar de arrancar el camión, pero no escuchamos más que ligeros golpeteos de la máquina. Así que finalmente, con un desganado movimiento del brazo por fuera de la ventanilla, logró que se detuviera otra ruta 2000 que pasaba en ese momento, y nos pidió a los pasajeros que la abordáramos.

Lo dejamos a él mirando su motor roto.

Yo me fui caminando a mi destino.

Alejandro Ramírez Rojo es estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP. Forma parte del taller de Periodismo Narrativo de Mundo Nuestro.

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