• Sergio Mastretta
  • 18 Enero 2013

III. Fanático de los Yanquis


Deus, el beisbolero y hotelero anfitrión se deja entrevistar con la cordialidad que no quita la vista del televisor: los Yanquis juegan la Serie Mundial. No conocí a su hija, que apenas ayer se fue para su viaje semanal a Nueva York, como empleada de una agencia de transporte de todo tipo de bienes enlistados en los tres o cuatro locales especializados en el viaje internacional de estos mixtecos. Platicamos también con Lázaro, el hombre de las mil historias en la frontera, casi desbordado por sus recuerdos. Su esposa es una mujer joven que lo mira con la resignación de quien sabe que no pasará mucho tiempo, aunque diga lo contrario, para que su marido tome de nuevo la ruta del norte. Aparece también un muchacho de 21 años, Fernando Lucero, orgulloso propietario de una camioneta van negra, con un equipo sonoro que debe quitar la respiración de las chamacas; regentea un restaurante familiar, luce ropa de marca y piochita refinada; ha estado sereno y abierto en la conversación con nosotros.

 “¡Era técnico de un equipo¡ Y patrocinamos el equipo. Nos llamábamos los Pumas: Es el equipo que más odio, pero así le puse porque eran la mayoría mexicanos. Allá ahorita mero, el comercio de México en Nueva York, es el número uno, está progresando. Negocio que usted ponga, es negocio que usted la va a hacer. ¡Llegan a lo mismo!, pero hoy más abierto porque hay más gente, más mexicanos. Se puede uno mover más para el que sabe de negocio y puede hacerla más fácil y más rápido, porque no había tanta rata como ahora. Ahora sólo voy de vacaciones, tengo 9 hermanos allá. Ya tengo mi residencia. Yo soy residente legal desde 1983. La amnistía fue en 1986. Todavía esos arreglaron. Quienes habían llegado, pues tuvieron chance de arreglar. Pero lo que pasa es que hay que moverse porque el gobierno le dice: mira, nosotros vamos a hacer esta ley, pero tampoco te dicen, háganle así, entonces hay que inventarle. Llegaron unos primos míos en 1988 y ya no eran elegibles. Yo mande a buscar sellos postales, aquí todo, y busqué las pruebas y todo, pero ya no iban a ser elegibles. ¡Cartas!, ¡Exactamente!, esas eran las pruebas que más querían. De mi familia todos tenemos la residencia, ¡todos!, menos dos hermanos, dos hermanos, y los demás todos, unos diez hermanos. Mis hijos nacieron allá, pero prefieren estar acá porque les gusta más el ambiente, es que aquí todo favorece, el clima, la gente, es más bonito porque es provincia. Allá la ciudad no…”

Unos quieren irse, otros quieren volver: “Yo recibí muchas críticas de la misma gente de aquí, de mis paisanos de allá, de mi familia, que me decían, tú estás loco, cómo vas a invertir en México. Les digo, mira, si a mí no me gusta para invertir aquí en Estados Unidos, sí yo me vine de México con la ilusión de tener algo, yo quiero hacerlo allá. ¡como crees, sí es más difícil!, no me interesa, a mi lo que me interesa es tener algo allá en México. Y dicen: ¡aquí te puedes hacer millonario!; no me importa, no quiero aquí, yo quiero allá en México. Nosotros nos fuimos veinte en aquel tiempo. Diez triunfamos. Unos ya murieron, unos se volvieron alcohólicos y otros no hicieron nada. ¡Veinte en una misma cuerda, de una misma pasada! Bueno, yo iba solo, mis hermanos los mayores se habían ido antes. Y yo me fui solo. ¡Todos!, los veinte éramos de aquí de Tulcingo, todos. En 1975, octubre, octubre de 1975. Mero el 12 de octubre, día de la raza, llegamos allá. Ahora tengo 45, 46 años.”

 (Sergio): ¿Y usted no va a tomar la antorcha?

(Deus): ¿Dónde allá? ¡No!, me da un guaratazo y me desmayo, no aguanto, me da un ataque al corazón.

(Sergio): Lo vamos a agarrar de pollero…

(Deus): No, no… porque yo crucé y ya, pero no quiero meterme en problemas con los americanos, esos castigan, son muy exigentes.. Aparentemente el americano lo deja hacer, pero cuando actúa, actúa. Yo me fijé, el 4 de julio, en la celebración de ellos de la independencia, hubo un tiempo en que la gente destruía. Le ponía bombas a los teléfonos, a los negocios y en muchas otras partes. Y dijeron: en lugar que esta fiesta nos dé ganancias, nos da pérdidas. Esto hay que pararlo, ¿y cómo le vamos a hacer?, ¿de dónde vienen o traen estas pólvoras?, no pues, los chinos los traen… pues órale, se me van a cuidar el mar, mandan a la Marina y a todos los chinos con cuetes me los regresan. Eso hizo el gobierno y acabaron. Ahora el 5 de julio, mire… ni un cuete, porque ya abusaban. Le pasaban los cuetes por aquí, era un peligro andar por esas fechas en Nueva York. Ya los chamacos le tiraban a usted los cuetes y dijeron no, vamos a parar eso…

Aventura: “Anduve en la aventura, antes sí, pero hoy ya no. Crucé siete veces la frontera y en una de esas estuvo a punto de llevarme el canal de Tijuana, fue la última vez que crucé. Y entonces le dije a ella, a mi esposa: si yo me vuelvo a ir a México, nunca voy a volver acá, a Nueva York. Eso fue en 1981, por esas fechas, y el canal de Tijuana estaba llenecito. Yo crucé… conmigo iban dos muchachas que se iban a ahogar porque no sabían nadar, y con el ansia de la muerte, me abrazaron y ya me estaban ahogando. Entonces yo dije, bueno… tampoco las voy a dejar morir, y yo me aventé sobre ellas, y ellas...Un valeroso que iba ahí con nosotros que se metió a quitarme a una, si no, me ahogan a mí. Fue la última vez que crucé. Cruzar la frontera es peligroso, no vaya a creer que siempre es suerte. Antes era más fácil cruzarla, y hoy puede ser, sólo que vigilan más, pero, le digo, hay puntos que ellos no pueden estar vigilando. Por ejemplo en Brownsville, a fuerza tienen que cambiar de turno, cambian de turno a las doce o una de la tarde, a las cinco, a las seis de la tarde, y mientras se cambian la ropa y todo, dejan libre. La cuestión es saber los puntos, a qué horas y todo.”

 (Ella): Nosotros que ya estamos acá, es mejor para nosotros por su enfermedad de él. Porque allá la enfermedad de él, la mano se le pone bien tiesa y luego no puede caminar porque por allá hace más frío. Ahorita mismos, hace más frío porque es verano, y por eso nos quedamos mejor aquí.

(Deus): Esto va a funcionar, yo no me voy a hacer rico, pero como dice mi esposa, para irla pasando, si. Pero para que vaya construyendo el hotel no deja. La mayoría de gente viene de Puebla, los vendedores que vienen a vender, los del comercio, porque toda la gente aquí tiene sus casas y los de los pueblitos vienen, pero no duermen en hotel, duermen en la presidencia.

 (Deus): Creció el pueblo. Sí, desde 1970, en unos años se desarrolló lo triple. Éramos aproximadamente en 1970, unos 2 mil 500 habitantes, ahora somos cerca de 10 mil habitantes en el pueblo, aparte los lugares subalternos, seremos como unos 25 mil, aparte los que están en los Estados Unidos. En los Estados Unidos de este pueblo, en mi mal cálculo, serán unos 10 mil avecindados hasta allá, más los nacidos que ya nacieron allá. Y ya con todos sumados, debe haber unos 40 o 45 mil, con todo y los Estados Unidos, más o menos. En veinte años ha crecido demasiado esta región de la mixteca poblana, se ha desarrollado mucho. Inclusive este es el pueblo que más se ha desarrollado, porque anteriormente nosotros pertenecíamos a Chiautla de Tapia, la plaza era en Zihuatlán, pero se fue quedando acá y acá, y Zihuatlán se quedó atrás y mi pueblo siguió avanzando, avanzando y hasta la fecha, así quedó. Yo creo que dentro de diez años esto va a ser lo doble, la economía va aquí muy rápido, el comercio, todo.

(Sergio): ¿Todo basado en la lana que mandan desde Estados Unidos?

(Deus): Exactamente, en la economía de los Estados Unidos. Sí la economía de Estados Unidos está fuerte, aquí se pone fuerte también. Porque desde aquí mínimamente se van unas 5 o 6 toneladas de productos mexicanos para allá, semanal, de la gente de aquí que van y vienen. Son muchas.

(Sergio): Por ejemplo, su hija, ¿aquí mismo se abastece de todo?

(Deus): Aquí mismo, aquí llega la gente de los pueblos cercanos como Chila de la Sal. Sus familiares aquí vienen para que les lleven, los paquetes se los llevan. Tortilla de manteca, son puros antojos. Mandan frijol, huaje, cuando hay permiso especial para llevar huaje, lo llevan, y hierbas como el que le llaman acá, papachis, es una hierba que al mexicano le gusta comer mucho, y en otras partes le llaman pápalo, es una comida que les gusta comer mucho, para las cemitas, y para comer en cualquier comida, es un vegetal muy sabroso, es como el cilantro. Es de la región… también la pitaya, mucha pitaya, ¡también hasta allá llevan las pitayas! caras que las venden allá en Estados Unidos, a cuatro o cinco dólares.

(Melchor): ¿Es como un trabajo hormiga?

(Deus): Sí, hay ahorita como unas 10 paqueterías, o unas 10 hormigas, como dice usted. Donde trabaja mi hija, es ella, los dos dueños, son cinco que viajan, y aquí dos están trabajando con ellos, y dos en Estados Unidos, son como diez. Tienen su agencia, y allá también están reconocidos. Están ahí, de correos, enfrente.

Yanquis

(Sergio): Por lo pronto siguen perdiendo los Yankees, mi querido Deus…

(Deus): No pasa nada, está todo tranquilo. Se van a poner tres juegos a dos y entonces vamos a poner a sufrir. A mi esposa no le gusta el beisbol, pero a mí sí. Una vez la llevé al boxeo, cuando peleó Pipino Cuevas y Tommy Hearns. Le digo, vámonos que la pelea ya terminó y me dice: ¿ya terminó?; ni cuenta se dio cuando acabó.  Uno apenas llega, y se está acomodando para ver la pelea y de pronto, ya terminó. Y hasta le dije a él, mira, ya encontré una silla, aquí me voy a sentar. Y dice: pa’ que te vas a sentar, párate que ya terminó la pelea. Y le digo: ¿cómo que va a terminar, si yo ni la vi? Con el Pipino, ni para la presentación alcanzó.

(Ella): También me llevó al beisbol, una vez que me llevó al beisbol; y entonces le digo, Deus, ¿a qué hora va a empezar el beisbol?, ya tiene rato que estamos aquí y no ha empezado. ¡Hay viejita!, dice, el beisbol ya va a acabar, ya nada más le falta una entrada, ¿qué no lo está mirando? Yo lo quería ver como en la televisión, que anduvieran corriendo. Dónde que las figuritas, de donde nos tocó, se veían así, pequeñitas y desde entonces ya no fui, mejor lo veo por televisión, se ve mejor.

(Deus): Yo soy el fanático número uno de los Yankis, y enemigo de los Boston desde que los conocí, desde que está Boston, desde la edad de 12 años, desde niño, yo fui yanquista. A mi papá le gustaba mucho el beisbol y me ponía a escoger equipos siempre. Cuando yo llegué a Nueva York, en 1976, los Yanquis eran un buen equipo. No me recuerdo bien, pero los Yankees ganaron una serie mundial cuando yo estaba allá, creo que a los Rojos de Cincinati, en 1977. Fue a la primera serie mundial que yo fui. No la ganaron, no, porque era la llamada máquina roja, estaba Pete Rose. Luego lo agarraron porque apostaba al beisbol. Por un mal ejemplo. Y eso nunca puede ser, lo agarraron por apostador. He estado ahí en el Yanqui Stadium unas 20 ocasiones más o menos. Antes sí tragaba cerveza, ahora ya no. En el estadio es caro, no vaya a creer que es tan barato. Ahora fui y pregunté, y una cerveza está en 15 dólares. Hay de marcas, está la Miller, la Heineken. En esta temporada fui una vez, en agosto, el 17 de agosto fui a ver a Toronto contra los Yanquis. Ganaron los Yanquis once carreras a dos. Pero el que no le va a los Yanquis no sabe de beisbol.

El sur

Amanece en Tulcingo, el sonido local te obliga a entenderlo. Y las campanadas del reloj de la iglesia, marca serrana Centenario. Y los gallos rotundos. No ahogó el calor nocturno, la noche se fue en un parpadeo.


Click HERE is best bookmaker in the world.
Offers Bet365 best odds.
All CMS Templates