• Sergio Mastretta/Melchor Morán
  • 18 Julio 2013
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Por: Sergio Mastretta/Melchor Morán

Este texto forma parte del libro Contigo al norte, Guadalupe, que contiene la crónica de la realización de la película documental del mismo nombre y con los mismos autores. El relato que presentamos, es el monólogo de Martín en su cruce fallido por la frontera, con su detención y final deportación a México.


Monólogo

Me fui con ellos. Duramos dos, tres días en una casa, sin comunicación. Comíamos lo que ellos nos daban, a veces nomás puros frijoles con tortilla y dormíamos en el suelo... Muchas mujeres ahí, teníamos que bañarnos así turnadamente, si queríamos hablar con nuestros familiares teníamos que pagarles a ellos para que ellos comprarán una tarjeta y así podíamos hablar por el celular.

Nos dijeron que había teléfono ahí y que podríamos hablar sin ningún compromiso, pero no fue así... De ahí nos fuimos, nos llevaron a otro lado cerca del río, ahí nos tuvieron otros, que serán, dos días más, y ya después al siguiente día nos llevaron al río, cruzamos, y lo chistoso de ahí fue que iban dos coyotes, y entonces, uno cruzó a tres personas, tres mujeres en las cámaras de llanta, y después el otro se pasó, entonces el coyote que me iba a pasar a mí y a otras dos señoras, no sabía nadar, entonces me dice, me pregunta a mí, me dice: “¿sabes nadar?”, le digo: “sí, un poco”, entonces me dice: “Ok, entonces tú me vas a llevar”, le dije: “¿cómo?, yo no te puedo cruzar, tú me estás cruzando”, me dice: “no, tú me vas a llevar”, me dice, “porque yo no sé nadar”, y llega el otro coyote y se enoja y empiezan a discutir los dos en palabras, entonces a fin de cuentas se enojó el otro coyote y entonces me tocó cruzar al coyote yo nadando, nadando con la cámara de llanta y nadando, arriesgándome que nos podamos ahogar o lo que sea.

Al final de cuentas, a mitad de camino, a mitad del río, la corriente es muy fuerte, el otro coyote al que iba yo ayudando, de repente veo que se desvanece, se cae al agua, ya no tenía fuerza, ya había cruzado dos veces el río nadando y entonces el agua es muy fría y muy rápida, entonces le eché ánimos, le dije que no, que se levantara que ya nos faltaba poco, de repente oímos que viene el helicóptero y le digo: “vámonos, vámonos, que ya nos agarraron, síguele, síguele”, entonces el chavo se volvió a animar y seguimos así hasta llegar hasta la orilla, no nos detuvieron porque la avioneta o el helicóptero se dio vuelta antes y no nos captaron. De ahí seguimos caminando hasta encontrar la carretera, y ya ahí nos estaban esperando y a cómo caíamos así en la camioneta. A mí me tocó ir en la cajuela todo bien apretado, los demás compañeros iban en el suelo así amontonados, unos los iban apachurrando uno tras otro, así duramos como dos horas en carro hasta llegar a Mac Allen, Texas, y de ahí estuvimos una noche y hasta que otro día nos fuimos porque supuestamente uno de los coyotes que tenían enemigos, habían avisado a migración y entonces migración nos iba a caer en la propia casa.

Entonces estos coyotes nos dijeron que nos teníamos que salir rápido y nos salimos, pero no era en una camioneta sino ya en un carrito chiquito, que apenas y cabíamos y pues íbamos bien apretados ahí, nos faltaba el oxígeno, bueno aguantamos hasta que de repente, pasamos un retén y una patrulla nos hizo la señal y no nos páramos, nos seguimos, y adelante estaba otra patrulla y tampoco nos páramos, nos seguimos y nos votaron una lámpara de esas que usan ellos de puro metal, no se rompió de milagro el cristal, le pegó en la cajuela y bueno ahí seguimos corriendo y cuando volteamos venían como cuatro o cinco patrullas de migración y unas dos o tres de policía, venían correteándonos, veníamos como a unas, que serían, unas 120 millas por hora ahí en la carretera y de repente dicen los vamos a votar, bueno, ya nos desviamos a la orilla de la carretera y empezamos a brincar y venían con nosotros unas, eran cinco mujeres, una de ellas venía embarazada, bueno a ellas las agarraron rápido porque no pudieron brincar y a nosotros nos corretearon un poquito pero ya no podían entrar más los policías porque ya era territorio de otra persona, de los rancheros.

Entonces corrimos bastante, bastante, hasta llegar hasta un punto que ya no vimos que nos corretearon y hasta ahí descansamos. Los coyotes, el jefe de los coyotes empezó a hablarles por radio que qué había pasado, entonces les explicaron que nos corretearon, que nos encontraron, que la mitad de nosotros nos habían agarrado, que nada más habían tres que podían pasar, entonces el jefe de ellos les dice: “¿sabes qué?, regrésate porque el carro lo dejaron, nada más lo revisaron, lo dejaron ahí y las llaves están ahí, regrésate por el carro y te regresas por los muchachos”, y bueno, a fin de cuentas ellos dicen, nos dijeron: “¿saben qué? espérennos aquí, nosotros regresamos por ustedes”, bueno decimos “no pero ustedes no van a regresar”, y dicen: “no, sí, si regresamos, ustedes quédense aquí”, bueno. Entonces ellos fueron supuestamente para buscar a las mujeres y el carro, dieron como las seis, dieron las siete, las ocho de la noche, ya estaba oscureciendo y pues quedamos entre los tres muchachos que quedamos, quedamos en que si no regresaban, nos íbamos a tener que ir insólitos caminando, ¿no?, a ver que podríamos lograr hacer.

Oscureció y empezamos a caminar, a caminar como unas cinco horas. En el terreno encontramos pantanos, animales que ni sabíamos que eran, de repente oíamos venados, de repente no veíamos nada, sólo oíamos que se movían las hierbas. Tú veías ya ahí en el camino las luces de las torretas, las luces de los carros, entonces tenías que cruzar, cruzamos dos carreteras de migración, teníamos que brincar la cerca y empezar a correr, a correr, a correr hasta brincar hasta la otra cerca para que no nos encontraron en la carretera, y así hasta que los muchachos definitivamente se cansaron, ya no quisieron estar más, se pusieron a llorar, no que ya tenían frío, que ya no querían seguir, que ya se habían cansado, bueno, entonces en fin de cuentas pues los tuve que sacar a la carretera y no me querían dejar sólo, bueno me animaron y ya hacía mucho frío, y pues tuvimos que caminar en la carretera para que nos encontraran los de migración y duramos como un ahora caminando en la carretera, hacía un frío bastante fuerte, no se soportaba, no llevábamos ni sudaderas, ni suéteres, ni chamarras porque todo nos pidieron que lo dejáramos en la casa, así caminamos con mucho frío hasta que nos encontró migración y pues nos dio luego, luego agua y de ahí nos mandaron a la prisión, ¿no?

 

Me soltaron hasta Matamoros otra vez, no mentira, de ahí nos regresaron un pueblito que no me acuerdo como se llama el pueblito y pues no había ni carros ahí y estaba lejos de Matamoros, entonces yo sin dinero, ni nada, entonces, tuve, unos muchachos me prestaron una tarjeta que venían conmigo también, me prestaron una tarjeta para poder hablar a Nueva York con mi esposa para que me mandará dinero y sí me mandó luego, luego dinero, lo recuperé pero tenía que ir hasta Matamoros a traer el dinero.

Entonces encontré un taxista ahí y le platiqué mi situación, le digo: “¿Sabes qué?, es que me agarraron así y le expliqué y le digo pues: “no tengo dinero, sabes que llévame a Matamoros y yo te pago ahí mismo lo de que me vas a cobrar, te pago si quieres el desayuno pero llévame hasta allá, pero hasta allá mismo te pago, saco el dinero y te pago”. Y bueno, se portó bien el señor, me dice: “si, no te preocupes, súbete”, me subió, me llevó a varias tiendas en las que yo podía sacar el dinero, pero me dijeron que no, que hasta llegar hasta Matamoros y ahí mismo le pagué, le di las gracias y me fui otra vez al hotel, y bueno de ahí empezamos, ya ahí me tuve que ir a Nuevo Laredo mejor...

Si, ya se habían ido ustedes, ya la carrera ya estaba en su camino, ¿no?, ya estaba yo solo ahí, digamos, ¿no?, estaba solo y no, no sabía ni que hacer. Entonces, de repente mi esposa me dice: vete para Nuevo Laredo ahí hay más posibilidades para que tu pases, le digo bueno, me fui, agarré y me compre mi boleto, un boleto de camión y me fui hasta Nuevo Laredo. Ahí igual pagué mi hotel y de ahí seguimos buscando otro coyote, hasta que encontré uno, y lo mismo me dicen: “no, ¿sabes qué?”, me dijo, “vente, quieres pasar por un tráiler, quieres pasar caminando, te va a costar tanto”, le digo bueno, y me llevaron a su casa y todo, pero de repente no me gustó porque yo hablé con mi esposa y me dijo: “¿sabes qué?, ya me están pidiendo dinero porque me dicen que tu ya estás en Texas”, yo le dije: “no, yo todavía estoy en México”, “no, ya me están pidiendo dinero que ya pague todo porque ya estás tú en Texas”, no, le digo: “¿sabes qué?, no mandes nada yo me voy a salir de aquí”. Pues como pude, con mentiras o con lo que sea pues me salí, desde esa casa llegué otra vez al hotel y para que no me encontraran me fui a un hotel cerca del centro y ahí una amiga mía que tengo en Texas, que me ayudó bastante, ella me mandó un conocido de allá, una amiga también de trabajo que pasaba gente también, que me iba a traer en carro y me iba a pasar todo y bueno. Entonces esperé ahí, llegó el día que la muchacha me tenía que recoger, duré una semana todavía ahí en Nuevo Laredo, el fin de semana me fue a traer la muchacha...

Pues no más estando ahí en el cuarto del hotel, salir a comer y regresarme a encerrarme al hotel, porque pues no podía salir a otro lado por el riesgo de que me fuera a encontrar a los otros coyotes, de los que yo me salí diciéndoles que iba yo a regresar, pues es el temor de que me fueran a asaltar, pues es que tú estás en esa área y se siente tenso, todo mundo te ve, te ve sospechoso o te sientes incómodo estar ahí, entonces yo prefería estar dentro del hotel, encerrado, esperando la llamada, esperando a la persona que me fuera a traer, es lo que estaba yo haciendo ahí nada más, hasta que llegó esta muchacha y me llevó con uno de sus familiares y me cruzaron el río nadando, igual, la primera vez me cruzaron y llegando a la orilla del río me dicen: “ahora sí, córrele”, pues digo: “¿Adónde?”, dice: “tu córrele”, “no, explíquenme que voy a hacer, porque no sé nada”, dicen: “no, ella te está esperando cruzando la carretera”, le digo: “bueno”, entonces me voté, crucé, corrí, el camino no había nadie de migración y corrí, corrí, corrí hasta llegar a unas casas y no vi nada de la muchacha, nada, nada, nada, pues yo caminé, caminé y digo llego el centro y ya del centro puedo hablar por teléfono, pero no como media hora me encontró inmigración y andaban con sus motonetas, me encontraron ahí, inmediatamente me regresaron, estuve un día más encarcelado, me regresaron otra vez a Nuevo Laredo. Entonces la hablé a mi esposa otra vez, me volvieron a ir otra vez la misma muchacha y me explicó: “tú agarras el carro, te vas a tal parte, a tal casa, tú pagas para que te lleven a la terminal de autobuses y ya te espero en la terminal”.

Bueno, si pasé igualmente, me cruzaron el río, ahí fue un poquito más difícil porque al cruzar el río, bajó un oficial de migración, nos dice que qué hacíamos, que nos regresáramos, que no debíamos estar haciendo eso, entonces yo le digo al coyote: “vámonos, ya nos descubrieron, vámonos ya no quiero que me agarren”, “no”, dice, “no, no espérate”, Dice: “bueno ya nos vamos”, “está bien ya váyanse”, él hizo de cuentas que caminó en el agua y nos fuimos a otra orilla más adelante y ahí me dice: “bájate y quédate aquí, yo te grito cuando tú corras”, le digo: “bueno”, en fin de cuentas este...

Exactamente, ya estaba ahí en suelo americano. Entonces él se regresó nadando hacia México otra vez, y ya migración lo vio, me dice: “¿dónde está el otro?”, “no ya se fue está ahí adelante, ya brincó para México otra vez”, “Ah está bien”; pero ellos no se la creyeron, entonces yo subí caminando y subí hasta la carretera otra vez y no, veo que la camioneta de migración estaba ahí y me empiezan a chiflar los coyotes del lado de México que ya me fuera, que me fuera, digo no, no, no quise porque ya migración venía hacia mí, cuando veo que ya viene hacia mí, que me agarró otra vez y arrastrándome otra vez hasta la orilla del río, me escondí entre medio de los arbustos y ahí me quedé como unos 15 minutos, ahí aguardando sin respirar fuerte, sin mover hierbas para que no me escucharan.

A fin de cuentas que agarra uno de los coyotes que empieza a gritar: “vámonos, vámonos” y cuando escuché eso, bueno digo, está libre entonces. Me salgo corriendo igual y al asomarme a la carretera veo que no hay nadie, pero saco un pie la carretera y me asomo del otro lado, del lado izquierdo estaba la patrulla ahí, estaba la patrulla ahí y de repente que volteo y pasa un tráiler y me meto a la orilla, ahí atrás del tráiler, me meto, brinqué una cerca otra vez de otra casa, me fui corriendo y en sí me caí tres veces, así corriendo, pasando palos y piedras y arbustos y digo bueno ahorita me van a dar la vuelta, ¿no?, corrí, corrí, corrí y nada y llegué a una casa y me hace un muchacho, me hace señas que luego me metiera, que me meto y ya era él, el contacto de la otra persona, ya me dice: “nosotros te vamos a llevar en el carro, le digo: “bueno”, y ya me descanse ahí como unos que serán, tres minutos, luego llegó el carro y luego me llevaron a la terminal, no me agarraron ahí, fue suerte y ya ahí llegamos a la terminal, bajamos...

Pues no, no, no la había yo librado, no pensé eso porque es un pueblito que está aledaño ahí al río, ¿no?, o sea, pero para llegar a Texas tienes que pasar un retén, otro retén de migración que le dicen el checkpoint, entonces yo todavía me sentí, ya cuando me encontré con la muchacha, dije bueno estoy seguro ahorita ya, pero al rato vamos a volver a intentarlo cruzar, dije esto ya es la primera etapa y va ahorita la segunda etapa.

Entonces sí me encontró la muchacha, me subí luego, luego al carro, nos fuimos hasta la casa de su mamá, de ahí esperamos hasta la noche y eso fue lo malo que salimos en la noche, salimos como a las tres de la mañana, como a las dos o las tres, entonces íbamos en la carretera ya rumbo al checkpoint y de repente me dice: “Martín, ya vamos a llegar”, le digo: “sí”, le digo: “dime que voy a decir o cómo le voy a hacer”, me dice: “¿sabes un poco de inglés?”, le digo: “sí sé un poco de inglés pero dime que voy a decir o qué me van a preguntar”, le digo: “no sé”, me dice: “nada más te van a decir que si eres residente, tú les dices que sí, que si tú eres residente y ya y no te pongas nervioso”, le digo: “no pus estoy tranquilo, nada más que si es eso, eso lo digo”, dice: “bueno”. Sí nos paró migración y que nos empieza a pedir papeles y que le dicen a ella que si era residente, dijeron que si, me preguntan a mí, les digo que si que también soy residente, entonces a la muchacha le dicen ellos:

”¿A dónde van?”, entonces ellas dicen: “a una universidad” y dicen el nombre de la universidad, y yo no sabía que universidad era, o sea ni me sabía el nombre de la universidad, sí su identificación, “¿y tú a dónde vas?”, y yo me quedé así nada más voy a Houston, entonces luego, luego sospecharon, ¿no?, porque entonces yo inmediatamente ahí me di cuenta, dije aquí ya me agarraron porque ella dicen una cosa yo digo otra cosa, bueno, en fin, me bajaron, me quitaron mis credenciales, me encerraron luego, luego y agarran a la muchacha y pues yo para no meterla en problemas les dije que no, no la conocía que era una amiga que nada más había conocido por ahí, que me habían echado un raid, pues no, esta tonta que agarra y dice que no, que mi esposa la había contratado, que nada más me llevara pero que ella no sabía que yo no tenía papeles, pues que la investigan a la muchacha y sale su récord que estuvo en la cárcel, que la habían agarrado por posesión de marihuana, digo bueno, nos afectó ahí a los dos. Me checan a mí, me agarran todos mis datos, me encuentran que ya había pasado hace cinco años y dos veces más y pues con esta ya eran tres y dos eran cinco veces, entonces me agarran, empiezan a poner mis expedientes y que iba yo a ir a la corte. Bueno ahí estuve en esa cárcel, estuve dos días, de ahí me llevaron a otro retén, otra vez a más huellas, ahí estuve un día más, de ahí me llevaron a la corte, después me metieron a una celda, fuimos a la corte, la juez nos dijo que no podíamos entrar a Estados Unidos dentro de tres años, porque si volvíamos a intentarlo y si nos agarraban nos iban a dar cinco meses de cárcel.

Nos quedamos ahí y ya juramos que sí que no íbamos a regresar, me volvieron a llevar otra vez al retén, pues me detuvieron otros dos días más. Entonces hasta el último día nos llevaron hasta dónde me habían agarrado, al checkpoint, yo pienso que ese fue el día más feo para mí porque te tratan como un animal, peor que un criminal porque para llevarte a la corte tan solo, te encadenan los pies, te esposan, te llevan así todos afiladitos a la corte, y todos con cámaras con hartos policías, o sea, te tratan peor que un criminal, ¿no?.

Y bueno, ese día, el último día me tuvieron ahí encerrado como unas, yo le echo como unas ocho horas y ya había yo estado en esa prisión antes, pero ese día estaba más fría y yo veo que el de migración va y le sube más al termostato a más, más frío y entonces yo no llevaba nada, solo una camisita igual, delgadita y estoy temblando ahí y sacaba yo humo de la boca por el frío, a fin de cuentas había unas cuantas cobijitas bien delgaditas, me tuve que tapar con tres para no tener frío y aún así pasaba frío pues así aguanté un buen tiempo, yo ya hubo el tiempo, el momento en que yo me sentí que ya no iba yo a aguantar porque ya me estaba yo congelando, ya no sentía yo mi cuerpo, estaba muy frío y no veía yo las esperanzas de que llegaran por mí para sacarme, ya deseaba yo eso, que me sacaran, que me votaran luego, luego a la frontera.

Pues no llegaban hasta que, bueno, llegó y toco uno de migración y dice: vámonos, y salgo y me quito y bien, o sea hasta temblando iba yo y no más se me quedaban viendo y se empezaron a reír todos, y eso fue más o feo porque se burlan de ti, te hacen cosas más feas para que tú no vuelvas tal vez a intentarlo, ¿no? Bueno y de ahí me regresaron otra vez ya hasta la frontera, regresé al hotel y ya es cuando decidí regresar para acá por la sentencia que me habían puesto, ¿no? Entonces viajé hacia acá, tenía yo el vuelo hacia Tijuana pero ya me tuve que regresar para acá, para Puebla, otra vez. Bueno ese fue el camino largo que hice todavía en dos semanas.

Cuando llegó la antorcha a Estados Unidos yo apenas estaba llegando casi acá. Estuve dos días antes aquí. Lo importante que quería yo era llegar allá el 12 de diciembre, ¿no?, a San Patricio, a Nueva York, entregar las imágenes y todo eso, era mi reto, ¿no?, pero como no lo cumplí pues lo único que me quedó fue llegar aquí y me invitaron a una carrera y pues al menos fui a la Villita el 12 de diciembre a visitarla y darle las gracias que estaba yo bien, no pasé pero estoy aquí bien, con salud y vida, ¿ no?, porque uno se arriesga uno bastante en esa frontera, te arriesgas a todo y ya ni sabes que te va a pasar, nada más tu caminas y caminas y no ves el final y no sabes lo que te vas a encontrar más adelante, si te van a asaltar, si te van a golpear, si te van a quitar las cosas, no sabes nada, ni como te van a tratar tampoco en las celdas de migración. La primera hora que tú estás encerrado y es un cuarto, no creas que es una celda que te ponen tu televisión o que te ponen de todo, no, no, es una celda oscura que nada más son dos tazas de baño y te dan agua de la llave y te dan un solo taco al día, entonces te pones a pensar, ¿no?, muchas veces que dices, piensas en tu familia, tan solo en mi, en mi persona, pensaba mucho en mi familia, en mi hija, en mi esposa, en mi futuro, ¿no?, que, que iba ya a hacer después de que me regresaran, si ya no volvería intentar pasar, que iba a ser de mi familia, que iba a ser de mi hogar que estaba ya formando, o sea te pones a pensar todo eso, ¿no?, y tal vez dices, hubo momentos de que dije: “¡chin!, ¿tal vez porque me vine?, mejor no me hubiera yo venido, estaba yo bien en Nueva York, no me hubiera yo venido”, hubo momentos que yo pensé eso también, de lamentarme porque me vine para México, pero bueno son experiencias que uno toma, que te hacen pensar más, que recapacitar más y te hacen saber qué es lo que en verdad tú tienes en la vida, quien es quien te apoya bastante y quien en verdad te quiere, quien está contigo, ¿no?, te hace ver esas cosas nada más.

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