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La patria al día siguiente es la misma y sigue sus rutinas sin esperar sorpresas extraordinarias.

La patria y sus escenas que no esperan desagravio alguno. No hay enmienda que valga para una inercia histórica revelada en dos chispazos del tiempo detenido un miércoles 17 de septiembre cualquiera:

+ Odile devasta Los Cabos con la mera fuerza de sus vientos, encierra a los turistas en las escaleras de los hoteles nunca imaginados para estos asaltos mortales. Al día siguiente el sol ha vuelto y deslumbra la rapiña y la angustia desnudas. Allá va tarde el Estado con la gendarmería a someter a los saqueadores que han visto despeñarse en un día toda el agua que puede caer en ese desierto en una vida. Y que ha escurrido al mar para recordar a todos que dentro de unas semanas el tema volverá a ser el de la disputa por el agua entre los desarrollos turísticos para los ricos y los trabajadores pobres que los atienden y van y vienen acalorados desde los arrabales desérticos. Allá va el Estado con sus discursos y sus funcionarios al rescate inmobiliario. Somos tropicales, y en los ciclones está la explicación de la vida en estas tierras. La nación se reconstruye adolorida todos los días desde el encono y el caos. La naturaleza sólo nos pide paciencia a la hora de entender nuestro destino.



Fotos tomadas de El Universal (Galería: http://fotos.eluniversal.com.mx/coleccion/muestra_fotogaleria.html?idgal=19011)

 

+ Allá vienen tras el presidente los gobernadores recién bajados de  los helicópteros --porque a esas sierras el Poder se apersona en aspavientos metálicos demoledores--, a zancadas largas, que para eso los han entrenado, para eso la práctica los ha disciplinado, ellos, los siempre perseguidos por sus cortes en las inauguraciones hoy se revelan fieles a la pirámide del poder y ellos lo persiguen. Son los hombres con las hormonas del Estado de la otra rapiña que hoy se asoman a los precipicios serranos y dan discursos de la riqueza prometida que se nos viene encima con las reformas “detonadoras del crecimiento”. Y hoy están para esa carretera que el Estado ha construido para bajar a la costa petrolera, aunque se haya tardado veinte años en domar estas montañas remolonas. El hombrecito estira el brazo y saluda a ese promisorio futuro de la extracción de la energía privatizada en el lomerío caliente de los totonacas. Le aplauden los gobernadores Moreno Valle, Eruviel Ávila, Javier Duarte y Francisco Olvera, representantes de ese amasijo criollo gobernante que en el último año acabó de enterrar a la Revolución Mexicana. “El bloque de reformas recientemente aprobadas democratizan --dice Rafael Moreno Valle--, amplían las oportunidades de desarrollo y crecimiento para los mexicanos.” Y allá van tras él a verlo remontar el vuelo de un helicóptero que no encontrará neblina alguna que lo frene, allá lo ven irse con sus propios sueños aduladores y ceremoniales, que para eso se han entrenado en sus cortes virreinales.




Fotos tomadas de e-consulta

La patria al día siguiente es la misma, viaja en helicóptero y no se detiene.