• Sergio Mastretta
  • 04 Diciembre 2014
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Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, ahora Vicente Leñero. Periodismo y literatura en el país que nos dieron.

El tiempo con ellos se va de uno. Poco a poco se va el país que fue por esos escritores mi país joven, el que conocí por sus palabras y al que le construí un futuro desde las historias entrañables que me regalaron.

Todavía Leñero, al recordar en una entrevista para Nexos la fundación de Proceso hace 38 años, dejó una frase que guarda el periodismo en el que creo:

“La investigación era la base de nuestro periodismo, no tratábamos de hacer un periodismo partidista sino uno que buscaba desentrañar la realidad. Éste en consecuencia era un periodismo de izquierda, no ideológicamente, sino que éramos de izquierda por descubrir la realidad.”

Lo leí muy joven en Los albañiles (1963); lo seguí semana a semana a partir de 1976 en sus textos de Proceso; y cuando apareció Los Periodistas (1978), y el magistral Asesinato: el doble crimen de los Flores Muñoz (1985).



Leí también en aquellos años de Revueltas La caravana del hambre (1951). Recuerdo ahora, en este otoño de marchas y rebelión mexicana contra la impunidad de los grupos de poder constituido en narcoestado, “los pies deformes de una mujer, Hortensia Álvarez, mientras refrescaba sus plantas agrietadas, en un sucio charco de agua… sus labios se entreabrían en una sonrisa llena de diafanidad y de orgullo”.

En un país de caminantes una mujer del desierto va a la capital a  confirmarle al gobierno que no matará por hambre la huelga iniciada en Palaú y Nueva Rosita el 16 de octubre de 1950. Y con ella van centenares de mineros encabronados por el estado de sitio que mantienen los soldados y el apoyo burdo del presidente Alemán a la compañía gringa American Smelting and Refining Co.

 “Nos ampollamos y nos volvemos a ampollar --le dijo al escritor Hortensia, esposa de minero--, pero ni quien nos detenga…”



Son los años setenta de la Antología de la crónica en México (1979). Entonces asimilé por Monsiváis “las dos necesidades actuales del quehacer periodístico: revitalizar el reportaje y la crónica y dar voz a los sectores tradicionalmente silenciados.”

Leñero y Revueltas, dos rutas personales en el ánimo de descubrir la realidad. En ellos encuentro todavía el país que vi de joven. Y tras ellos he intentado responder a la pregunta por los protagonistas de la literatura y el periodismo en México.

Recuerdo a Hortensia, con sus pies marchitos y su sonrisa cristalina. Veo al imperial modernizador presidente Miguel Alemán aplastar la huelga minera en al año del nacimiento de su emporio televisivo. Y a su caricatura política sesenta años después: Fox, Calderón, Peña Nieto…Televisa.

Descubrir la realidad. Qué poco ha cambiado México.

 

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Descubrir la realidad. Ahora mismo, por una suerte cruda, fundada en los malabarismos criminales de la justicia en México, están en la cárcel Adán Xicale y su hijo Paúl, así como los señores Tlachi. Todos acusados de lo que en tiempos de Díaz Ordaz se denominaban “delitos de disolución social”.

El 12 de noviembre de 1970, en el proceso seguido en Lecumberri a los presos del 68 --entre ellos el novelista José Revueltas--, el juez Eduardo Ferrer Macgregor dictó sentencia contra 46 procesados recluidos y 22 en libertad provisional o bajo protesta. Encuentro esta información en el blog La tiranía invisible (http://tinyurl.com/q3bzs4c) del escritor Jacinto Rodríguez Munguía, subdirector editorial de la revista emeequis. Las palabras de José Revueltas ante el juez que lo condenó  --inéditas hasta esa publicación en el 2011 que las rescató de los galerones del Archivo General de la Nación-- son una repulsa moral al Estado policial y su catálogo de criminalización de la protesta social como este de Puebla que ahora mantiene en la cárcel a Adán Xicale: “invitación a la rebelión, asociación delictuosa, sedición, daño en propiedad ajena, ataques a las vías generales de comunicación, robo, despojo, acopio de armas, homicidio y lesiones” según la versión que del proceso dio al presidente Luis Echeverría el funcionario de Gobernación Fernando Gutiérrez Barrios, la cabeza histórica de la policía política mexicana en los tiempos aciagos del priismo imperial.

Dijo José Revueltas entonces casi para que lo escucharan hoy los Peña Nietos, Moreno Valles, Paisanos y José Juanes que gobiernan en México:

“Aceptada la lectura de la sentencia, me dirijo a los actores y en especial a las autoridades judiciales; nuestras sentencias impuestas por la dictadura del gobierno son el reflejo de la inconsciencia de los colaboradores judiciales en este falso proceso político; a ustedes jueces que funcionan como tales y que tratan de castigarnos en nuestro físico, mas no en nuestro espíritu, como sucedió el día primero de enero del presente año, hubiera sido mejor mandarnos al paredón.

“Me dirijo a las autoridades judiciales y al Presidente de la República Díaz Ordaz para decirles que seguiremos luchando con las armas en la mano (sic) y así mientras nuestros cerebros tengan vida continuaremos en la lucha sin importar que las penas sean de 20 o de 40 años; y si ahora ustedes están allí, con el tiempo habrá quien les juzgue, tal vez las generaciones futuras lo harán y si no a sus hijos o a los hijos de sus hijos, o a los hijos de los hijos de sus hijos, lo que hago extensivo a todos los funcionarios judiciales”.



José Revueltas, acompañado de su mujer y su hijo Román, con “sus armas en la mano”, el día de su ingreso a la cárcel de Lecumberri el 18 de noviembre de 1968.

 

“Escribir es una forma de libertad”, anotó ahí mismo en Lecumberri el día de su detención dos años antes, 18 de noviembre de 1968, José Revueltas. Reflexiono en la frase que recogió Fernando Gutiérrez Barrio “seguiremos luchando con las armas en la mano” y que puso en voz del novelista ante su juzgador. Veo entrar al escritor a la cárcel con la máquina de escribir en sus manos, y  pienso en la literatura y el periodismo como herramientas de la libertad.

Y en lo moderna que puede ser la palabra dictadura.

 

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Gaby Olmos es escritora y editora de la revista Artes de México. Llegó a la Feria de Libro de Guadalajara el martes 2 de diciembre por la noche para la presentación de un libro. Esto apuntó en su muro de facebook:

 “Hace diez minutos me detuvo el ejército: yo traía colgado en el cuello el poema que David Huerta escribió para los desaparecidos de Ayotzinapa. Él decía que era propaganda. Yo le argumenté que no, que era poesía. Y lo invité a leerla para descubrir la diferencia entre propaganda y poesía. Me tomó varias fotos y me dejó ir. Espero que haya comprendido la diferencia.”

Escribir para la libertad. Este es el poema de David Huerta:



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En el texto Los ojos de diamante. Apuntes sobre la amistad de José Revueltas y Efraín Huerta (http://www.nexos.com.mx/?p=23433) David Huerta ha escrito sobre la larga e intensa amistad entre estos dos personajes de la literatura del siglo XX mexicano. Y extrae del poema escrito para Revueltas por Efraín la imagen que describe la lucidez del novelista para mirar el mundo:

 

…el que siempre pensó como un demonio,

el que todo lo señalaba con sus ojos de diamante.

 

Descubrir la realidad con los ojos diamantinos del demonio. Con Revueltas y Leñero. Por la literatura y el periodismo. Vaya reto.

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