".$creditoFoto."

Mundo Nuestro: Este año 2014 marcó el centenario del escritor mexicano José Revueltas, fallecido en abril de 1976. Autor de El luto humano y El proletariado sin cabeza, los dos textos que identificaron su compromiso como escritor por un cambio revolucionario en el México del Estado (priista) de la Revolución Mexicana. No se puede ir al año que cierra este diciembre sin que su voz alumbre este territorio de periodismo narrativo que construimos semana a semana. Este texto fue publicado en el año 2011 en el blog La tiranía invisible, del escritor Jacinto Rodríguez Munguía, subdirector editorial de la revista emeequis (http://tinyurl.com/q3bzs4c).

Vale también su voz para demandar la libertad de los cholultecas Xicale y Tlachi, presos por su oposición al proyecto absurdo e ilegal del gobierno de Rafael Moreno Valle en la Pirámide de Cholula.

 

Escribir es una forma de libertad

 Noviembre 18–1968. Escribo estos apuntes en la ignorancia completa de cuál podrá ser su destino ulterior. Desde mi aprehensión el sábado 16, cerca de las 12 hs. se me ha dado un trato respetuoso y atento, del que en realidad no puedo quejarme. Se me ha dejado leer los periódicos y gracias a ello me entero de la muerte de VLT (Vicente Lombardo Toledano, dirigente del Partido Popular Socialista).

 

…Se me ha permitido leer los periódicos y gracias a ello me entero de la muerte de VLT. Lo lamento desde un punto de vista que podría parecer casi monstruoso: el hecho de que perdimos la oportunidad de polemizar con él en vida. En forma exhaustiva y hasta no demoler una a una sus posiciones ideológicas. Muere VLT —de pie y combativo— lanzando su último dardo ideológico contra el neomarxismo, la corriente —en la que me siento como pez en el agua— que VLT era ya incapaz de comprender en absoluto desde la expulsión de la Liga de los Comunistas Yugoslavos de la Cominform. Parece que el trabajo de VLT sobre neomarxismo, será publicado próximamente.

 

Me propongo escribir una especie de Obitárium político e ideológico sobre VLT en el cual haga yo un balance de las posiciones políticas y del significado de Lombardo en el proceso de la enajenación de la clase obrera. En caso de que esto sea posible —pues ignoro qué será de mí en el más próximo futuro y si esto puede terminar definitivamente mal—, ese trabajo sobre Vicente lo tendré que escribir de memoria, sin ninguna clase de documentos a la mano. Repito que no tengo nada de que quejarme en el lugar donde me encuentro, salvo, desde luego, la pérdida de la libertad.

 

“Dejaré para más adelante la descripción de las incidencias y detalles de mi captura y traslado a ‘un lugar del Valle de México’. Nunca faltan en la vida las notas de buen humor: Ayer que pedí ‘algún libro para entretenerme (aunque no ha faltado trabajo con los interrogatorios ni a mí ni a mis investigadores) me fue amablemente proporcionado un pequeño libro rojo que jamás pude imaginarme fuera a tratarse de las citas de Mao Tse Tung. Me reí con todas mis ganas.

 

Hoy (18 de Nov) una de las personas a mi cuidado trajo algunos libros no sólo aceptables sino que recibo con verdadera felicidad. Teatro completo de Chéjov; Cuentos de Italia, de Gorki; la Ruta Cruel, de Maillart (no lo conozco) y un libro sobre Cervantes y el Quijote de Mauro Olmeda. Si los dioses no me son del todo adversos en esta última e incierta aventura, aprovecharé el tiempo para escribir algún ensayo sobre el teatro de Chéjov, que intenté hace no sé cuánto a propósito de una conferencia que fui invitado a dar sobre el Teatro Universitario.

 

Son las mismas pasiones elevadas al cubo: se pelea por un plato, un zapato, una cama o un petate. En ambas, uno está desnudo total y moralmente. La cárcel es un símbolo, es un compendio de la sociedad; las rejas del apando son las rejas de la ciudad, las del país, las del mundo.

 

Escribo estas notas como quien arroja un mensaje al mar dentro de una botella. ¿A manos de quién llegarán si llegan a manos de alguien? Bueno, escribir ya en sí mismo es un forma de libertad, que aun sin papel ni pluma nadie nos podrá arrebatar de la cabeza a menos que nos aloje dentro de ella una buena bala con la que termine todo.