• Verónica Mastretta/Vida y milagros
  • 20 Julio 2015
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Mi abuela tuvo la extraordinaria suerte de conservar la lucidez y el gusto por la vida hasta el último día. Al cumplir 85 años  le hicimos una pequeña fiesta. Cuando prendimos las velas del pastel, se quitó un anillo que había sido de su madre, lo metió en la velita y pidió un deseo: "Quiero una buena muerte".  Una semana después, a las ocho de la noche, mi mamá se despidió de ella para regresar a la ciudad de México. Al poco rato le dijo a Elena, la querida  persona que la acompañaba, que la llevara a su cama porque creía que se estaba muriendo.  Elena avisó a mis dos tíos y a la hermana de mi madre. Llegaron junto a su cama y mi tía empezó a decirle al oído- Mama, pronto vas a ver a Papá Dios, y vas a llegar al cielo a ver a tus papacitos, y otras cosas relacionadas con lo que mi tía imaginaba que era la llegada al más allá. Mi otro tío, un negador irredento de todo lo que podía empañar sus ilusiones de eterno adolescente, empezó a tirarle de los pies y a masajearle el corazón con el ánimo de impedir lo irremediable. El menor de mis tíos, consentido y preferido de mi abuela, le empezó a besar las manos y a pedirle que no se fuera. Mi abuela abrió los ojos y les dijo a los tres: "por favor, déjenme morir en paz". Y acto seguido, se murió. Cuando mi mamá llegó a México, su mamá estaba muerta. Tuvo lo que pidió: una buena muerte, rápida y lúcida, tan lúcida como lo fue su vida.

 

¿Será una defensa mental el vivir como si fuéramos eternos? ¿Es  normal y sano el que pensemos poco en la muerte? ¿Tendrían más sentido y mejor rumbo nuestras vidas si lo recordáramos más? Cuando veo las fotos de las frías celdas del penal de Almoloya, que son lo más parecidos a unas tumbas para los muertos en vida en que se convierten los presos,  pienso en las circunstancias  que tuvieron que darse en la vida de una persona para  ir a dar ahí. ¿Qué ambiciones, delirios, soberbia   o carencias los rigen? Pienso en el traído y llevado Chapo. ¿Qué tanto ha podido disfrutar  de su dinero y su fortuna si muchos de sus años los ha pasado encarcelado o huyendo, si su vida toda es un huir constante con el corazón en la boca? ¿Cómo vive sus días y como los acabará? ¿Le habrá valido, por lo menos  a él, la  pena? ¿Qué vendrá a su cabeza en los momentos de riesgo de muerte, que eso y no otra cosa fue su fuga? Pensando en eso me dio por recordar  y buscar las frases y pensamientos finales de seres que en sus momentos fueron célebres por buenas o malas razones. En algunos encuentras enorme congruencia entre la forma de vivir y morir, así que hay de todo: amargura, desilusión, temeridad, desasosiego, genialidad o una serena aceptación ante la muerte, que siempre pensamos que les sucederá a otros pero a nosotros no. Por algo será que el cerebro bloquea consistentemente la realidad de la muerte, pero también es útil tener conciencia de ella porque nos puede encaminar a vivir la vida de una manera más inteligente, dando su debida proporción a los pequeños problemas cotidianos que a veces nos minan, para dar más importancia a la dicha de estar vivos. Es iluminador e inquietante leer algunas frases:

 

"He arado en el mar"- Simón Bolívar,  militar y político, conocido como el "Libertador de América", 47 años.

 

 "Disculpe, lo he hecho sin querer".- María Antonieta, última reina de Francia, 38 años. Valiente, grandiosa  y serena a la hora de la adversidad, lo dijo a su verdugo, a quien pisó un pie al dirigirse al cadalso.

 

"Ya estoy aburrido de todo" - Winston Churchill, político inglés, Primer Ministro de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, 91 años.

 

“No hay final para la tristeza". Vincent Van Gogh, pintor extraordinario e hipersensible, un ser humano excepcional, 37 años.

 

 "De acuerdo a la política de este canal de televisión, que es llevarles lo último en violencia en vivo y en directo,  ahora van a ver la primicia de un suicidio" - acto seguido se dio un tiro frente a la audiencia.- Christine Chubbuck, 30 años, periodista norteamericana.

 

 “Vine a morir, no a hacer un discurso".-  palabras de Cherokee Hill, rebelde americano sentenciado a la horca, cuando le dieron la oportunidad de decir sus últimas palabras.

 

"Ocho horas agonizando, me hubiera dado tiempo de escribir una novela".- Honorato de Balzac,  escritor francés, autor de La Comedia Humana, 51 años.

 

"Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, "En tus manos encomiendo mi espíritu". Jesús de Nazaret, 33 años. Primero, la humana duda, después, la bendita fe.

 

 

 

"Si de verdad eres Dios, bájate,  sálvate y sálvanos"-  Palabras atribuidas al llamado "mal ladrón", crucificado junto a Jesucristo y dirigiéndose a él.  Me conmueve y no  veo nada de malo en que quisiera una última oportunidad de sobrevivir.

 

"Dispara cobarde, solo vas a matar a un hombre".- Ernesto Che Guevara, 39 años. Palabras dirigidas al soldado que fue enviado a ejecutarlo.  Por cierto, el  Che sabía bien lo que era matar,  pues había matado a muchos sin pensarlo dos veces.

 

"Qué disgusto le voy a dar a mi madre"- Manolete, 30  años,  torero español que murió al ser cornado por un toro. ¿No es conmovedor que pensara en su mamá?

 

"Muero como viví, por encima de mis posibilidades"- Oscar Wilde, escritor inglés distinguido por su finísimo humor, su fina prosa, y el juicio y sentencia por homosexualidad que acabó con su vida literaria y finalmente con su vida a los 46 años.

 

"Nunca debí cambiar el whisky por los martinis". Humphrey Bogart, actor estadounidense, 58 años. Negador hasta el final de los devastadores daños del alcohol en cualquiera de sus presentaciones.

 

 “Buen hombre, no es momento de hacer nuevos enemigos". Voltaire, ensayista, escritor y filósofo francés, líder de la ilustración francesa, que ponderó la razón, la ciencia y el humanismo por encima de la fe. Conocido por sus innovadoras ideas y su anticlericalismo, murió a los 83 años. Acorde a  la ironía que lo acompañó toda la vida, dijo la frase aquí anotada cuando un cura le insistía en su lecho de muerte, que renunciara a Satanás.

 

 "Francia, mi ejército...Josefina". Napoleón Bonaparte, 56 años. General, Emperador de Francia, estadista y hombre de poder y fuerza por excelencia. Su última palabra, el nombre de la mujer  que amó.

 

"Por fin veré a Marilyn". Joe DiMaggio,  famosísimo beisbolista americano, estuvo casado brevemente con  Marilyn Monroe. Murió 36 años después que ella, a los 85 años.

 

Carl Panzran, primer asesino serial célebre, ahorcado en 1930-   " Apúrate idiota, yo en tu lugar ya hubiera matado a diez"- dijo, dirigiéndose al verdugo. Fiel a su naturaleza hasta el final. Creo que el Chapo, si fuera a ser ahorcado, diría lo mismo.

 

René Favalone, cardiólogo y cirujano argentino, 77 años, escribió en su nota de suicidio, planeado meticulosamente- "Queda terminantemente prohibido hacer ceremonias religiosas o civiles. Un abrazo a todos." ¡Qué ganas de controlar todo hasta después de muerto!

 

 

Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, 85 años,  antes de aceptar la eutanasia- "Si mi hija está de acuerdo, pónganle fin a esto."

 

"Saquen mi cama al jardín. Quiero ver salir el sol por última vez"- Aurora Dupin, conocida como George Sand, escritora y política feminista muy anticipada a su tiempo, 71 años.

 

Bob Marley, músico e incansable pacifista jamaiquino, compositor e intérprete  emblemático de música reggae, murió de cáncer a los 36 años. Trabajó hasta el final. En sus últimos días escribió: "La gente que está tratando de hacer este mundo peor, no descansa nunca... ¿Cómo podría hacerlo yo?"- Antes de entrar en coma: "El dinero no puede comprar la vida"

 

Beethoven, uno de los más grandes músicos de todos los tiempos, 56 años- " La comedia ha terminado. Pronto iré hacia arriba. No escribiré más"

  

Mozart,  36 años-  De él se dijo que la voz de Dios estaba en su música. Desde los tres años vivió creando pero también riendo. Su vitalidad se apagó prematuramente. Durante los últimos minutos de su vida imitó con la boca los sonidos de los timbales de su  última obra, el perfecto y conmovedor Réquiem.

 

 Decía San Juan de la Cruz que en el atardecer de nuestras vidas se nos juzgará en el amor. ¿Quién nos juzgará sin duda y antes que nadie? Nosotros mismos. Lo que nos marcó en la vida nos acompañará en la muerte. Así lo indican algunas de las frases que les comparto. No hay nada material en ese último viaje, en este momento en solitario, el más incontrolable e intrigante de nuestra vida.

 

(Ilustración de portadilla tomada de la portada del disco “Mozart-Réquiem”, de la Deutch Grammophoem.)

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