• Emma Yanes
  • 10 Enero 2013
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Por: Emma Yanes

II

 

Después de descansar un poco y tomar aire, don Ramón Pablo Loreto, defensor del patrimonio histórico de Puebla todavía a sus 91 años, continúa:

“Mire usted, ya recuerdo --me dice--, ya se me vino a la mente qué más pasó. Después de mandar ese escrito al INAH sacamos mucha información en los periódicos para sensibilizar a la gente. Y con eso y la intervención del Instituto se impidió que se siguiera tirando la casa, considerada monumento histórico. Sin embargo, como usted ya sabe, la casa siguió en el abandono total y fue saqueada hasta de sus mosaicos exteriores, hasta que este año, como por milagro, la vino a recuperar el señor Escalera, que nosotros ni siquiera conocíamos. La casa de la 3 Sur es una muestra de la arquitectura del siglo XVIII en Puebla, por eso la defendimos, y seguiremos defendiendo otras casas, lo que nosotros pretendemos con la defensa del patrimonio es dar un ejemplo a los poblanos respecto a la conducta que deben tener en relación a lo suyo. Hay muchas casas, en ese sentido, que se deben defender en Puebla.”

Vuelvo al Comité. Le pregunto a don Ramón por sus principales logros. Reflexiona un rato y me responde:

“Hemos dado muchas batallas, muchas ganadas, otras perdidas. De las ganadas, la Casa del Deán, Santo Domingo y la casa de la 3 Sur 701, que de esta última nos dicen va a ser biblioteca pública. Pero mire, para ayudar a mi memoria que viene y va nos podemos ayudar de este documento que escribió el Comité en 1986, nosotros presentamos este texto a la Secretaría de Educación Pública con una lista mínima de los monumentos que, desde nuestro punto de vista, deberías ser conservados a toda costa, a saber, y destacando inicialmente los de los siglos XVI y XVII: Avenida Ávila Camacho 402-404, Casa de la China Poblana; Ávila Camacho 607, Hospital de San Roque; 3 Oriente, fachada de la Alhóndiga, posiblemente uno de los primeros teatros de la ciudad de Puebla; 6 Oriente 406; 8 Oriente 409, casa del Aguacil Mayor, estructura modificada posteriormente; 16 Oriente 201; 14 Oriente 1011, costado de San Francisco, portada del siglo XVI; 14 Oriente 1401, Portalillo del Alto; 14 Oriente 1204, Casa Aguayo; 5 de Mayo 407 y 409, Santo Domingo y Portería; 7 Norte 201; 3 Poniente 512, ‘Casa de las cabecitas’; 3 Poniente 516, casa de los Ramírez Arellano; 3 Poniente 524, con elementos posteriores añadidos; 5 Sur 305, ex convento de San Agustín; 3 Oriente 201, ‘Casa del que mató al animal’; 3 Oriente 403 y 407, ex Colegio de San Jerónimo; 16 de Septiembre 315; 16 de Septiembre 505, Casa del Deán; 16 de Septiembre 701, Iglesia de la Concepción, 703, casa que perteneció al convento, con tres portadas, 706, casa con arquerías del siglo XVI, 901, potada de piedra; 2 Sur 709; 4 Norte 709; 4 Norte 1605; 5 de Mayo 1603; 9 Poniente 309; 5 de Mayo 803, antiguo Colegio de San Luis; 2 Norte 1609, casa con hornacina en su vértice; 4 Sur 104, primer patio de la Universidad Autónoma de Puebla; 8 Poniente 706, esquina con 3 Norte, casa con hornacina de Santo Domingo; 3 Norte 611, esquina con 8 Poniente, casa con hornacina de Santa Rosa.”

Lista larga.

“Como usted verá --sigue don Pablo Ramón Loreto--, desde 19952 no paramos de pelear. De los edificios mencionados, algunos ya los han tirado o modificado, y otros, afortunadamente, han sido salvados, la Casa Aguayo, por ejemplo. Figúrese usted --dice sonriendo--, la rescataron recientemente para volverla oficina del gobernador.”

“Qué opina usted --le digo provocándolo--, de la idea del estacionamiento subterráneo en el Zócalo?

“La idea es nefasta --contesta de inmediato y da unos manotazos en la mesa--. Acabar con el zócalo tal como está hoy es acabar con el corazón de la ciudad y de todos nosotros. El Zócalo es algo más que un jardín, es nuestra identidad y nuestro orgullo. Esa es la peor idea que se ha tenido hasta ahora. Con todos los años que llevo de vida nunca imaginé que a un gobernante se le ocurriría algo así. A pesar de mis 91 años, con las fuerzas que todavía me quedan no dejaré de pelear porque no se destruya el Zócalo.”

“¿Qué inmuebles cree usted que debemos defender como poblanos? --le pregunto finalmente, pues ya me siento apenada por haberlo fatigado--, ¿y cómo podemos participar para conservar nuestro centro histórico?

Responde con calma, pero con seguridad.

“Los ciudadanos debemos defender a toda costa nuestros inmuebles y nuestra historia, porque es el legado cultural que debemos dejarle a nuestros hijos y nietos. Todo ciudadano de Puebla tiene puesto parte de su corazón en el Zócalo. Puebla no es una ciudad colonial, es imperial. Puebla no fue colonia nunca, fue dependencia del imperio español, simbolizada por el virrey. Puebla es una ciudad virreinal y depende de nosotros que siga mereciendo el título que nos dio la UNESCO de ciudad patrimonio de la humanidad.”

Termino la entrevista sin querer irme, repasando una y otra vez las fotos de antiguas casonas que Ramón Pablo Loreto me muestra.

“Se me va la memoria --dice para despedirse--, se me van los recuerdos…”

Pero yo lo encuentro lúcido cuando se trata de la defensa de nuestro patrimonio. Corresponde a las generaciones de hoy seguir el ejemplo de los artistas gráficos de los años cincuenta.


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