El jueves 31 de octubre, y tras de pasar 13 años en la cárcel, el profesor Alberto Patishtán fue liberado tras el indulto otorgado por el gobierno de Enrique Peña Nieto. Fue una consecuencia inmediata a las modificaciones legales que se aprobaron recientemente en el Congreso de la Unión. Y el que se haya llegado al extremo del indulto debe ser sobre todo un motivo de vergüenza para los grupos de poder en México. Nunca es tarde, se puede decir, cuando un hombre inocente recupera su libertad. Para la historia, esos trece años se cuentan en la insondable infamia del sistema judicial mexicano. La decisión del gobierno federal es consecuencia de la enorme movilización social en México y en el mundo. Para la historia, las palabras serenas de un hombre libre, pronunciadas en la rueda de prensa ofrecida inmediatamente después de su liberación.
(Foto tomada de El Universal)
Soy una persona que no sólo oye, sino que también escucha, y aunque estoy perdiendo la vista, todavía soy capaz de ver a través del corazón.
Salí a defender a mi pueblo, a los pobres, a los que no hablan español, y me mandaron a la cárcel. Quisieron restar mi lucha y lo que hicieron fue multiplicarla. Quisieron ocultar mi lucha, pero resplandeció. Sé del el olvido y la marginación de la que son víctimas los pobres y los indígenas en las cárceles del país, quienes sufren a manos de quienes tienen el poder.
Encontré en la cárcel humillaciones. Los indígenas que no tienen dinero para pagar un abogado se quedan dentro. Encontré llantos. Hice de sacerdote aunque no lo soy. Tuve que hacer de psicólogo para consolar a los estresados. De doctor y abogado. No guardo rencor por el proceso injusto al que fui sometido. En este momento lo más importante será recuperar la salud. Estoy perdiendo la vista, y por eso me he sometido a una radiocirugía para combatir el adenoma en la hipófisis que me detectaron hace más de un año.
En mi corazón hay paz. Lo que le toca al Estado será del Estado. Lo que sigue para mí es estar con mis hijos, ya después Dios iluminará mi pensamiento.
A Peña Nieto le digo que como autoridades sigan haciendo el bien.
¡La lucha sigue, Zapata vive!