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Don Juvencio Ramírez, ya con cerca de ochenta años, recuerda:
Antes el pueblo sí era muy pobre, no había trabajo, toda la gente de San Miguel por lo regular se iban en cuadrilla a los cortes de caña y todo eso. La loza vino a salvar un poco el hambre, porque yo sí recuerdo que me tocó comer la tortilla de mazorca, unas papitas, así nomás; me tocó comer las tortillas de cebada con nixtamal, un poquito de maíz con dos puños de cebada y a comerlo, pues. Se molía la masa con la papa y así se hacían las tortillitas. Se sembraba maíz, cebada y haba; se daba el alverjón, trigo y la lenteja. Ahora ya no hay lenteja, ahora es pura loza y maíz.
(Del libro inédito Oye olla, de Sergio Mastretta y Polo Noyola)