• Polo Noyola y Sergio Mastretta
  • 24 Enero 2013
".$creditoFoto."
Por: Polo Noyola y Sergio Mastretta

7

 

Don Crecencio Bonilla, ahí mismo, en Huitzilan:

En 1946 mi madre nos hacía comida con chile macho, ella nos hacía una salsa y nos ayudábamos con tortillas para almorzar. Sabiendo que nosotros éramos de dinero, mi padre tenía, pero igual eso comíamos. Y a la escuela. Nos daban cinco centavos para comprar, pero eso nos alcanzaba para mucho. Un centavo de cacahuates, dos de galletas, o sea que los cinco centavos rendían bien. Después no nos alcanzaban los cinco centavos, nos lo subieron a diez, pero a traer zacate para las bestias, teníamos que ir con nuestra palita a traer zacate. O si no a ver los animales al potrero, había que picarles la pastura y desgranarles su maíz. La cena, el que quería cenar, pobrecita de mi mamá, de dónde voy a agarrar dinero para el pan si tu papá ni siquiera nos da para comprar pan. Nos daba un tarro de café y nos metía las tortillas dentro del café como si fuera pan, ahí estamos comiendo. El pan lo comíamos en Todos Santos, era cuando comíamos. A veces un blanquillo que ponía la gallina y corríamos a la panadería y lo cambiábamos por pan. Pero sí conocíamos el pan. Yo tengo un chamaco nada más, pero ese sí, le tiene usted que comprar el pan, lo que tiene que comer, ya no va a comer los frijoles con epazote, ya no va a comer café con una tortilla metida ya son chamacos que le van abriendo a uno más los ojos. Y yo, un sobrino mío, que se crió en la casa, le di su carrera de maestro, y es un muchacho que está saliendo bien, trabaja por Tehuacán de maestro federal. Puedo decir que me regala cada año lo que tiene gusto por regalarme, no se ha olvidado de mí. Yo le agradezco mucho porque me había yo enfermado de agarrar la jarra, y él fue el que intervino para que me curaran. Y hasta la fecha, ahí estoy. Yo ya era precandidato a Los Pinos, porque ya me sentía muy mal, pero ahorita recapacité y ya llevo dos años y medio de no tomar. Lo que me dijo el médico de Zacapoaxtla fue que me salvé porque no fumé, si yo hubiera fumado me hubiera ido derechito, se te hubieran cerrado los pulmones y ya. Es lo que le agradezco a mi sobrino, que está de director, y el otro muchacho que está en Tehuacán, que yo formé. Son los únicos que me están cuidando, me visitan, cualquier cosa que quiero, ellos responde: así como nos ayudaste tú, así te vamos a ayudar también. Y eso es lo que les agradezco.

(Del trabajo de campo en la Sierra Norte, Polo Noyola y Sergio Mastretta)

 

8

 

Don Faustino Castillo Ruiz:

Yo nací aquí en San Juan. Pues mira, más que nada, cuando nosotros crecimos, mis padres y el pueblo completo estaba muy pobre; la gente, vaya, la verdad, a pesar de que estamos cerca de Puebla, la gente no salía a trabajar. Todos así, hacíamos canastas, entonces yo fui el más grande de mis hermanos y mi papá se apuraba a hacer la canasta, y se consumía, harto se consumía, era muy vendible porque no había plásticos, bolsas de plástico, todo eso, entonces la gente compraba mucho las canastas, con eso nos mantenía, a duras penas, la verdad; pasamos una vida muy desagradable, porque, la verdad, a veces ni para los frijoles alcanzaba.

Yo fui uno de los primeros que tuvieron gallinitas, claro que es mejor ese huevo que el de granja, pero de vez en cuando un huevito, algo así. No había nada. La gente, mire, tenía miedo, yo no sé, pues no había nada, nada., Bueno, entonces nomás salsita, un huevito de vez en cuando, un pedazo de carne, no muy seguido. Mi mamá, yo creo que ahora ya no es como antes, tenían muchos hijos, éramos como nueve, pero todos seguidos, estábamos pobrecitos. No, pues así se la pasaba mi papá y mi mamá, iban a Tepeaca, pero no había transporte, íbamos caminando por acá, por un puente, pues por ahí pasábamos caminando a Tepeaca, andando con los burros, nos íbamos atravesando, después por allá venían los carros y pasaban por ahí mismo, por la pila, agarraban para allá, y daban la vuelta, muy de vez en cuando agarrábamos carro. A pie hacíamos tres horas de aquí a Tecali, caminando. De Tecali a Tepeaca ya había transporte, agarraba uno el carro y ya se iba. Dejaba uno sus burros ahí guardados en un lugar que le decían el Mesón, y ahí les dejábamos su pastura y rápido nos íbamos a traer  nomás lo poquito que podíamos conseguir, porque llevábamos la canasta, las hacíamos en la semana y las llevábamos a vender. Llevábamos una docenita, doce, porque pues se hacían de a dos canastas por persona, así.

(De trabajo de campo para Ayuda en Acción, San Juan Tzicatlacoyan, Pue., Polo Noyola)

 

 


Click HERE is best bookmaker in the world.
Offers Bet365 best odds.
All CMS Templates