• José Luis Servín
  • 27 Marzo 2013
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Por: José Luis Servín

Tejalpa, la fiesta del Cristo moreno

Es un Cristo moreno, como el rostro de los hombres del sur.

Crucificado, sale a pasear por un pueblo de mercaderes.

En la mixteca poblana, el quinto viernes de cuaresma, popolocas, mixtecos y nahuas se reúnen en la población de Santa Cruz Tejalpa en el municipio de Tehuitzingo, Puebla,  a venerar al Cristo de Tejalpa. Esta fiesta es una de las más grandes de la diócesis de Huajuapan de León, Oaxaca, a la que pertenece el santuario en honor a la Preciosa Sangre de Cristo, que toda la región conoce como el Señor de Tejalpa, o simplemente Tejalpita.



Cientos de peregrinaciones que llegan a esa comunidad, y se  destacan por la religiosidad de la gente y su devoción. Llegan generalmente de varios municipios del centro y sur del estado de Puebla y otros, de los estados de Tlaxcala, Hidalgo, Morelos y Guerrero, a visitar a este Cristo de tez morena, un Cristo del pueblo.



Este año se calcula que asistieron más de treinta mil personas a una comunidad que tiene aproximadamente 550 habitantes. Las casas del pueblo se caracterizan por tener patios amplios que oscilan entre los 200 y 500 metros cuadrados; estos terrenos, en la festividad, se convierten en estacionamientos y en espacios para pernoctar; los peregrinos establecen campamentos familiares o por comunidades, y utilizan los materiales más variados, que van desde las modernas casas de campaña, hasta petates y las cobijas.



Mientras en la iglesia el quinto viernes de cuaresma y el sábado posterior, las misas se ofician una tras otra, en honor de las comunidades que asisten o simplemente para algunas familias que cubrieron su costo, en la parte de fuera, cientos de puestos se montan en un gran tianguis: en el primer círculo a la iglesia predominan los artículos religiosos, pero también se ubican por ahí, los de barbacoa, dulces y frutas, y los de artesanías de los nahuas de Guerrero y los de palma, característicos de los mixtecos y popolocas, así como los de piezas de barro. De todo, se encuentra de todo.



En esta festividad se observan diferentes tipos de atuendos, desde los sombreros norteños y botas vaqueras, hasta jóvenes con apariencia de cholos. Es la huella del éxodo, la necesidad de migrar que existe en la región y que ha obligado a que muchos de sus pobladores ahora vivan en Nueva York. Pero es notoria, por ser mayoritaria, la presencia de personas con ropa y calzado que permite definirlos como de escasos ingresos, de vestimenta humilde, que va de acuerdo con las mercancías ofertadas en el tianguis.



Pero toda la fiesta tiene su clímax: el Cristo moreno sale de paseo.

La noche del quinto viernes de cuaresma el Señor de Tejalpa sale, como dicen los peregrinos. Dicen que el año pasado no quiso salir, debido a que a las siete de la noche, cuando se inicia la procesión, se desató una tormenta con fuertes corrientes de aire, lo que hizo imposible iniciar la peregrinación.

La explicación: el Señor, no quiso salir.

Esta procesión de aproximadamente diez cuadras se caracteriza por  la lentitud en su marcha, que independiente a los rosarios que se rezan, debe tardar toda la noche, porque, el Señor de Tejalpa, debe regresar a la iglesia, al amanecer.

(Fotos de José Luis Servín. Foto de inicio tomada del portal de internet Lo hecho en México)

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