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Por: Verónica Mastretta

Hace tres años, por casualidades de la vida, visité Lanzarote, una de las islas Canarias, quizás la más agreste y enigmática de todas. Ahí tuve el gusto de conocer a Fernando Gómez Aguilera, miembro de la fundación  cultural y ambientalista "Cesar Manrique”. Una noche, a sugerencia de Fernando, fuimos a cenar a un restaurante Sirio. Y ahí, entre la deliciosa comida y la charla con el amable dueño del lugar, Fernando nos platicó sobre las maravillas de Siria, una de las civilizaciones más antiguas del mundo, tan antigua que hoy se sabe que ahí se descubrió el bronce. "Parte de la maravilla de Siria- nos dijo Fernando-" es que no ha sido descubierto por el turismo masivo mundial, así que  yo cada año lo visito y disfruto de  su gente,  su comida, su cultura;  las extraordinarias más extraordinarias  y mejor conservadas ruinas romanas del mundo están ahí, ya que Roma dominó el territorio Sirio 700 años. Propónganse visitar Siria. Jamás se van a arrepentir." Casualmente en el avión de regreso a Madrid, venía una revista con  un reportaje sobre Siria, con  fotos preciosas que ilustraban parte de lo que Fernando nos había contado tan amenamente. Hay palabras que con solo oírlas nos traen a la imaginación la esencia de Siria y  las raíces ancestrales de su poderosa civilización: Damasco, Alepo, Canaán, perlas, seda, marfiles, tejidos, tapetes, incienso , especias, Mar Rojo,  o  el  nombre de Ebba, ciudad  fundada 3000 años A.C.

  Siria fue lugar de paso para el comercio durante miles de años y fue colonizado por  pueblos  tan antiguos y diversos como los cananeos, los hititas, hebreos, asirios, persas, fenicios, griegos, romanos, árabes, mongoles,  otomanos y finalmente, los franceses, cuando en 1918, al finalizar la Primera Guerra Mundial, la Liga de Naciones le adjudicó el territorio de la actual Siria a Francia, como si todo un pueblo fuera un objeto susceptible de regalarse. Hasta 1946 Siria se independiza y empieza a formar parte del complicado tablero de ajedrez del medio oriente, atrapados entre los intereses petroleros y las pugnas que generó la creación del Estado Israelí. Solo en diez años Siria tuvo veinte distintos gobiernos. En 1970 la dictadura familiar Al Asad, se hace del poder hasta la fecha.  Por encima de los gobiernos que han dominado Siria, el  paso de tantas culturas diversas fue creando un pueblo rico y versátil en costumbres. No existen pueblos malos, más bien los pueblos suelen pasar por malos gobierno y malos momentos, pero en sí, en ningún lugar del mundo   una población tiene el patrimonio del bien o del mal, aunque sí a veces, por momentos,  cae sobre ellos el monopolio de la violencia y la desgracia.

Me quedé con la profunda curiosidad de visitar Siria. En 2013 vuelvo a oír hablar de ella  y no acabo de entender cómo, un país que en 2010 parecía haberse salvado de los horrores del convulso medio oriente, de repente pasa a ocupar las primeras planas de los periódicos con las palabras comunes a la mayoría de los conflictos de los últimos  años: imperialismo,  dictadura,   petróleo, rebeldes, sitio estratégico, transnacionales, fundamentalismos, misiles,  armas químicas, Estados Unidos, Rusia, Israel, Irak, Turquía, ingleses, franceses, embargo de armas, venta de armas, terroristas, patriotas, golpes de estado, ejército oficial, ejército rebelde, células terroristas, carros bombas, conflicto, mesas de negociación, ONU,  niños y mujeres asesinados, rehenes decapitados, "Médicos sin Fronteras", Cruz Roja, y hasta el momento, una cifra:  diez millones de refugiados hacia los países que colindan con Siria.

He leído y releído las raíces del conflicto. Solo puedo entender que el mal cayó sobre Siria y que todas estas palabras que acabo de escribir tienen que ver con un horror que me es imposible descifrar.

Veo la foto de un hombre  aparentemente sereno abrazando a un  niño envuelto en un paño blanco. El niño parece dormido. Al ampliar la foto el hombre está rodeado por un sin número de cadáveres. Todos parecen dormidos y apacibles y sobre sus albos sudarios se ven los hermosos grafismos sirios, que imagino dicen el nombre o el número con el que se les ha identificado. Todos son víctimas de un ataque químico contra civiles indefensos que los grupos en disputa se achacan unos a otros. Es obvio que alguno o varios de los países dedicados a la fabricación de armamentos están haciendo muy buenos negocios lejos de ahí, como les gusta, sin, aparentemente, mancharse las manos. Es indudable que las guerras crean grandiosas fortunas y  duras conciencias. Leo y releo las noticias sobre Siria. ¿Por qué tal horror y esa noche obscura  han caído sobre el pueblo del amable dueño del restaurante de Lanzarote?

(Foto tomada de Reuters)