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(Publicado en El Popular, 6 de octubre de 1942, p. 6.)

“Ni a usted ni a nadie les puedo hacer comprender, porque ni usted ni nadie han sentido lo que yo”, dijo Ricarda López Rosales, ayer, durante el interrogatorio a que fue sometida por el Juez Primero de lo Penal, licenciado Emilio César, cuando éste le preguntara sobre las causas que la orillaron a su tremendo crimen. 

Ricarda López Rosales es una mujer de pequeña estatura, ojos oblicuos, apagados, manos delgadas. Mira con profunda tristeza pero a la vez se mantiene entera, lógica, usando de la inteligencia natural que posee para producir respuestas claras, firmes y bien construidas. Mató a sus dos pequeñas hijas por desesperación, por miseria, por abatimiento, pero también por algo más, que aún no puede desentrañarse y que continúa permaneciendo en las sombras del alma obscura de Ricarda López.

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