• Sergio Mastretta
  • 21 Marzo 2013
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Una hora antes, la mirada oficial a esta intromisión de la modernidad en el pasado. Una breve encuesta entre políticos priístas: ¿modificaran el artículo 130?

“No es necesario –me dijo el Procurador Fernández de Lara--, las relaciones entre la iglesia y el Estado son de respeto, vivimos en un marco ajustado a las circunstancias de la realidad mexicana.”

“Sí –respondió enérgico el diputado Rafael Cañedo--, pero a través de una consulta popular, y no sólo el 130, también el 3,  existen obras obsoletas que definitivamente hay que revisar, esto dentro de la modernización del Estado mexicano, el partido, y también la Iglesia. No es populismo, es realismo. Yo fui católico.”

“No, no hay que dar marcha atrás en la historia –afirmó la diputada Enoé González-. Lo que señaló Benito Juárez es el parte aguas. Yo soy católica, pero pienso que no hay que revolver la religión con los principios sociales del pueblo.”

Y el diputado Celso Fuentes: “Eso es un asunto discutido por la historia, hay que dejarlo como está. Hay una realidad, la iglesia y otros grupos de presión. Yo estoy de acuerdo en que las relaciones deben ser transparentes. La ley es un hacha que no se usa, pero permite que las cosas no vuelvan a ser como antes.”

Y finalmente, el síndico López Rubí: “Es intocable el 130, las relaciones entre el Estado y la Iglesia siempre han sido escrupulosamente respetuosas. Hay que tener en cuenta dos aspectos: uno, el aspecto de la interferencia subjetiva del sujeto, es decir, no molestar al prójimo; el otro, el estado de derecho en que vivimos”.

 

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De vuelta con los evangélicos, el ex-senador suplente por Nayarit, Jonás Flores, un tiempo director de Gobierno y Secretario de Cultura en su estado, tuvo a su cargo el discurso oficial. Orador excelente, extrajo múltiples aleluyas y alabado sea el señor de su público iluminado por un sol que quemaba como ha de hacerlo si lo dejan el espíritu santo.

“Debemos ser buenos cristianos y mexicanos –decía-, debemos cumplir la ley y exigir que el gobierno la cumpla... Pero sobre todo debemos respetar a nuestras autoridades como lo manda la Biblia, nuestra norma de fe y conducta.”

“Alabado sea el señor”, contestó la multitud.

“El censo va a demostrar que somos millones, ese será nuestro mensaje a las autoridades y partidos políticos. Hasta ahora, ningún partido, PRI, PAN o PRD, ha querido levantar la bandera de la libertad de cultos... Los estamos esperando para que les demos nuestro voto ciudadano.”

Aleluya, digo yo, y le pregunto a un hermano:

“Oiga, ¿el PRI está a favor de Dios?”

“No señor, qué va a hacer, mientras no exista la verdad siempre existirá el PRI. Ellos están nombrados por unos cuantos, no por el pueblo, ellos se protegen entre sí con el escudo de la bandera del PRI. ¿Quién ha matado a los héroes, si no el gobierno?”

Y yo busqué en el cielo el divino-patrio espíritu del prócer. Don Benito incólume. Por un instante quise adivinar un gesto, una señal del más allá, un comentario a la nota de ocho sobre la canonización de Juan Dieguito.

Pero el benemérito, como de costumbre, tostaba su frac al sol.


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