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Por: Sergio Mastretta

El Secretario de Comunicaciones y Transportes, Bernardo Huerta Couttolenc, se acercó a la regidora Verónica Mastretta. Ella buscó a José Luis Escalera y a Berta de Uriarte, dos de las personas con mayor experiencia en la conservación de árboles y jardines en la ciudad, y siempre como civiles, y a Sergio Mastretta, periodista y miembro de Puebla Verde. El propósito, conocer el proyecto de instalación de la “Rueda Gigante de Observación” en el viejo y entrañable Centro Escolar.

Mundo Nuestro narra aquí ese encuentro, y es la perspectiva de Sergio Mastretta. Verónica expone en un texto aparte su punto de vista como regidora del Ayuntamiento y cabeza de la comisión de medio ambiente. El secretario Huerta expuso el proyecto, y aquí mismo en Mundo Nuestro se presenta de principio a fin.

El interrogante queda: cuál debe de ser la manera democrática para discutir y decidir los proyectos de obra pública. 

Rueda y destino

Sus palabras parecen más un acto de contrición:

“Lo que el gobierno quiere, lo más importante ahora es socializar lo que se pretende hacer. De ninguna manera queremos afectar el patrimonio del Centro Escolar.”

Es el secretario de Comunicaciones y Transportes del gobierno del estado de Puebla. Ha hablado sin parar diez minutos y ha logrado resumir lo que pretenden hacer en el jardín al extremo norte del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec, el CENHCH, justo en el rincón más arbolado, conocido históricamente por la comunidad como “el fajadero”.

Y por él nos enteramos de que el costo de la rueda es de 200 millones de pesos. Que sí hay un inversionista particular --la empresa AyPP Constructores, S.A. de C.V., una compañía creada a principios del 2010--, que recuperará su inversión a lo largo de los próximos 16 años, una vez que luego del primero, las utilidades que deje la rueda se apliquen a la rehabilitación de las instalaciones del CENHCH.

Y que la decisión de instalarla en el Centro Escolar es recientísima, apenas el 21 de marzo. Pero que en la eficiencia extrema de la burocracia estatal y municipal ya cuentan con todos los permisos necesarios para la obra de la rueda, incluida la manifestación de impacto ambiental y el permiso de construcción --este último otorgado como Licencia Mayor de Construcción para una “Rueda Gigante de Obsrvación” por la Dirección de Desarrollo Urbano del gobierno municipal con número 206._00215_/13, de fecha 12 de abril del 2013, expedido a una velocidad exquisita y con un costo de 0.05 pesos. Normal, antes el gobierno estatal no pagaba nada.

Y que no requieren autorización de cambio de uso de suelo, pues por su carácter provisional la obra de la rueda no lo modifica.

Y que no necesitan autorización del INAH, pues esa esquina y el CENHCH entero caen fuera de la zona de monumentos históricos catalogados.

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Cada quien fija en sus recuerdos los amarres con la ciudad. Yo tengo uno con el CENHCH. Es 1966, voy en sexto de primaria en el colegio Oriente, y jugamos una final contra la selección del Centro Escolar. Tienen un estadio, y es la media tarde, y no hay nadie en las tribunas, y la cancha es de pasto de lado a lado, y la regaron, y el balón corre por el césped y los niños nos imaginamos en el recién inaugurado Estadio Azteca. Ganamos 4 a 0. Y metí un gol de tiro de castigo. “Pinche coladerón”, le gritó enojado un defensa a su portero luego de mi disparo.

Y tienen un estadio en el Cetro Escolar Niños Héroes de Chapultepec.

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Cada quien tiene sus amarres con la vida real. Intento atar el proyecto de rueda de 80 metros y 54 carros en esa explanada de cemento encerrada por los dos tiros de ladrillo que albergan los talleres de la secundaria, cerrados por el norte por otra construcción abandonada tras los sismos del 99 y el 2012. El sol de abril azota el pavimento y me deslumbro, y apenas puedo barajar algunas cartas:

El 20 de abril una marcha de padres de familia impugnó el proyecto de rueda en el CENHCH. El 27 de abril, grupos a favor de la rueda, encabezados por profesores y padres de familia, harán lo propio a favor de la estructura metálica.

Apenas el 21 de marzo el gobernador Moreno Valle descubrió que el predio de los fresnos y sicomoros es el ideal para plantar la rueda, luego del rechazo que encontró la idea del Paseo Bravo. Y está a no más de 500 metros de catedral.

Es una obra pública, fundada en la idea de que promoverá el turismo. Pero es una obra pública que se hará con recursos de un particular, que además operará la rueda por más de quince años hasta que recupere su inversión. Hoy, aquí, con este texto, sabemos el nombre de esa empresa. Pero no más: quién es, cuanto invertirá, con qué esquema de operación.

Hoy es 25 de abril, y a la fecha no conocemos el proyecto que ya ha sido aprobado por la Dirección de Obras Publicas del Ayuntamiento. Sea buena o sea mala la idea de la rueda en el CENHCH, es un hecho que este gobierno no tiene idea de la mecánica elemental para proponer una obra pública extraordinaria.

Y ahí, en esa carencia de la más elemental mecánica de una democracia, la información pública y accesible para todos, está nuestra mala fortuna.

Es la rueda antigua de nuestro mal destino.

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Es una reunión de dos horas con el secretario que impulsa la instalación de la rueda, a la que yo seguiré llamando “de la fortuna”. Los arquitectos la llaman “de observación”. Y como son visionarios, ahora sí la han bautizado: “Rueda Gigante de Observación”. A Bernado Huerta Couttolenc le acompaña Federico Bautista, en un tiempo el bigotudo Secretario de Desarrollo Urbano con Melquiades Morales, hoy, ya sin bigote, el “proyectista” --término también de los arquitectos, pues denomina una función inexistente en el organigrama del gabinete del gobernador-- que diseña para Moreno Valle todos los proyectos que tienen que ver con obra pública de carácter especial: los Fuertes, el Teleférico, el paso a desnivel en la 5 de Mayo, el llamado Museo Barroco y, hoy en la tormenta, la rueda.

Y lo de “carácter especial” se refiere en un principio a las obras que sectores varios han terminado por impugnar de una u otra forma --denuncias en medios, marchas, amparos, por ejemplo-- al estimar que afecta el patrimonio histórico de los poblanos.

Escuchamos su presentación Verónica Mastretta, regidora sin partido en el actual Cabildo de la ciudad, Berta de Uriarte, por el Consejo Ciudadano y José Luis Escalera, impulsor del proyecto cultural Profética, Casa de la Lectura. Ambos son conocedores como pocos de la importancia de los árboles para el bienestar de una comunidad.

Y yo, por la asociación civil Puebla Verde. Y como periodista convencido de que los asuntos públicos pueden discutirse mejor.

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El secretario Huerta y el proyectista Bautista son dos ejemplares rotundos del cuerpo burocrático del poder en Puebla más reciente. Forman parte del grupo que derrotó a Mario Marín, y con él a la estructura cavernaria de la interminable era priista. Pero no dejan de ser parte de la gran corriente que ha gobernado al estado desde Maximino Ávila Camacho. Sin más, desde hace ochenta años.

Bernardo Huerta Couttolenc, egresado de la UDLA, se hizo en las oficinas de Finanzas y sufrió las altas y bajas del “titular”, como le dicen. En la altas, fue Director de Administración de Bienes Muebles e Inmuebles de la Secretaría de Finanzas y Desarrollo Social y Coordinador General de Transportes en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes del Estado de Puebla, en los años del gobernador Melquiades; en las bajas, abrevó en el sector privado, y fue hasta antes de la administración de Moreno Valle, y por cinco años, director general del distribuidor exclusivo de Ford Motor Company para ventas al Gobierno Federal.

A Bautista y a Moreno Valle los veo y concluyo que su producción como figuras del poder no es un asunto de partidos. Aquél es miembro de una familia del poder histórico de Puebla, nada distinta a la del gobernador Moreno Valle, y supongo que se hablan como primos hermanos, como quien ha crecido en las mismas sobremesas hablando de política y poder desde hace cincuenta años. Uno manda, el otro construye.

Los veo y me figuro los ductos largos de la formación de los grupos de poder, sus enlaces y rupturas: Melquiades Morales era tinterillo en los años sesenta, Mario Marín en los ochenta, y los dos escalaron por los escritorios de la Secretaría de Gobernación, con las caravanas y los sí licenciado pronunciados hasta el desvelo, hasta que percibieron que les llegaban de regreso con el espiritual responso del “estamos con usted, licenciado”.

Bautista y Moreno Valle no pasaron por las catacumbas de los tinteros. No estudiaron en la BUAP. En sus diplomas hay marcas extranjeras. No militaron en un comité distrital, ni se preocuparon por urnas rellenadas ni conflictos poselectorales. Tampoco se tardaron una hora en recorrer el pasillo al estrado, saludando a las señoras de la Sierra Negra. También en la política hay clases sociales.

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Bernardo Huerta es afable y expone sin parar en diez minutos lo que quiere el gobierno del estado con la rueda en el CENHCH (ver información aquí, en Mundo Nuestro). Pertenece a la camada de funcionarios que generó el paso de Moreno Valle por la Secretaría de Finanzas, con Melquiades Morales. Lo mandaron como segundo de Paty Leal, Subsecretaria en la SCT de Marco Antonio Rojas. La declaración de la tarde la tiene Bernardo: la dificultad para socializar los proyectos.

Y yo entiendo el contexto de su declaración: la premura con que Moreno V quiere todo. Lo que tarda un año lo quiere en un mes. Y lo que ha vivido: la compra de la rueda en Alemania. Ya se subió en ella. El recorrido en los helicópteros con el propio MV, que descubre al CENHCH. ¡Ahí!

Y el fundamento del proyecto: la promoción turística de la ciudad: no podemos seguir con visitas de un día, ir a Africam, pasar al centro a ver la catedral y a comer cemitas, y después, adiós”. Quieren pasar de 1.4 días a 3 en la ocupación hotelera por visitante.

Y su queja: igual con el teleférico que con la rueda, la incomprensión de la gente. “Cuestionan algo que no conocen”

Y lo que ven como un hecho: que con el INAH ni a la esquina, al menos hasta después de las elecciones.

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Federico Bautista Es el cerebro de todos estos proyectos. Es el proyectista de Moreno Valle.

En la mesa de juntas del secretario Huerta hay dos de ellos: la rueda y el teleférico. Los dos en carpetas elaboradas con toda la técnica de presentación de un arquitecto: vistas, planos, figuraciones… La segunda, la del Teleférico, nunca se ha presentado al público, el gobierno no ha tenido el tino de mostrarla a las asociaciones civiles que impugnaron el proyecto. Federico me muestra una a una las láminas, señala el detalle de las torres, la propuesta visual, la perspectiva de un encristalado que las cubre para que casi se pierdan en el horizonte azul contra la Malinche. Mi pregunta es fría, y no tiene respuesta: ¿por qué nunca se las han mostrado a los ciudadanos?

Trato de entender el esquema de Federico Bautista: los proyectos sólo pueden salir de inversión privada; los constructores poblanos no pueden poner 150 millones de pesos para afianzar un proyecto, mucho menos para invertir en él.

Sus proyectos: son buenos, mucho mejores por ejemplo que lo que los propios alemanes tienen en sus teleféricos: “Mira nuestras estaciones --me dice--, ve los acabados en talavera, compáralas contra los concretos pelones de los teleféricos alemanes”. Y va más allá: “Cuestionan la idea del museo barroco, ni siquiera han entendido que se trata de un museo virtual”

Y afirma igual, “critican lo que no conocen”.

Y de nuevo mis preguntas simples: ¿Y por qué no se lo dan a conocer a los investigadores poblanos? ¿Ya buscaron a la Doctora Galí? ¿A la doctora Maquívar?

Y su sufrimiento: él mismo tiene que corretear los permisos en el Ayuntamiento.

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No le costaron demasiado trabajo, a juzgar por el tiempo mínimo para la autorización de la licencia de construcción. No más que lo que transcurrió entre el 21 de marzo, cuando al gobernador descubrió en vuelo de helicóptero la esquina del CENHCH, y el 12 de abril, cuando la otorgó el Ayuntamiento.




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AyPP Constructores aparece en internet con una página sencilla, que afirma su aparición en el mercado de la construcción en Puebla “a principios del 2010”. Esta empresa será la que lleve adelante como inversionista la construcción y la operación de la rueda en el CENHCH. Según entiendo a lo dicho por los funcionarios, ellos han puesto el dinero para la compra de la máquina, y supongo, porque no lo confirmaron ellos, serán los que aporten los recursos para la obra civil. Esta es la carátula de su portal de internet:

Y entre las obras más importantes en las que han participado en los tres años que tiene de existencia encuentro las realizadas a la empresa editorial Litografía Magnograf, S.A de C.V., del empresario Armando Prida, propietario también del diario Síntesis. Y a partir del 2011, obras a cargo del gobierno estatal para escuelas, hospitales, vialidades en varios puntos del estado. (http://www.aypp.com.mx/Obras.php).

He llamado por la mañana de hoy jueves en dos ocasiones a la oficina de AyPP Constructores para confirmar con la empresa si serán ellos los inversionistas. Fracaso. La señorita que contesta “no está autorizada a dar información alguna”. Me dice que llame al corporativo. Se niega a decirme qué corporativo.

Me digo que justo este es el problema que tiene el gobierno. La falta de información. ¿Puede el gobierno asociarse con particulares? ¿Pueden los particulares participar en proyectos de gobierno como inversionistas? Estas dos preguntas pueden tener respuestas disparadas, generar refriegas verbales, disputas apocalípticas. El hecho simple es que las autoridades actuales no han permitido la más mínima posibilidad de discusión.

Estos son los teléfonos de la constructora: 379 6811 (contestan en un consultorio médico de especialidades en San Manuel) y 3798625 (contestan en AyPP, pero no están autorizados a dar ninguna información).

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Los funcionarios pasan una galería de fotos de la rueda del CENHCH cuando fue presentada en Alemania para su cliente mexicano. La veo erguida en medio de un patio industrial, iluminada para esperar la noche. Está ahí para enamorar o para rasgar las vestiduras. ¿Quién tiene la respuesta? La veo y me digo que a mí sí me gustan las ruedas de la fortuna, me amarran a mis sueños de niño y todavía siento la sangre hervir en las piernas que cuelgan al vacío, con la vista de los leones en el pequeño zoológico que mira a la 13 Sur, con los ojos iluminados por las luces del avión del amor que zangolotea parejas enamoradas. Pero la nostalgia se enreda con el presente, con esta airada discusión pública atorada en nuestra incapacidad de plantear como la gente, decían las abuelas, una buena idea. Y que ruede con fortuna.



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La rueda en Lyon. Bernardo Huerta y Federico Bautista piden que veamos este video (http://www.youtube.com/watch?v=sDCL2Yw-KLE). Mide cuarenta metros, la opera un particular, quien la lleva como titiritero, de pueblo en pueblo. En las imágenes vemos una rueda de 40 metros, la mitad de la que proponen para Puebla. Y sobre su círculo han dispuesto una carpa en la que proyectan imágenes de aves que vuelan en medio de la pirotecnia que acompaña al evento de inauguración en el centro de esa ciudad francesa.

Esa es una rueda de la fortuna.

Nuestra propia rueda, esa noria histórica terrible de los gobiernos autoritarios en México, gira, gira en el horizonte ingenuo de nuestro ensueño democrático.