• Raúl Picazo
  • 12 Noviembre 2015
".$creditoFoto."

Mundo Nuestro: En septiembre de 2015 se hizo público el acuerdo por el que el gobierno de Enrique Peña Nieto y el Sindicato Mexicano de Electricistas establecieron las bases para convertir a ese organismo laboral en una empresa. El gobierno le cede los activos de la extinta Compañía de Luz (14 plantas hidroeléctricas y cuatro de ciclo combinado en Puebla, Hidalgo, Tlaxcala, Edomex y Distrito Federal), y el sindicato se convierte en empresa como una cooperativa asociada a una trasnacional portuguesa y se olvida de los 80 mil millones de pesos de pasivo laboral. Un trueque cuyas repercusiones aún no quedan claras, pero con el que se quiere poner fin a un conflicto sostenido por la resistencia de miles de familias de trabajadores que se opusieron en el 2009 al golpe de fuerza con el que el presidente Calderón las echó a la calle. El 9 de octubre los electricistas empezaron a recuperar sus centros de trabajo. Los portales del SME en internet dan cuenta de ello.

Este relato expone la entraña de un conflicto social que transformó como un terremoto la vida de una comunidad. Nuevo Necaxa, el territorio histórico del Sindicato Mexicano de Electricistas, el más antiguo sobreviviente del sindicalismo mexicano, envuelto en un torbellino por la decisión del gobierno federal de exterminar la relación laboral con la desaparición de la vieja Compañía de Luz y Fuerza del Centro.

Este relato contiene la mirada nostálgica de un joven que regresa a su pueblo para tratar de entender cómo es que ha sobrevivido.

Raúl Picazo, escritor y periodista, nació en Necaxa en el año de 1985.


El territorio de las presas de Necaxa.





La presa y el pueblo de Nuevo Necaxa.

 

 

La niebla desciende lentamente sobre el Municipio de Juan Galindo. Avanza cubriendo los cerros que perfilan cordilleras. Fluye como espectro sobre calles vacías y se posa sobre la espalda de los habitantes del pueblo. Ellos han pasado angustia, desesperación, hambre e injusticias, pero deben seguir adelante, como muchos otros hijos de México, de Latinoamérica y del planeta entero. Imperativo aguantar, la palabra clave: resistir.

 La niebla produce frio, pero sobre todo, nos regala una postal: un pueblo fantasma.


Foto de Esteban M. Luna, tomada de Panoramio.






Nuevo Necaxa

 

Yo, ubicado en mi zona de confort, observo pasar la vida.  En ocasiones deambulo por ese lugar que me produce nostalgia, que vivo como un sueño y que añoro de la misma forma: algo en constante movimiento. Es por ello que al caminar por sus calles  trato de reconocer y recordar,  traer a la mente una anécdota,  como la ocasión que me fui de bruces frente a mis compañeros de escuela por andar mirando a la niña que me gustaba. Escenas así de triviales.  Nací en Nuevo Necaxa el 10 de agosto de 1985,  llegué como el último hijo de una familia de 5 hermanos. Mamá enfermó después de mi nacimiento. Quizá tuve la culpa. El tiempo que estuvo entre nosotros fue excelente, a pesar de la enfermedad que vulneró su cuerpo y destruyó su esperanza.  Recordar tiene valor, siempre y cuando se obtenga un resultado, se encuentre una línea que haga del pasado un mejor presente, esa es la única forma de sacarle jugo.




La niebla se ha ido, ahora es el sol que se encarga de bañar los cerros que fueron acariciados por el espeso vaho que se escurre por la sierra. La luz arroja otros matices, la nostalgia se disipa, la dinámica se modifica y el pueblo parece moverse, salir de su letargo.

 

 

 

Estamos en el año 2009. Un zafarrancho en el centro del pueblo. Presenciamos un evento que a lo largo de la Historia ha funcionado para segregar  sin tener que derramar odio entre los individuos, solo con inocularlo en líderes con sistemas distintos dará resultado. Aquí, no discuten o se difaman partidos políticos con ideologías e intereses contrapuestos, sino dos sujetos del mismo Sindicato que deberían encontrar un camino para reforzar su endeble organización. Cien años de lucha, hoy nada los detiene. Piensan. En medio de este zócalo, donde grupos contrarios se madrean sin sustento, en este quiosco tan hermoso, que ha visto a  jóvenes declararse amor, se dejó claro que la división de los obreros fomentaría a la extinción de un proyecto hidroeléctrico. Señalemos el día Miércoles 17 de junio de 2009, cuando los electricistas exigían al gobierno no interferir en su renovación sindical, que siguió con la impugnación de las elecciones para elegir secretario general el día Martes 14 de julio de 2009, casi un mes después. Pero el lunes 27 de julio del 2009, seguía la afrenta contra el SME, el ariete del gobierno golpeaba fuerte y debilitaba. Trascurrieron los días y el 3 de agosto de 2009, los problemas complicaban, todo indicaba lo peor, poniendo en evidencia un liderazgo, echando la culpa a Martín Esparza de poner en peligro a los trabajadores.

 

Ese día, un obrero compró la estufa que tanto deseaba su esposa y otro le compró una pantalla a su amante, no sabiendo que muy pronto no tendrían con qué pagarlas. El conflicto sobre la toma de nota llegó a los tribunales:

 

“Luego de la elección en la que resultó ganador Martín Esparza, por una margen de poco más de 350 votos, la planilla que encabeza Alejandro Muñoz impugnó el proceso y presentó una solicitud de nulidad del mismo ante la JFCA”.

 

Todo esto para rematar el día que ya todos conocemos, noche de  sábado, 10 de octubre del 2009: El gobierno asalta instalaciones de LFC; y ordena su extinción.

 

“Casi a la medianoche –una hora después de que militares y policías federales ocuparon las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LFC)–, el gobierno publicó en una edición extraordinaria del Diario Oficial de la Federación un decreto firmado por el presidente Felipe Calderón en el que se determina la extinción de ese organismo descentralizado.”



La noche de la extinción.

 

 

Aunque el proceso desestabilizador había comenzado antes, mucho antes. No sólo desde campañas mediáticas, sino desde la base, desde los trabajadores, desde la mexicanidad. La orden: “Debemos estar preparados”, no era una idea hueca, sino un llamado de alerta. Parece que el devenir cotidiano nos ciega la vista y pone de manifiesto otras realidades, porque fraguar un golpe no es cosa de días, todo el sistema se volcó para finiquitar una empresa, para dar paso a las trasnacionales, las de allá lejos, las que vienen a darnos trabajo. Por eso jamás nos dimos cuenta, aunque se los hubiera gritado una ocasión, ya borracho, en un mitin donde se fraguaba derrocar al líder que hoy se ha creado la fama de héroe del sindicalismo mexicano: Martín Esparza Flores. 




No sé de dónde sacan que los mexicanos somos huevones, si eso fuera, no estarían las trasnacionales poniendo el ojo en nuestro hermoso territorio. De las facilidades que les dan para invertir, incluyen la mano de obra barata. Si fuéramos flojos, nos podríamos sostener un país, ni una empresa, pero siempre funciona decirle al otro: “eres un pinche flojo”, para quitarle sus derechos, para que la opinión pública sostenga que no lo tiene merecido. Así sucedió con la campaña mediática contra los trabajadores de Luz y Fuerza antes y después su extinción.

 

Y es de enojarse porque miraba a mi padre rifársela día con día, a los demás trabajadores hacer su chamba con esmero… Pero siempre hay alguien que deja de cumplir con su cuota de moral y de ahí se agarran para generalizar. Que bonita manía tenemos de absorber lo particular en lo general. 

La planta de Salto Grande, en Necaxa, Puebla.


La antigua casa de máquinas en la planta de Salto Grande.




Los electricistas en la chamba.

 

Pero allá vamos, todos los trabajadores del sindicato son unos huevones, unos mantenidos por el gobierno, todos, así soltaron la difamación, de aquellos  que día a día salían de sus hogares a trabajar para existir. Aquí una anécdota rápida:

 

Mi abuela se encontraba sentada sobre su cama cuando entré a su cuarto y me percaté de un comercial que había desfilado ya toda una semana donde hacían énfasis en la desgracia que sufriría la economía mexicana si seguía LyF. Entonces dije: cuantas campañas sucias no se han realizado a lo largo de 20 años,  las cuales son absorbidas por la gente que se encuentra en casa, en espera de algo que los entretenga. Es de esperarse que rindiera efecto, porque también es fácil acusar al otro y no ver lo que uno trae entre manos, son asuntos básicos de civilidad, pero aquí salimos perdiendo. Ella no entendió en totalidad mi mensaje, pero remató: pinche gobierno nos está comiendo vivos.

 






Las acciones injustas de un gobierno siempre trascienden, se vuelve odio y muchas veces literatura, en este caso, la liquidación de la paraestatal Luz y Fuerza del Centro, empresa descentralizada que generaba energía para el centro del país,  tuvo esos dos efectos.

En el primer caso fue un pueblo que repudió dichas medidas y que hará rodar por generaciones el odio hacía Felipe Calderón  y Javier Lozano, en esencia el PAN. Por otro lado, un escritor que dio voz a un conflicto, que externó su malestar dándole voz a un personaje, en especial a la diatriba de liquidarse o no. El texto en cuestión lleva el nombre de “Café”, y viene en el libro “Liquidaciones” del escritor poblano Eduardo Sabugal. Este cuento recrea el ambiente enrarecido donde se sofocaron por mucho tiempo los  liquidados y no liquidados de la empresa. Un cuento que te presenta la vida de un sujeto como miles que trabajaron en dicho lugar, y que se encuentra en la disyuntiva de liquidarse o no, una pregunta que tenía que ser meditada, que podría romper con toda una cultura de trabajo. Siempre he dicho que los trabajadores del Distrito Federal tenían la oportunidad de hacerlo, para ellos les resultaba más fácil, porque la ciudad arroja todo el tiempo a miles al desempleo, pero se crean otros, las oportunidades aumentan en la gran urbe, al contrario de un pueblo que nació de una idea concebida por algunos empresarios que dijeron: aquí vamos a construir el primer complejo hidroeléctrico, el más chingón que exista por el momento. Un pueblo donde la tradición era simplemente trabajar para una empresa, qué otra cosa se puede hacer en un rancho.

 

La historia de Sabugal da pie a un recuerdo: una marcha multitudinaria organizada por el SME, ya cuando el conflicto se veía estancarse, cuando se urgía a la liquidación para desaparecer al sindicato, ahí estaba, en las calles haciendo que se escuchara nuestra voz, la cual rebotaba en los edificios y hacía eco en la voz de los ciudadanos que apoyaban a los contingentes que pasaban en un gran desfile. Una de las manifestaciones más monstruosas, donde la esperanza se concentraba en que la presión de la gente despertara un estallido social que otorgara la oportunidad de que aquellos desposeídos regresaran a sus oficinas y talleres, para volver a ese tiempo idílico que les fue arrebatado.

 

 “Miró las gorras con el logotipo de la empresa, las siglas del sindicato que comenzaban a repetirse cada vez más, en todas partes, conforme se acercaba a la concentración. Esas siglas eran un referente caducado, extinto, según decían en la radio; pero para ese avanzar de hombres y mujeres seguían teniendo una consistencia sólida, incluso más fuerte”. 



Entre el 10 y 11 de octubre del 2009, los habitantes del municipio de Juan Galindo tuvieron una cita con su destino. Un golpe seco se escuchó por toda la sierra norte de Puebla, habían desmembrado una historia, la habían dejado sin final feliz, lo hicieron los mismos que usurparon el poder y que no entienden de la vida en comunidad, ni de la paz que te da una noche con estrellas. Las campanas de la iglesia hicieron que se congregara la gente en las instalaciones del SME, se comenzó a correr  la voz para una reunión extraordinaria. Seguro que todo el pueblo había visto el mensaje que Calderón transmitió después de aquel partido de Fútbol donde la selección mexicana obtuvo un triunfo parco como siempre. Y si meto en el mismo costal a todos los ciudadanos de Necaxa, es porque todos, aunque tuvieran otros empleos, sufrirían de alguna forma los estragos que estaban por venir. Ese ruido los acercó, pero no solo físicamente y en su problema, sino que se reconocieron, se vieron vulnerables e indefensos. Ya no eran líderes y simple sobreros, ahora todos compartían una desgracia porque los escalafones se habían eliminado. La pirámide había caído.

 

Seis años después, cuentan que el 10 de octubre de 2015, con ese mismo efecto de campanas, se entregaron oficinas, talleres, plantas generadoras, al SME, pera que sus agremiados vuelvan a trabajar. 

La recuperación de las instalaciones en octubre del 2015,



(Del Facebook de Javier Romero, cronista de Nuevo Necaxa.)

 

 

Pero, qué sucedió en esos seis años. Una buena pregunta si se pudiera contestar en lo individual. Si alguien nos fuera contando sus historias de vida, de aquellas cosas que escuchó o que vivió, que se desarrollaron dentro de su familia, en su cuadra, quizá nos hablarían de los muertos después de aquella noche trágica, de los jóvenes que tuvieron que dejar sus estudios, de los suicidas que no aguantaron la presión,  de aquellos que enfermaron, de las hombres que se quedaron solos, de las mujeres que ya no recibían pensión, de las amantes que dejaron de frecuentar a sus hombres, de esas historias que valen la pena reproducir  pero que no se han contado, como aquellos que estuvieron en los plantones, en huelgas de hambre, en las guardias. Historias que pueden servir para armar un libro que no sé si alguien escriba


Quién tenga pensando jubilarse o llevarse una pensión después de trabajar más de la mitad de su vida se encuentra flotando en una farsa. Quizá ya nadie piensa de dicha forma, porque se ha visto que a lo largo de esta década se han minado todo tipo de logros sindicales que en otrora gozaron los obreros. Ya nada se puede hacer ante este movimiento de un sistema global que aniquila todo tipo de protesta por el bien común. Mi padre logró jubilarse y ahora goza de su tiempo, pero sobre todo de su dinero.

 

El sindicalismo vive de las cuotas de su agremiados, porque lo que al inicio de la Resistencia, estos señores tuvieron que aportar, caerse con una pequeña parte de su sueldo quincenal para mantener a un grupo de personas que quizá no conocían y hasta les caían mal. Claro está que no todos los jubilados colaboraron, algunos seguro no dieron un solo peso. Estos señores fueron participes de un movimiento que se sostuvo seis años, los cuales tendrán la satisfacción de ver de nuevo a su gremio, con nuevos bríos, producto de un esfuerzo en conjunto, donde ellos también participaron.  

 

 

La guardia de la noche

 

Una de las medidas que tomó el comité del Sindicato Mexicano de Electricistas, (SME) después de la liquidación de una buena parte de sus agremiados, fue reunir a los sobrantes. Se dio cuenta que no podía defraudarlos, y sobre todo que se encontraba ante una disyuntiva porque toda la rabia y la impotencia no podían ir a parar al basurero. Así, mientras el tiempo pasaba y se prolongaba una resolución, se llevaron a cabo algunas acciones, un ciclo de cine por ejemplo, algunos talleres de zumba y también algo que siembre debieron haber tenido, un espacio radiofónico en FM llamado Radio Turbina, todo dentro de las instalaciones del SME en Nuevo Necaxa





Pero dentro de las acciones correspondientes, lograron un acuerdo para establecer en puntos estratégicos (casas con palos y plásticos para atajarse del mal clima y velar fuera de algunos talleres y subestaciones) con la finalidad de que no fueran saqueadas, o vaya uno a saber por qué se tomaron esas medidas, pero el asunto no radica aquí, sino que eso que llamaron guardias, fue una medida que siguieron  hasta el final de la resistencia. En seis años, los grupos de obreros que no se liquidaron formaron parte de estos centros de guardia, donde  aprovechaban el tiempo jugando cartas y platicando. La crítica a esta practica no se hizo esperar, porque nada se hacia, o al menos eso es lo que me percaté las ocasiones que acompañaba a mi amigo a cubrir algunos turnos. En seis años se podría haber realizado un taller de carpintería o algo productivo. Pero jamás hubo acción, por eso algunos no aguantaron y se fueron. Los que se quedaron fomentaron un odio hacia los que se fueron a buscar un trabajo real.

 

La guardia, como le decían, fomentó también la misma holgazanería que habían descubierto sus detractores, porque no puede ser de otra forma, cuando estas sentado echando el cotorreo. Quizá hicieron otra cosa, ¿pero qué?

 

 

Resistencia

 

 

Nada es estático, todo cambia y se adapta. Las ideas se mueven y van mutando, pero algunas se estacionan porque son excelentes, porque tan solo con modificarle algunos puntos agarran más fuerza. La resistencia es entonces una acción, es experimentar, es la sangre que se detiene y el cuerpo que se tensa, una vida que espera su restauración, el momento que se ponga de nuevo en marcha el motor. Estamos ante los ojos de los sujetos que sufrieron y se dieron a la tarea de ocultar el desánimo, pero que tenían en su mente un momento clave, que era que la maldición se rompiera y todo volviera a ser igual de nuevo. La resistencia ahora es un pasado, porque el presente para todos los de habitantes del Municipio de Juan Galindo que está conformado por Nuevo Necaxa y Necaxa Canaditas, se encuentra en marcha. Viene con sorpresas, una nueva empresa, un nuevo contrato, nuevas reglas, salarios, horarios, una nueva vida, ya no podrán cometer los mismos errores, no tienen derecho, tienen que poner por delante todo aquello que aprendieron en la zozobra de no saber qué iba a pasar con sus vidas.

 
Campamento en resistencia, 2010.

 

Foto de Necaxa de Luz y Fuerza.







Caravana de resistencia, toma del campamento “El Salto Chico”, en mayo del 2014.

 

Me cuesta mucho hablar del pueblo donde nací porque lo único que quiero  exponer es la tranquilidad que me llena cuando regreso a sus calles. Esta idea de sentirme tranquilo  se debe a que conozco su historia,  no sólo la de su construcción, sino la de sus habitantes, que son la parte medular e importante del municipio, y la conozco porque mi familia tuvo la oportunidad de levantar aquí su patrimonio. Porque mi padre, a pesar de todo lo que vivió, encontró la manera de no dejarnos sin comer. Mi padre defendió el sindicalismo, el cual le proporcionó la oportunidad para hacerse de una pensión que ahora disfruta.

 

Siempre supe que escribiría algo de este conflicto, porque para mi fue triste ver los rostros agrios y adoloridos de aquellos que conocí en plena fiesta gozando de la vida. Tenía ganas de escribir sobre los problemas surgidos después de una decisión gubernamental que ahora se convierte en un referente de lucha, aunque a nadie le interese.

 

Hablar de seis años de resistencia sin estar dentro es también una hipocresía, pero como siempre he visto que los agremiados al sindicato no son nada críticos, porque de serlo, se desintegraría, yo sí puedo decir lo que me venga en gana, y quiero dejar esto, lo que ya leyeron, si es que llegaron a este punto. Aquí se termina todo. Quedarán plasmadas mis impresiones, retazos que no dicen nada. Quizá todo fue un mal sueño y hemos despertado a nuestra realidad.

Click HERE is best bookmaker in the world.
Offers Bet365 best odds.
All CMS Templates