• Sergio Mastretta
  • 17 Enero 2013

Que no quede huella, que no, que no…

La derrota de Bartlett en 1995

Dos imágenes dominicales para entender los nuevos tiempos poblanos, los de la derrota del viejo aparato de Estado que no logró contrarrestar en las urnas democráticas el desengaño ciudadano ante la crisis económica, las contradicciones entre los grupos de poder priista y la avanzada nacional panista:

Domingo 5 de noviembre. Al mediodía, cierre de dos meses de campaña del gobernador proselitista: Manuel Bartlett acaba de inaugurar el primer tramo del Anillo Periférico Ecológico –eje fundamental del programa Angelópolis, su proyecto, el primer integral multimillonario y conflictivo presentado por un gobierno priista en la historia poblana--, y ahora enfrenta a una masa de 40 mil fanáticos que hierve en la llanura al sur de la ciudad a la espera de Bronco Superbronce y que ha llegado en camiones dispuestos sin costo por el gobierno. Nunca se reunió en esta campaña, ni en todas las pasadas en la historia del PRI poblano tal cantidad de personas. En la catarsis del Estado que no ha acabado de ser omnipotente, el gobernador apuesta al voto popular priista, y si inaugura obras a empellones y crea en la coyuntura 44 mil empleos fugaces y afirma a quien lo escuche que no habría cohabitación con los panistas, es por su convencimiento en que las cosas han cambiado pero no tanto. Así exclama treinta segundos antes de que Bronco arranque con su que no quede huella que no que no ante la multitud que le dará la espalda una semana después: “hoy es un día de fiesta para Puebla, hemos puesto en marcha casi cien kilómetros de vialidades, agua para las colonias populares... Todo eso para que sigamos juntos unidos en la justicia social...”

 

A la misma hora, en un hotel de la capital, los empresarios dirigentes de la Coparmex, Canaco, Canacintra y Consejo Coordinador Empresarial declaran la guerra y dan a conocer las cifras demoledoras de una encuesta patrocinada por ellos y elaborada por el CEO  de la Universidad de Guadalajara, que le dan ventaja de quince puntos (48 contra 33) al PAN  sobre el PRI en las preferencias de la ciudadanía. A la manera de los sandinistas en 1990, no lo creerá el gobernador, ni Germán Sierra su candidato, ni sus estrategas, ni los sesudos analistas de la política.

 

Domingo 12 de noviembre. También al mediodía. El gobernador Bartlett enfrenta la decisión de la masa de votantes que le presente el rector José Doger con información de su Centro de Estudios Estratégicos de la UAP, fresquerita, la encuesta de salida de casilla presenta al PAN arriba con 51 puntos, su partido apenas araña los 34. A esa hora, el CEO y los empresarios tienen en la mano estadísticas similares que darán a conocer a las 18.30. La debacle del PRI en la capital se confirma con los números iguales y fríos arrojados por la empresa Harris, contratada, al parecer, por el propio gobierno estatal.

Ya no es tiempo de creer o no. El Estado está derrotado: imposible sacar de la manga 45 mil votos para revertir la derrota histórica del PRI en una entidad que le ha dado a los últimos presidentes Salinas y Zedillo entre ochocientos mil y un millón de votos en las reñidísimas elecciones de 88 y 94.

El golpe es estrepitoso: Puebla dejó de ser un voto cautivo.

 


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