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Diciembre del 2014 en Puebla: no es posible mirar hacia otro lado, como si no pasara nada y todo fueran campanitas de cristal.

Medianoche del 22 de diciembre en una esquina de Paseo de la Reforma, a unos metros del Ángel y del plantón que reclama el encarcelamiento de opositores en el estado de Puebla: Atitonatiuh Sarabia Reyna y Tonatiuh Sarabia Amador son detenidos a punta de pistola por agentes judiciales.

Forma es fondo en este gobierno: como en 1989 a su padre, los dos son acusados de narcomenudeo y lo que resulte, que para eso están los jueces en México.

Rubén Sarabia, Simitrio, dirigente histórico de la organización popular 28 de Octubre fue detenido el viernes 19 de diciembre pasado a la manera del gobierno de Rafael Moreno Valle: un garlito armado en alguna oficina pública (esta vez la del secretario de gobierno municipal), sin orden de aprensión a la vista, con agentes que no se identifican y que se esfuman en un auto sin placas, con las horas siguientes de desaparición y las órdenes expedidas “semanas antes” por los jueces que identificarán una sucesión de delitos añejos e inexcusables a la mano del Estado mexicano: despojo, motín, instigación a la rebelión, posesión de marihuana, ataques a las vías de comunicación.

 De una u otra forma parecida agentes judiciales han detenido a los opositores del gasoducto a Morelos, a las reformas a la ley orgánica municipal, a las expropiaciones en la pirámide de Cholula.

No es un caso aislado. En la cadena aparecen una y otra vez nombres de pueblos originarios: Xonacayucan, Chalchihuapan, Canoa, La Resurrección, Cholula. En la cuenta, más de cuarenta personas encarceladas con operativos abiertamente ilegales, fundados en delitos inventados y que desconocen amparos interpuestos.

No es un caso aislado: uno por uno confirman la postura de un gobierno autoritario que no tolera la oposición a sus políticas.

Una vez más: no es posible mirar a otro lado. La forma --el gobierno que trastoca el Estado de Derecho para reprimir a los grupos opositores a su política-- es el corazón verdadero del sistema social de México.

Muchos interrogantes, pero uno solo sobresale: ¿en qué momento un régimen cruza la línea y se convierte en fascista?

Y otro más que personaliza el conflicto: ¿estas acciones obedecen a la decisión de una persona, el gobernador en turno, incapaz de entender el significado que en Mexico tiene el concepto de pueblo originario?

Y una que mira a la estructura: ¿qué defensa tenemos los ciudadanos cuando es el gobierno el que abiertamente trastoca el Estado de Derecho?

Es incomprensible. ¿Qué sociedad es esta que ha sido capaz de producir en fila a Mario Marín y a Rafael Moreno Valle?

Y es ineludible: los ciudadanos no podemos mirar hacia otro lado para cantar campanitas de cristal.