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La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en sus artículos 1o. y 35  nos otorga  a los ciudadanos mexicanos el derecho a votar y ser votados en condiciones de igualdad. Puntualmente señala las excepciones y ninguna  incluyó nunca la obligación  de competir  con las siglas de un partido. Por muchos años este derecho fue limitado por una ley federal electoral abusiva  y anti constitucional que aprobaron los partidos para evitar que se les salieran del huacal las candidaturas independientes. No querían más competencia que la de las franquicias partidistas.  En 2012, y después de una larga y amplia lucha ciudadana, se modificaron las leyes secundarias que normaban el derecho constitucional mencionado. Queda enunciado que se otorga a los estados el derecho a sacar sus leyes electorales, pero estas no deben poner limitantes que rebasen las establecidas en la ley superior. La ley federal estipuló  que para las candidaturas independientes se requiera para registrar una candidatura el que el aspirante  presente hasta un 3% de apoyos de personas registradas en el padrón, por lo que en las leyes estatales es válido requerir hasta el 3% de apoyos en firmas, ya sea para gobernador, diputado o presidente municipal. Eso lo decidirá el congreso de cada estado.  De acuerdo a las leyes federales, las firmas de apoyo se recabarán en un formato autorizado por el INE y ahí se registra el nombre de la persona tal cual aparece en su credencial de elector, su número y clave. Nada más. Con esos datos el INE puede compulsar y validar las firmas. Para una elección federal se pueden recabar firmas de casa en casa, en la calle, en una plaza, en donde los promoventes puedan y sea permitido. En la ley estatal aprobada por el congreso poblano el 22 de agosto pasado, en que, cosa rara, los diputados se molestaron en trabajar en sábado, el requisito para registrar una candidatura independiente para gobernador es del 3% de las firmas del padrón. Son 131 mil firmas, que además, se tienen que otorgar de manera presencial en los consejos distritales en un periodo de 20 días.

 

¿Por qué varias universidades, organizaciones civiles y personas nos hemos opuesto a dichos candados? Primero, porque aunque la ley federal  otorga a los estados el derecho a reglamentar ciertas cosas, no les permite extralimitarse en los candados. Por ejemplo, en el caso de Tamaulipas, el Tribunal Federal Electoral revisó la ley que aprobó el congreso local, y si bien aprobó el porcentaje máximo que permite la ley federal de hasta el 3% de los apoyos, en lo demás falló a favor de ampliar el periodo de recaudación de firmas, así como que la manera de recaudarlas sea con el formato de INE y sin que las personas tengan que acudir a un consejo distrital en persona.

 

En el caso de la queja que un grupo de personas presentamos ante el Tribunal Federal Electoral, este fue desechado por haberlo presentado de manera extemporánea, fuera de los 4 días que la ley otorga para inconformarse. Aún quedan otros recursos, como el amparo, que en su momento se pueden utilizar cuando de manera directa alguien quiera ejercer su derecho al registro. Pero ese es otro cantar.  A los que nos ha interesado este tema pensamos que además de que los candados colocados por el congreso poblano se extralimitan y son un paso atrás con respecto a la reforma federal de 2012, también creemos que se corre el riesgo de que dichos candados solo puedan ser remontados por grupos de poder político que sean desplazados por sus propios partidos, por grupos de poder puramente económico que también tendrían la capacidad de movilizar a 131 mil personas en 20 días, o por grupos delincuenciales a los  que les puede ser fácil  conseguir los apoyos por medio de la movilización que genera el miedo o el dinero.  Eso es lo que nos parece peligroso. Candados difíciles para ciudadanos comunes, pero remontables para los grupos de mucho poder. No es ese el espíritu de los derechos de igualdad que la constitución nos otorga a todos.

 

Una buena parte  de los que estamos promoviendo que el espíritu de la ley no se tergiverse, no lo hacemos pensando en las elecciones para gobernador del año que viene en el Estado de Puebla, sino en las condiciones que prevalecerán en las elecciones para elegir gobernador  y diputados locales en el 2018. El año que viene solo se elegirá gobernador o gobernadora por un año 8 meses,  pero el congreso seguirá teniendo a las mismas personas que hoy son diputados, ya que fueron electos por única vez por 4 años y 8 meses, hasta el 2018. Suponiendo que hubiera una remotísima posibilidad de que una candidatura independiente cuajara y ganara, ese pobre ganador estaría frito pues tendría muy poco tiempo  para medio entender que cuentas le dejan, para intentar hacer algunos cambios, lograr que el congreso le acepte sus presupuestos y propuestas, pero  eso sí,  tendrá que cargar con la responsabilidad de revisar a fondo un sexenio en  el que el  congreso de manera mayoritaria es leal a quien ahora gobierna; un congreso que no se ha manejado como el contrapeso independiente que debiera ser. En el congreso federal ya hay todo un rejuego de cabildeos y contrapesos con respecto al poder ejecutivo. Quizás no a la altura que quisiéramos, pero mucho más libre que en el pasado. En los congresos locales eso difícilmente sucede, y desde luego, no es el caso del congreso de Puebla. Una de las razones de formar una coalisión opositora al PRI en 2010  tenía la idea central de que hubiera por fin un congreso con verdadera independencia del poder ejecutivo. En ese sentido creo que fracasamos y las cosas no han sido distintas a cuando el PRI lo controlaba todo. Soy una convencida de que los contrapesos son sanos e indispensables. Todo funciona mejor cuando hay oposición inteligente y leal. No la  oposición que a todo dice que no por molestar o por mezquindad política, sino la que razona, trabaja, cabildea y aporta. Las candidaturas independientes pueden enriquecer esa sana y necesaria oposición. Ya ven el cuento del pobre rey a quien todo mundo le daba la razón en sus ocurrencias, buenas y malas. Hasta que llegó un vivales que le vendió tela invisible y se salió encuerado a desfilar pensando que iba hecho un figurín. Ahí iba con su corona y desnudez hasta que un niño le dijo la verdad. ¿Quién no agradece a quien francamente te dice que la ropa ya te aprieta, que  estás tomando malas decisiones, o que ya no ves bien?  Todos necesitamos contrapesos, en la vida pública y en la vida privada. Mucho más los gobernantes.

 

Con respecto a tratar de echar abajo lo que nos parecen candados abusivos,  perdimos una instancia pero hay otras. La semana pasada  un grupo de poblanos acudió al Senado de la República en representación de varias organizaciones y personas que creemos que la ley electoral  local se extralimitó. Suscribimos un escrito en el que solicitamos que los senadores con verdadero espíritu democrático revisen la ley aprobada por el congreso de Puebla, y en su caso, recurran y exhorten a los diputados locales a corregir aquellos puntos en los que de manera clara se vulnera el derecho a ser votado en condiciones de igualdad. Hubo promesas, aunque ya sabemos que es el dar lo que aniquila. Nada perdemos con ejercitar nuestros derechos de manera civilizada y respetuosa, usando los caminos jurídicos construidos por muchos a lo largo de años.

 

Queda también el recurso de inconstitucionalidad que pueden promover los partidos políticos o algunos militantes de los partidos que de verdad estén comprometidos con los derechos que la constitución otorga: nuestro derecho a votar y ser votados sin necesidad de un partido, sin candados facciosos, sin retrocesos. ¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano?, diría Chava Flores… Pues yo le tiro a mucho, a algo le daremos.