• Sergio Mastretta
  • 14 Septiembre 2012
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Por: Sergio Mastretta

El compadrito Melquiades

Melquiades Morales, nacido en un pueblito de San Andrés Chalchicomula, hoy Ciudad Serdán, recuerda el mito del indio Juárez. “Iba descalzo a la escuela”,”salí de mi tierra a pie, en medio de una tormenta, sólo, para llegar a ser lo que ahora soy”, llega a recordar en uno de tantos mítines que alumbran con su presencia los políticos priistas. Melquíades es un representante puro del Estado populista. Si no tienes nada que ofrecer, por lo menos un saludo, aunque los eventos se retrasen. En el apretón de manos de Melquíades encuentra la razón de ser del Estado benefactor. Pasa por aquí el gobernador, y te acuerdas de México, bonachón, fiestero y apapachador, quién se fija que vayamos al despeñadero. Es el extremo opuesto de Manuel Bartlett, el político frío y certero en su análisis de que el mundo campesino está destinado a morir. Por supuesto, su pensamiento no discurre sobre el campesino Melquiades Morales Flores, que desde el campo y tras décadas de abrazos y compadritos, le gana la candidatura del PRI al candidato del exsecretario del Gobernación.

+ Melquiades arranca su gira de candidato en Nealtican. Habla de un programa regional de desarrollo para los pueblos de los volcanes. Su audiencia, campesinos floricultores, bloqueros y trabajadores de la piedra volcánica, escuchan atentos y se preguntan si algún día el gobierno les cumplirá lo prometido por Manuel Bartlett, cuando les arrancó el agua contra la libertad de sus presos: es agosto de 1998 y ninguna de las tres principales promesas está cumplida, ni el bachillerato, ni el hospital regional, ni el agua potable para la colonia Miguel Hidalgo. Y para más cargos, las norias cada día están más secas.

+ Para que la acuña apriete… le recuerdo en una conversación a Melquiades Morales, para dar cuenta de todo lo sucedido entre el gobernador y un productor de brócoli y tortillero del poblado de San Pablo Actipan, Concepción Colotla. Concho, como le llama todo mundo, pasará a la historia como el dirigente campesino que echa para abajo el proyecto inmobiliario estrella de Melquiades Morales: el Proyecto Millenium, que con autopista de por medio entre Tecamachalco y Puebla por los territorios de Cuapiaxtla, Tepeaca, Tecali y Cuautinchán, en la región de Valsequillo, en una franja de 50 por 60 kilómetros al sur de la autopista a Orizaba, pretende la expropiación de 800 hectáreas campesinas. En contraste con los excesos hamponiles de Mariano Piña y autoritarios de Manuel Bartlett, Melquiades intenta todos los modos menos el represivo para llevar a cabo su propósito. Por supuesto equivoca el primer recurso: calificar de eriales las parcelas de producción de legumbres por las que pasará la carretera. De entrada, el precio ofrecido por el gobierno contrasta con los precios del mercado en la zona: cuando el metro se valora en 30 pesos, Melquiades les ofrece 50 centavos para el metro en tierra de pastoreo, 1.25 pesos para el de temporal y 2.50 el de riego. Seguirán las amenazas de expropiación y los intentos serios por la penalización del conflicto, con órdenes de aprensión contra Concho y sus compañeros. Y no lo logra. A pesar de tener como responsable del proyecto a su secretario de Comunicaciones y Transportes, Marco Antonio Rojas Flores, otro zorro de la política, este hombre de Tecali que lo fue todo (diputado, presidente municipal de la Angelópolis, senador, secretario de gobernación) en la jerarquía priista en los últimos treinta años, no logró que Concho y sus vecinos lo permitieran.

+ La figura del fraccionador en estos últimos tiempos merodea el territorio nuestro con la habilidad de las avispas que buscan las larvas de las mariposas para su reproducción en un campo de brócolis. La mariposa, esa figura de ensueño, es la causa de utilidad pública. Como nunca, funcionarios públicos y empresarios desarrolladores van montados en las expropiaciones de tierras campesinas justificadas en grandes planes gubernamentales de ordenamiento territorial y en un gasto público en infraestructura urbana que multiplicó por seiscientos el precio del metro cuadrado –de 7 pesos a 4000 mil pesos, entre 1993 y 2007. Los apellidos Peralta, Bautista, Moreno Valle, Henaine, Montero, Posada, Ventoza, Kamel, Marín, para nombrar a algunos de las cabezas de proyectos inmobiliarios recientes, alumbran esta mezcla de político-empresario-funcionario que ha tomado literalmente las plazas, igual las de los despachos de secretarías de estado, notarías, juzgados, que las del paisaje urbano. El secretario de Desarrollo Urbano de Melquiades, el arquitecto Federico  Bautista, es el prototipo del funcionario-desarrollador inmobiliario. Claro, además se apellida Bautista. Logró lo que nadie en toda esta historia de la especulación inmobiliaria en la ciudad de Puebla: intervenir para modificar el uso del suelo en un terreno frente al Parque del Arte, y ser el comprador y fraccionador del mismo. Una y otra vez que Puebla Verde demandó del gobierno el respeto al uso del suelo en el único espacio que Manuel Bartlett dejara como área verde, las 12.7 hectáreas del baldío conocido como Jardín del Arte, el celoso Secretario defendía los intereses primordiales del gobierno estatal: las obras públicas, las escuelas, los hospitales. “No, Verónica, --dice--, ¡cómo crees!, tu quieres jugar al parque, a sembrar arbolitos, cuando con ese terreno el gobernador tiene 450 millones de pesos para las obras que Puebla necesita”.

+ Algo ha ocurrido entre Carlos Peralta y Melquiades Morales, pues en el 2003 corre el run run entre los reporteros de que la tan traída y llevada noticia de la construcción de un Tec de Monterrey en la ciudad de Puebla se hará realidad sobre una parte de las 45 hectáreas que ocupa el parque de diversiones Valle Fantástico. Y por abajo del agua filtran desde el gobierno al que quiera oírlo que esa es la única manera de quitarle algo del regalito que Manuel Bartlett le hiciera a Carlos Peralta. Que si son 20, que 25, ya lo veremos, pero el hecho camina muy rápido y en unas cuantas semanas los regios construyen un conjunto en blanco de cinco pisos y varios módulos y le plantan de cara al Popo una horroroso cincho metálico de bienvenida. Inauguración con Vicente Fox y el poblano cabeza del grupo FEMSA, José Antonio Fernández Carvajal, convertido en patrono principal de la principal institución educativa en manos de particulares en México. No será la única que se asiente en los territorios expropiados a los campesinos: Piña Olaya le regaló 20 a los jesuitas, 10 a los Legionarios de Cristo y otras 20 a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Y como nunca, los políticos encuentran la causa de utilidad pública.

+ El camellón de los 18 millones de pesos podría ser el atrio de la Iglesia de La Virgen del Camino, sobre la Vía Atlixcáyotl, entre centros comerciales y agencias de automóviles. Es la iglesia del Padre Nacho, un sacerdote del claro secular, exjesuita, que en los años ochenta revolucionó corazones de almas pías ente la feligresía y las estructuras eclesiásticas amodorradas y burocráticas del obispo Huesca. Con el tiempo, el padre se ha convertido en uno de los curas más socorridos de la parroquia católica de la burguesía local. Y particularmente la española, que de la mano de la familia Diez, ha aportado los recursos para levantar el templo estilo arquitectónico Vips para la virgen de los leoneses, con una fuerte cofradía en la ciudad de Puebla –y la han llevado, con todo y su dicho de “la suerte de la fea la bonita la desea”, desde su nicho en la capilla del Rosario hasta el corazón de Angelópolis. Así que para ellos los nichos en los sótanos de la iglesia. Un atento sacristán te pasea por los pasillos de mármol y señala las galeras y, lo más excelso de la ciudadanía, en el corredor central, que ha apartado aquí su lugar, y ni qué decir de nuestro gobernador, mire usted, ahí está Melquiades Morales Flores, y también Manuel Bartlett y por supuesto, Mario Marín.

Esta tan espiritual transacción, por cierto, forma parte de la enorme suma de operaciones comerciales ocultas al público por el Fideicomiso de la reserva territorial. Dios nos guarde.

+ Al final de la era Melquiades los terrenos que ofrece el Fideicomiso de la Reserva Atlixcáyotl-Quetzalcóatl están en barata, y no importa si no tienen el uso del suelo correcto. Un ejemplo invisible: el Hospital Ángeles, que se construirá entre el 2005 y  el 2006, ya con el gobernador Marín, se planta sobre terrenos del área de seguridad de la planta de tratamiento de aguas ubicada a la altura del antiguo pueblo de Mayorazgo. En el 2008, este complejo hospitalario aún no cuenta con la regularización de la tierra.

El  precioso es el héroe de la película

En el 2005, cuando arranca el gobierno de Mario Marín, ya los dos fideicomisos, el de Angelópolis y el de San Francisco, llevan 15 años de operación. No hay mayor referencia de ellos en su programa de gobierno. Sin mucho por vender, aparentemente mira hacia otro lado. Mario Marín va poco a poco, al contrario de Melquiades, quien anuncia desde los ochenta sus miras largas, o de Bartlett, quien llega a Puebla como salida corta a quien ha jugado en ligas mayores. Pero desconcierta igual que este último por su andar contradictorio: va del sigilo conspiratorio al balcón del lucimiento, camina como quien pide permiso y llega para gritar voy por la mía. Desde los refugios de la Secretaría de Gobernación y el Tribunal Superior de Justicia ha trabajado a sus bases, así que no ha necesitado de los peldaños de elección popular sino hasta que gana la presidencia municipal. Ahí ya afila un equipo y un proyecto con sus condiscípulos Mario Montero y Valentín Meneses y cófrades como Javier García Ramírez. Y se entrena en las turbiedades del SOAPAP, en la oscuridad de los giros negros y en los pavimentos, banquetas y guarniciones del quehacer municipal. Sus informes anuales rompen todas las fronteras poblanas en torno al culto de la personalidad –cumple con rigor en la fotografía del político con la pala que trabaja codo a codo con el pueblo--, y atiende todas las recomendaciones de profesionales de la imagen –se quita con el photoshop a media campaña electoral el lunar que carga de nacimiento entre ceja y ceja, ya después el cirujano lo hará sobre su cara--, y gasta en publicidad como nunca lo ha hecho un ayuntamiento. Ahí da cuenta de que es un hombre de extremos, como el de llegar a inmortalizarse en un cuadro en el llamado Salón de Protocolos en el edificio municipal, con un grupo de funcionarios atentos y alertas a lo que les dicen los planos de una obra pública. En la alegoría, la ciudad es territorio de adiestramiento para el futuro y cerco jurídico y temporal que lo maniata. Y la gubernatura será el territorio de conquista tras años de sometimiento a los jerarcas y santones a los que ha servido, y la frontera que se cruza para confirmar que es su hora entre los poderosos, sus socios, sus iguales. Político de altura, lo presumen sus allegados, es el verdadero tiempo de sus planes, y no se cierran en Puebla sus miras.

+ De los propósitos del programa de gobierno marinista: “Se frenará el deterioro ambiental de suelo, agua y aire, y se regenerarán los ecosistemas mediante la acción conjunta del gobierno y la sociedad, propiciando un desarrollo sustentable y con calidad de vida”. Así, en el 2005 crea la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y propone el desarrollo de un Plan Estatal Hidráulico, un Sistema Estatal de rellenos Sanitarios Regionales, la elaboración de un Plan Estatal Forestal, reactivar el programa Proaire de Puebla, fortalecer el Plan Estatal de Ordenamiento Territorial y Ecológico y establecer un Programa Estatal de Educación Ambiental para promover la participación ciudadana e impulsar la participación de la sociedad y la comunidad científica en la formulación, aplicación y vigilancia de la política ambiental. Ni más ni menos.

+ Mil ochenta hectáreas arrebatadas a los pueblos campesinos de Cholula en 1991 por un decreto expropiatorio para el ordenamiento urbano de la ciudad de Puebla. Son más de 10 millones de metros cuadrados arrojados a la especulación de los inversionistas invitados por funcionarios que les dan vueltas y revueltas especulativas sobre helicópteros y mapas a lo largo de la línea nerviosa del río Atoyac, la frontera más antigua de la ciudad de Puebla. Por fin, bienvenido el capitalismo en todos sus espasmos, el proyectado en los planes de gobierno y su traducción salvaje en manos de gobernadores y desarrolladores urbanos. En trece años, de 1995 al 2008, han sentado sus marcas todo tipo de capitales y personajes: La Vista Country Club, Lomas de Angelópolis, Ara, Casas Geo, Ciudad Judicial, torres JV, Bosques de Angelópolis, Tecnológico de Monterrey, Universidad Iberoamericana, Universidad Anahuac, Liverpool, Palacio de Hierro, Cinépolis, agencias de autos Toyota, Renault, Ford, VW, Mercedes, Chrysler, Mazda, BMW, Wall Mart, Comercial Mexicana, Home Mart, Telcel, Comercial Mexicana, Hospital Los Angeles, Hotel fiesta Americana. Todos ellos sobre terrenos expropiados en 1991 a no más de 21 pesos –empezaron en siete-- el metro cuadrado a los campesinos cholultecas, el último precio aceptado por el gobierno ante el descontento de los pueblos.

¿Cuánto vale la inversión pública y privada en el territorio de Angelópolis? ¿Cuánto vale lo que existe en el centro comercial Angelópolis? ¿Cuánto vale Liverpool? ¿Cuánto el Palacio de Hierro? ¿O lo que invirtió Cinépolis? ¿Cuánto valen las torres del grupo JV? Para no ir más lejos, la construcción que está a la vista, el Wallmart o el Complejo Cultural Universitario?  Difícil saberlo, como nunca sabremos lo pactado en cada transacción avalada por Bancomer como fiduciario del Fideicomiso Angelópolis. La expropiación de la tierra campesina al poniente del río Atoyac, con la construcción de los sucesivos puentes de asalto al territorio campesino (el de Atlixcáyotl, el de Aguazul, el del Periférico, el de las Torres y, últimamente, el de Cúmulo de Virgo), desencadenó una explosión inmobiliaria como no la vivía la ciudad de Puebla desde los años sesenta, con los fraccionamientos de La Paz, San Manuel, Gabriel Pastor, Anzures. Era la nuestra una ciudad contenida en sus vialidades y sus discursos, atorada en la visión conservadora de los políticos avilacamachistas y los empresarios de la Junta de Mejoramiento. Veámoslo así, más allá de las cuentas imposibles sobre lo que se vendió y lo que costó el metro de tierra entre 1992 y 2004, ahora mismo, el metro de tierra se vende, en el más barato de los casos, a 4 o 5 mil pesos el metro cuadrado; un condominio en La Vista Country Club alcanza los cuatro millones de pesos; un consultorio de 39 metros cuadrados en el proyecto fallido de hospital Star Médica les cuesta a los ginecólogos asociados 550 mil pesos.  Las 30 hectáreas que el gobernador Marín quiere vender por la vía del cambio de uso del suelo –de áreas de preservación ecológica a áreas de vivienda media y residencial--, a un costo mínimo de 4 mil pesos, alcanzan un precio de mil doscientos millones de pesos.

+ Mario Marín mira al sur de la ciudad y también tiene sus planes reformatorios para lo que los políticos llaman el ordenamiento territorial: Valsequillo. Contra lo que pudiera pensarse, este proyecto no cae en las manos de la nueva Secretaría de Medio Ambiente, en donde a ha nombrado a Francisco Castillo Montemayor, el veterano funcionario experto en cuestiones ambientales poblanas y aplicado a ellas desde 1987. Marín nombra a un viejo rival de Castillo en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, Javier García Ramírez, enfrentado con él desde los tiempos del Departamento de Limpia de la ciudad en el trienio de Pacheco Pulido, y le da el control sobre los proyectos estatales para la regeneración de la cuenca del río Atoyac y su podrido lago de Valsequillo. La vida da vueltas y regresa siempre al mismo lugar: el río, los desechos, los planes y las realidades. Javier García no habla mucho, sabe que en la contienda ha ganado el territorio de los negocios públicos, y hadado cuenta de la vieja consigna priista en el Distrito Federal, “haz obra que algo sobra”. Mientras una y otra vez en la prensa local se habla de las compras por personeros de Mario Marín de terrenos en la región de Valsequillo, el secretario de Desarrollo Urbano va dando cuerpo a un proyecto, y no tiene prisa, es hasta marzo del 2008 cuando ante autoridades federales y tlaxcaltecas da a conocer su proyecto del Rescate Ecológico de los Ríos Zahuapan, Atoyac y Alseseca, que tiene el propósito final,  dice,  “de rescatar la presa Manuel Ávila Camacho denominada "Valsequillo". Por supuesto describe el tamaño de la obra pública: se trata de la construcción de 600 kilómetros de redes de agua potable; de 487 kilómetros de redes de alcantarillado, de  159 kilómetros de colectores, 46 Plantas de Tratamiento nuevas y la rehabilitación y ampliación de 8 plantas existentes, en especial las de Puebla. Una inversión, para el estado de Puebla, de 2,707 millones de pesos, de los que ya ha gastado más de 404 millones. ¿Así quién se acuerda del proyecto Angelópolis?

+ Ellos se acuerdan. Al arrancar el gobierno marinista, la nueva dirección del Fideicomiso de la Reserva Atlixcáyotl-Quetzalcóatl, a cargo de Eduardo Macip, un viejo funcionario bartlista, rescatado por Marín en la presidencia municipal, y nuevamente en este gobierno, primero en el Fideicomiso y actualmente en el Soapap, intenta desconocer operaciones realizadas por Melquiades Morales. “Vendieron muy barato”, se les oye decir. Desbarata algunas como la de un grupo que compró legalmente tres hectáreas por la zona del Centro Comercial Angelópolis, con una oferta que no pudieron rehusar, 12 millones de pesos. Enfrentan a un grupo poderoso del Distrito Federal, el de Olegario Vázquez, con su hospital Ángeles a punto de arrancar su construcción sobre un terreno que por su uso corresponde a la planta de tratamiento vecina. Con ellos recularon. Así, sin hacerlo público, descubren que Melquiades Morales ha dejado 60 hectáreas sin modificar el uso de suelo, pero en 30 de ellas existen operaciones comerciales irregulares, el hospital entre ellas. Hay que regularizar, le informan al gobierno calderonista, no puede estar un hospital del tamaño del Ángeles sin escrituras y uso de suelo regulares.

+ Otra de hospitales: cuando todavía nadie habla del Ángeles, aparece  toma cuerpo la construcción de uno de nombre Starmédica justo frente a Liverpool, en un terreno que formaba parte del original territorio de 110 hectáreas de parque metropolitano. La marca es propiedad de una familia Martín del Campo que posee dos más, uno en Morelia y otro en Aguascalientes, y construye un tercero en Mérida. Sus socios son dos conocidos empresarios poblanos, Maurice Gendreau y Miguel Ángel Rivera. El primero de ellos es conocido en el negocio inmobiliario, y es público que ha sido intermediario de Melquiades en compraventas en la zona de Angelópolis; el segundo, hijo de un antiguo propietario de agencias de automóviles (Ford y Mercedes), tiene una fama triste por la contaminación que ha provocado en otros de sus negocios, el de la engorda de puercos. Los tres ofertan un hospital de lujo, con excelencia en cirugía y cardiología, con diez pisos, seis de ellos de consultorios para un total de 240 despachos médicos. 39.5 metros cuadrados, a  450 mil y 550 mil pesos cada uno. En dos meses están vendidos todos. El negocio va viento en popa. Se dice que Martín del Campo ha puesto 25 millones de pesos para el desarrollo, pero no se sabe si sus socios cumplen con su parte. Para el público, lo que está a la vista es un edificio terminado y un hospital que no arranca. Pasan los meses, y luego los años, dos por lo menos. Los Vázquez terminan el suyo, lo inauguran, los consultorios atienden, la moderna construcción, con sus luces que lo alumbran la noche entera, se convierte en un símbolo de la zona de Angelópolis. ¿Y el Starmedica? Ni luces, ni estacionamiento prometido, ni zona residencial aledaña, ni equipo de tomografía de última generación, ni sala de hemodinámica, ni microscopios oftalmológicos. Desaparece Martin del Campo –los médicos asociados afirman que de plano lo echaron del estado--, le cambian el nombre por Hospital Puebla, ofrecen tan solo 22 camas para pacientes y la ridícula suma de dos para urgencias.

+ Al Güero Henaine lo señalan como el prestanombres entre otros de Carlos Peralta, Raúl Salinas y  Mario Marín –con el gobernador, entre otras cosas, del equipo de futbol Puebla--, y ya hasta lo toma a chunga: “Voy a poner una empresa de prestanombres”, dice. En los hechos, aparece como propietario de las 25 hectáreas que Melquiades le dejó al Valle Fantástico cuando le quitó 20 para regalarlas a los regios del Tec. Desde el 2007 ha dicho a amigos y reporteros que el Valle Fantástico no es negocio, y filtra aquí y allá su ánimo de convertir lo que tenía destino de área verde en otro fraccionamiento residencial. Su parque de diversiones –si así hemos de llamarles al regalo de Bartlett a Peralta— no entra en el “proyecto de regularización” marinista con el cambio de uso de suelo de las 30 hectáreas que en la práctica tienen ya otro uso. Pero por ahí quiere colarlo. “A mí por qué me meten en eso”, grita en los escritorios de San Andrés Cholula cuando le niegan el cambio de uso del suelo, luego de la alerta realizada por la delegada federal de SEDESOL Anahí Romero. Y más le grita al director del Fideicomiso, Rafael Moreno Valle, cuando es un hecho que el gobierno federal, recula en su decisión de aprobar los cambios de usos. Pero el funcionario no se inmuta, “le vendieron espejitos” le dice para su consuelo.

+ Al oriente de la ciudad de Puebla, en colindancia con los terrenos de la XV Zona Militar, la familia Bautista ha sido propietaria de un conjunto de terrenos nunca bien delimitados. El nombre de La Calera igual identifica una antigua explotación del material –todavía en uso hasta hace unos diez años--, como una serie de fraccionamientos ligados al ilustre y mal avenido apellido que no deja de aparecer en los gobiernos priistas locales (el bisabuelo Gonzalo Bautista sucede en la gubernatura a Maximino Avila Camacho en los años cuarenta, y el abuelo  Gonzalo Bautista O`farril incendia la ciudad en su guerra contra los universitarios de izquierda en los setenta), ahora con el nieto, Federico Bautista Alonso, exsecretario de Desarrollo Urbano con Melquiades Morales. Nuevamente aparece en el 2008 con un proyecto de construcción de vivienda, esta vez de interés social, y nuevamente se enfrenta a Puebla Verde.

Jardines de la Montaña es el nombre de su proyecto. Y la historia es compleja, e involucra a muchos actores: un área de 169 hectáreas colindantes a la colonia … y al arco oriente del Periférico Ecológico, 70 de ellas totalmente deforestadas, pero con cerca de 50 hectáreas en las que existe un bosque de pino y encino blanco con especies endémicas probadas; un cambio en el uso del suelo (el 24 de diciembre del 2004, por el Ayuntamiento del panista Luis Paredes; un decreto de 1994 del gobierno de Manuel Bartlett que define a la zona como Área Irreductible de Protección Ecológica; unos terrenos tomados por el IPAB por problemas financieros del propietario Bautista; un intermediario, Fernando Morales, hijo del exgobernador Melquiades; un vivo comprador en barata al IPAB, Kamel Nacif, que los revende a diez veces su valor; un asociado a Bautista, Vicente Bortoni, con antecedentes negtivos como constructor por la mala calidad de sus casas;  un segundo constructor, Inmobiliaria SARE, que ha arrancado ya, ahí mismo en el vecindario, otro proyecto de ocho mil casas, para lo que ha dado ya una fianza de 14 millones de pesos a SEMARNAT; un presidente municipal Enrique Dóger al final de su mandato (enero del 2008) en su momento presionado por los desarrolladores que otorga los permisos de construcción para siete mil casas, pero que exige la donación de 50 hectáreas como zona boscosa irreductible y que otorga en custodia a la asociación civil Puebla Verde, como ha acordado con la constructora SARE, para imaginar otro parque metropolitano de cien hectáreas; una delegación de la SEMARNAT dormida en sus laureles, a la que le presentan estudios de impacto ambiental que demandan el permiso para derribar 3,500 árboles con la oferta de plantar 150 mil más, 30 mil de ellos en el polígono de Jardines de la Montaña; un grupo de vecinos del fraccionamiento residencia La Calera, con más de veinte años de existencia y todavía no entregado al Ayuntamiento, que en su momento le han comprado a la propia familia Bautista, y descontentos con la ida de la implantación de quince mil casas de interés social en el vecindario. Buen lío. Y arranca por estos últimos, pues los vecinos se han organizado, han buscado el respaldo civil de Puebla Verde,  han contratado a un abogado especialista en leyes ambientales y han obligado al Ayuntamiento a plantar sellos de clausura en las obras de Jardines de la Montaña.

Dice Verónica Mastretta en entrevista en La Jornada de Oriente del 11 de febrero del 2008: “¿Por qué cuando la ciudad les llega a los bosques, a las zonas verdes, se tramitan los permisos con influencias, y a veces con justificación… ¡y adiós. La responsabilidad de proteger a La Calera es de los tres niveles de gobierno. ¿Cómo le va a hacer el ayuntamiento para dotar de servicios públicos? ¿Cómo le va a hacer la SMRN para vigilar el área protegida? ¿Con base en qué la Semarnat va a autorizar el impacto ambiental? ¿Qué está pasando en La Calera? Originalmente ese espacio tenía un uso de suelo distinto, estaba catalogado como área de preservación ecológica desde hace 15 o 20 años, y todos esos terrenos eran propiedad de la familia Bautista; una parte del doctor Gonzalo Bautista O’Farrill, que ya murió, y la otra de otro de sus hermanos. No tenían ningún desarrollo o construcción de vivienda y menos de alta densidad; sin embargo, en el periodo de Luis Paredes, en la sesión de cabildo del 24 de diciembre del último año que estuvo, se cambió el uso de suelo. Los terrenos del doctor Bautista ya habían ido a dar al IPAB y fueron revendidos a SARE, pero cuando se le revendieron ya se les había cambiado de uso de suelo. El Ayuntamiento de Blanca Alcalá se encontró con unos permisos de un proyecto de construcción de 9 mil viviendas de SARE, pero este proyecto fue reducido a la mitad debido a la presión social de Puebla Verde, de la Comisión Estatal de Ecología, de la misma Comuna y de otros más por el alto impacto que iba a causar en La Calera. Sé que hay otra solicitud para hacer lo mismo, en Jardines de la Montaña, y desgraciadamente la actual Carta Urbana del ayuntamiento de Puebla lo permite. Lo permite porque ya se había hecho el cambio de uso de suelo y en esta nueva carta urbana del ayuntamiento no se está modificando, simplemente se está restringiendo la manera en que se entra a esos espacios. Se les está poniendo a los empresarios limitaciones para derribar árboles, y de estudio de impacto ambiental, nada más”.

+ Así da cuenta la empresa constructora española OHL de la concesión que ha obtenido del gobierno poblano en el 2008 para la construcción y explotación del llamado Libramiento Norte de la ciudad de Puebla: “El 24 de marzo del 2008 se suscribió el contrato de concesión para el diseño, construcción, financiación y explotación del Libramiento Norte de la Ciudad de Puebla. Esta infraestructura dispondrá de dos carriles por sentido y conectará la autopista México-Puebla con las autopistas Amozoc-Perote y  Puebla-Veracruz y permitirá importantes ahorros de tiempo a los usuarios de larga distancia del corredor que une México DF y el Puerto de Veracruz, principal puerto de la costa atlántica mexicana”.

La inversión es de 120 millones de euros, 1884 millones de pesos; son 31.5 kilómetros y tendrá un tráfico estimado de 10 mil vehículos por día. Como la concesión es por 30 años, hagamos cuentas, a un promedio actual de 30 pesos el recorrido: 300 mil pesos diarios, por un año, 109.5 millones de pesos, por 30 años, ingresos por 3,285 millones de pesos. Contra lo invertido, una ganancia de 1401 millones, es decir, 46.5 millones de pesos anuales. Hay quejas de los constructores locales: “La adjudicación no es transparente”, dice el dirigente de la Asociación de Empresas de la Construcción, Sergio Curro Martínez, y lo confirma el líder de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción en Puebla, Claudio Valdez García Teruel. Hay explicaciones oficiales: “No hubo licitación sino un título de concesión, debido a que no habrá un solo peso de inversión pública, sino privada”, dijo el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) estatal, Valentín Meneses Rojas, y se ampara en la Ley de Obra Pública y Servicios Relacionados local y en la Ley General de Bienes del Estado. Así que bienvenida España al rediezcubrimiento de Puebla.

+ Al arranque del 2008, como gran justificación de la venta de las áreas verdes y de reserva ecológica, el gobierno marinista anuncia que el Fideicomiso de la Reserva Atlixcáyotl-Quetzalcóatl tiene una deuda de más de 300 millones de pesos. “Señora –le dice Rafael Moreno Valle Huitrón, nieto del doctor Moreno Valle, gobernador defenestrado en 1971 por Luis Echeverría ante la insurrección popular, y director del Fideicomiso, a Verónica Mastretta, presidenta del Patronato Puebla Verde--, en el Parque del Arte podemos hacer lo que queramos, el parque es del gobierno, tenemos derecho a hacer eventos, sin pagar, el parque es nuestro, pagamos por él”. “Permítame –le responde la ambientalista--, pero el parque es público, el gobierno invirtió recursos públicos, dinero de impuestos, usted no puede hablar del parque como si fuera de su propiedad”.

+ El portal digital e-consulta.com expone en su edición del 18 de septiembre del 2008 lo que encabeza como “Fraude fantástico”: “En casi 400 millones de pesos (200 dólares por metro cuadrado), a través de la empresa Vita Asesores Inmobiliarios, el empresario Ricardo Henaine Mezher trata de vender los 187 mil 207 metros cuadrados que conforman el Parque Metropolitano de la Reserva TerritorialAtlixcáyotl-Quetzalcóatl, cuyo director general, Rafael Moreno Valle Buitrón, se abstuvo de calificar de ilegal la transacción. Sin embargo, de acuerdo con la explicación del funcionario, el gobierno estatal desincorporó del organismo al predio con uso de suelo “preservación ecológica”, con el fin de realizar la “donación honerosa por 99 años” en forma directa con el también concesionario del Aeropuerto Internacional de Puebla (AIP), socio del club de futbol Puebla y dueño del diario El Heraldo de Puebla. Como se recordará, Rodolfo Rivera Pacheco ventiló la operación pretendida por Henanine Mezher en su columna "Al pie de la letra", que se publica en www.statuspuebla.com.mx: “de acuerdo al anuncio que aparece en el Aviso Clasificado del periódico El Universal, el terreno ubicado junto al Tecnológico de Monterrey y que consta, según la fotografía satelital (Google Earth de por medio), de unos 187,207 metros cuadrados, y en el que está instalado el mencionado Parque de Diversiones (Valle Fantástico), está a la venta. De hecho, el parquecito ocupa una mínima parte del “terrenazo".


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