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Notas sobre el Altépetl cholulteca y mesoamericano que el Gobernador Moreno Valle quiere destruir para construir un viaducto elevado

Anamaria Ashwell

Antropóloga y cholulteca



El INAH prohibió recientemente la colocación de parquímetros en Coyoacán porque

 

afectan la visual de ese barrio histórico pero desde Noviembre de 2013 le autorizó al

 

gobernador Moreno Valle la construcción de un viaducto elevado que desde su parte

 

más alta de 20 metros desciende con tráfico de automóviles sobre San Andrés y San

 

Pedro destruyendo en su paso suelos arqueológicos de las culturas indígenas del valle de

 

Cholollan.

 

El viaducto va a destruir memoria arqueológica de las culturas indígenas de la gran

 

Cholollan en zona a menos de 500 metros de la gran pirámide. En un área de grandes

 

monumentos que son las muestras arquitectónicas del periodo de mayor esplendor de la

 

ciudad indígena. Porque todo Uds. deben tener conciencia que estamos aquí porque en

 

estas tierras semiáridas del altiplano, cobijándose en las cercanías de fuentes de agua,

 

al oriente de la cordillera volcánica coronada por el Popocatéptl y el Iztaccihuatl los

 

antiguos cholultecas crearon una de las más impresionantes ciudades, una que en el

 

clásico mesoamericano (circa 600 d.C) rivalizó con Teotihuacan.

 

Hay ironía en el anuncio reciente del gobernador Rafael Moreno Valle que propone

 

invertir alrededor de 400 millones de pesos de dinero público en proyectos sociales

 

para comunidades indígenas en el Estado de Puebla; mientras que aquí, y en un solo e

 

innecesario distribuidor vial, piensa invertir alrededor de 200 millones de pesos para

 

destruir la memoria y el legado indígena de esos pueblos y de la nación.

 

Quiero explicarles someramente algunas cosas.

 

Primero: cuando los antropólogos hablamos de la Cholula mesoamericana que el suelo

 

arqueológico registra no nos referimos al territorio con divisiones político-municipales

 

actuales; y sobre todo hacemos hincapié que Cholula no es solo las inmediaciones de la

 

gran pirámide.




 



El altepétl mesoamericano- término que usaron los cholultecas para la ciudad

 

indígena y que quedó registrado en documentos coloniales desde Siglo XVI ( La

 

HistoriaToltecaChichimeca dice Altepetl Cholullam; ver también Reyes, Cayetano:

 

1976) y que se fue desarrollando desde los primeros asentamientos sedentarios en

 

tiempos del preclásico, aledaños a fuentes de agua, ciénagas, manantiales o ayameles

 

(circa 1300 a.C.)- fue un señorío indígena que se extendió sobre un amplio territorio y

 

persistió así hasta la llegada de los españoles al inicio del Siglo XVI. Solo la zona central

 

de la Gran Cholollan mesoamericana incluía Xoxtla, Coronango, San Pedro Cholula,

 

Tonantzintla. Temoxtitlán y Malacatepec

 

Las tradiciones religiosas actuales de los barrios en las dos Cholulas en torno a la

 

Circular de la Virgen de los Remedios todavía unifica a los pueblos del gran Cholollan

 

y una gran parte de su territorio mesoamericano. (Esta vialidad, sin embargo, por la

 

derrama de tráfico vehicular sobre la 12 Ote Pte rompe la integración ritual y urbanística

 

de tres barrios integrantes de la Circular de la Virgen en San Pedro Cholula: Jesús

 

Tlatempa, Santiago Mixquitla y San Matías Cocoyotla quedan físicamente separados de

 

los otros barrios)



Por eso el subsuelo arqueológico no es solamente el que circunda a los grandes

monumentos ni los zócalos de las dos Cholulas actuales sino uno mucho más extenso que

se ha explorado arqueológicamente solo en partes.

El área de influencia del “gran pueblo” o huey altéptl mesoamericano- centro rector y

tributario donde habitaban autoridades civiles y religiosas- se delimitó, como la posesión

de los terrenos en todo el altepetl, siguiendo tradiciones antiguas que refieren a elementos

naturales como cerros, acuíferos y manantiales e incluso árboles.

La traza del altépetl cholulteca la hemos solo empezado a conocer: a partir del Siglo

XII con la conquista Tolteca-Chichimeca descubrieron los antropólogos y arqueólogos

que fue radial con dos ejes principales que confluían en el centro y sobre la cual se

impuso la cuadricula de los españoles. Entonces sobrevino también con la conquista

el reordenamiento de las antiguas seis cabeceras indígenas basadas en los llamados

calpoleque, las manos y los pies o gente de los barrios en términos castellanizados

que los españoles reagruparían en barrios que con variaciones impuestas por el culto

franciscano de una primitiva Iglesia Indiana en el Siglo XVI se conservan hasta la

actualidad.

Mapa de los barrios

Las dos trazas de la historia de la ciudad, la indígena y la española, permanecían más o

menos intactas hasta que empezó la fiebre modernizadora a mediados del Siglo XX y que

tuvo al automóvil no a la cultura cholulteca ni a los ciudadanos como su preocupación

principal.

La zona que esta siendo afectada hoy por más inversiones a favor del automóvil

corresponde a una zona arqueológica que desde 1969 ha sido solo parcialmente explorada

pero que sabemos es de principal importancia: porque es circunvecina al manantial o

ameyal de San Juan y esta a menos de 500 metros en la base de la gran pirámide.

Todavía en el siglo XVII, en documentos traducidos del nahuatl por Gómez y Macuil,

estas tierras eran referidas como tlatzistli, pequeña propiedad pertenecientes al

tlaxilacaltzin del Sr. San Juan Aquiahuac Pipilitlan, es decir territorio con identidad

étnica y de parentescos de sus propietarios y bajo custodia, por decirlo así, de esta nueva

deidad cristiana como antaño lo fue de deidades prehispánicas. Estas seguían siendo para

los cholulteca hasta el Siglo XVII tierras sagradas.

Hoy sabemos también que la gran pirámide estuvo dedicada a 9 lluvia o a el que llueve

nueve veces Chiconnauhquiahuitl que P. Kirchhoff asoció a un nombre calendárico de

Ehécatl-Quetzalcoatl (ver Kirchhoff, Paul: 1940; 2002)

Y que esta gran estructura y su entorno despliegan los símbolos y religiosidad

relacionados con ciclos agrícolas y rituales dedicados a deidades pluviales.

La gran pirámide misma fue un captador de aguas: una corona de cantaros trasfería por

gravedad hacia la base el agua de las lluvias: las pirámides mesoamericanas, como han

explicado algunos antropólogos gracias al trabajo arqueológico que lo sustenta, fueron

cerros divinizados guardianes de aguas primordiales; lugares de fuerzas y atributos

sagrados en la cosmovisión indígena (Broda. J.1978, 1981; Kirchhoff.P. 2002 entre

otros).

La palabra Altépetl misma significa agua-cerro porque los mesoamericanos, y esa puede

ser una lección para nosotros hoy, reverenciaban el agua porque era la generadora de

vida.

No puedo contarles ahora en detalle del elegante y eficiente sistema de riego y acopio de

aguas que los antiguos cholultecas crearon para abastecer a la población o para ganarle

tierras agrícolas a las ciénagas. Acequias, ciénagas, jagüeyes y hasta 16 ameyales han

sido localizados en Cholula por investigadores en documentos del Archivo de Notarias.

Los mantos freáticos estaban casi en la superficie y especialmente en estas tierras bajas

se drenaban y compactaban tierras para usos agrícolas dando lugar a los primeros

asentamientos desde el preclásico temprano en Cholula: en estas tierras fangosas, como

las describen los documentos coloniales, y en tierras bajas hubo 2000 años de habitación

antes de la llegada de los españoles (ver Man and Land at Prehispanic Cholula. J

Mountjoy; D.Peterson:1973).

Y por eso también nadie debió sorprenderse cuando en 2009, durante la introducción de

un drenaje en la 12 Ote Pte, precisamente en el subsuelo arqueológico donde piensan

anclar esta monstruosidad de viaducto se descubrió una ciudadela, posiblemente un

barrio del pos clásico (circa 1300 d.C) con muestras de construcciones palaciegas y

murales policromados que por negligencia del INAH pero sobre todo por la voluntad

destructora de políticos que gobernaban entonces como gobierna hoy Moreno Valle,

quedó parcialmente destruida.

Ningún arqueólogo que tiene conocimientos de la cultura mesoamericana de Cholula

puede considerar siquiera una intervención a este subsuelo arqueológico para que

transiten más automóviles. Sobre todo cuando hay soluciones modernas, a ras del suelo,

que pueden resolver el tráfico con respeto para los peatones y recogen además la larga

tradición del transporte con bicicletas que los cholultecas usan para movilizarse.

Todos los preocupados por la cultura indígena de México y no solo antropólogos e

historiadores deben pronunciarse porque aquí se está violando el decreto de 1993

que protege a la Cholula indígena mesoamericana porque es patrimonio cultural de la

nación. Así lo ha entendido también el Sindicato de Investigadores del INAH que se

ha pronunciado con nosotros para detener este monumento al coche y a las ambiciones

políticas del gobernador Rafael Moreno Valle.