Puedes mirar el progreso de dos maneras:

Cuando partes un pedazo de pastel ante unos aguerridos técnicos mexicanos que ya son de la familia y que te vitorean mientras tú olvidas por un instante que representas al poderoso grupo Volskwagen-Audi que invierte 1,300 millones de dólares en ese descampado de San José Chiapa --un desierto, lo llamas, un pelagartal diría algún viejo ingeniero de la ciudad. Eres un alemán que declaras a la prensa ese mismo día que los planes de construcción de la planta en San José Chiapa van de acuerdo a lo programado. Eres el Dr. Bernd Martens, el responsable de adquisiciones por el Consejo de Audi, sabes que ya están “a bordo” 130 proveedores, tres de cada cuatro en Norteamérica, por lo que más del 65 por ciento de la generación de trabajos será local, así que puedes decir a la prensa: “Esto va a tener un enorme efecto en el empleo, en diez años aquí habrán 20 mil puestos de trabajo”; o eres Kalus-Peter Koerner, responsable de la producción de la línea automotriz a partir del 2016, y dices “la planta de Puebla marcará el punto en el que Audi construya más carros fuera de Alemania que en casa”.

Eso y más festejas, porque eres un premium car maker. Y sonríes.

Celebración del primer año de presencia de Audi en Puebla. Foto tomada de Fortitude.com (http://fourtitude.com/news/Audi_News_1/one-year-audi-mexico-superb-results-achieved/)

O eres un campesino de Nopalucan asomado al abismo creado por las palas mecánicas y los miles de viajes de camiones materialistas con los millones de metros cúbicos de tierra blanquecina convertidos en esa plancha de dos por tres kilómetros sobre la que ya montan la planta. Para ti no era un desierto. Si en el campo encontrabas tepalcates de los antiguos. Ai juntito está el maicito, dices, azorado, al preguntón de la ciudad:

“Y van a seguir, aquí los de Santa María ya les vendieron toda esta loma que sigue, van a desmontar todo.”


Video El abismo de Audi en Nopalucan, 19 de agosto del 2013. Mundo Nuestro

Pasado y futuro. Nostalgia por lo que fue, festejo por lo que viene. Un agujero y una plancha. Tierra, menos tierra, igual al abismo que quedará para siempre en Nopalucan. Tierra más tierra, la implantación del grupo automotriz Vollkswagen-AUDI en un territorio rural que dejará de serlo. 20 mil empleos, dijo el premium car maker. ¿Llenarán con tanta gente el agujero? ¿Cómo se llamará la ciudad que crecerá alrededor? Expertos en la creación del caos, también lo somos en aquello de los bautizos y el bolo bolo padrino, ¿por qué preocuparse por la forma que tomará el niño cuando le crezcan los huesos?

 Mientras, muy sonrientes, los alemanes construyen su enclave y el gobierno les pone una autopista en la puerta. Los pueblos son pasado, hombre, ¿para qué hablar del desierto?

 

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¿Qué clase de abismo en el tiempo estamos abriendo en San José Chiapa? ¿Cuánto durará ese futuro prometido por el acero de Audi?

Cuento las haciendas en el entorno de los municipios de Acajete, Nopalucan, San Marcos Lara Grajales, Soltepec, San José Chiapa. No son pocas: Pinar San Bartolo, La Venta, La Floresta, Buenavista, San Diego Apapasco, Santa Cruz del Monte, Zoquitzinco, San Juan Sosa, Chapultepec, El Rincón, San Antonio Tamariz, San Miguel Salado, San José Ovando, San Isidro Ovando, Santiago Ovando, San Cristóbal la Trampa, San Luis, Santa Ana Mier, Ojo de Agua, San José Ozumba, San Marcos, el Rincón, Vicencio. Ahí están los cascos. Algunos reconstruídos, otros en ruinas. Sus nombres son bellos, recuerdan una época de carretas, amos y macehuales, de niños charros, de niños labradores.

Todas se fueron. Les pasó una revolución por encima. Habrá que contárselo a los alemanes.



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Pero ahora el tiempo y las cifras vuelan: anunciaron 1,300 millones de dólares. El diario norteamericano The Detroit Bureau habla de 800. No sé si la primera cifra incluye todo lo que el gobierno de Puebla está poniendo. Es severo el abismo de AUDI, lo ignoramos todo. Persigo en internet a los reporteros gringos que llegan al “desierto de polvo” en San José Chiapa.



Foto de http://www.thedetroitbureau.com/2014/05/new-audi-plant-rises-out-of-the-mexican-dust/

 En el mundo de los ingenieros los de AUDI se saben distintos. Y observados por sus pares. Premiun car maker, eso dicen ser. Eso valen sus coches. Klaus-Peter Koerner le dice al reportero de The Detroit Boureau, Paul Eiseinstein, que como primera marca de lujo que se instala en México en todo lo que hagan tendrán los ojos puestos los ejecutivos de Ford, Nissan, Honda, Chrysler, y DE la propia hermana Volkswagen. Así que describe al reportero lo que distingue a Audi: no nada más el just in time con el que los proveedores de autopartes deben cumplir, ahora es el just-in-sequence. Cada pieza entre las miles se acomodarán en el mismo orden que cada auto en la línea de ensamble, y cada pieza deberá corresponder a los requerimientos de cada auto, un convertidor chino para un auto que manejará un chino, un convertidor para el chafirete gringo, otro para la señora que plancha tumbo a Angelópolis la Atlixcáyotl.

Es un abismo el que construyen los ingenieros en San José Chiapa. El orden extremo en nuestro generalizado caos. Y la confianza en su diseño tecnológico, en lo barato de su mano de obra, en la globalización del duty free. Y en las utilidades que le darán a sus accionistas.

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Ir a esa hilera de pueblos sobre la vieja carretera a Teziutlán es asomarse al pasado y al futuro en un momento: imagino los llanos de San Lorenzo Almecatla en donde plantaron los primeros galerones de la Vocho, a un lado de una flamante autopista Mexico-Puebla. Me lo permite el Time Lapse de Google.

 Aquí 1984, y ya han transcurrido veinte años desde la instalación de la planta muy cerca del río Atoyac --el lugar ideal para los desechos químicos--, y a la orilla de  la todavía solitaria autopista.


La planta de Volkswagen en 1984 es ese pequeño manchón blanco de un kilómetro por lado en las afueras de la ciudad de Puebla. No se perciben siquiera en la foto los pueblos de San Lorenzo Almecatla y San Francisco Ocotlán. Tampoco es perceptible la conurbación tlaxcalteca.

Aquí el 2012

A la planta de Volkswagen en el 2012 la metrópoli ya se le vino encima. A la vista el parque FINSA en el costado sur-oriente. Del otro lado de la autopista el garabato de las autopartes. Por todos lados los pueblos y las colonias. El resultado del fracaso de un proyecto de desarrollo urbano industrial que seguramente también inició con inauguraciones y pasteles y festejos y vítores.

¿Qué le depara AUDI a la región de Nopalucan-Lara Grajales-San José Chiapa? ¿Qué mensajes han dado los industriales alemanes y los políticos poblanos que les han abierto brazos y tierras campesinas? ¿20 mil empleos y el caos? ¿Quién es el responsable de reparar en eso?

Suenan las alarmas: a nuestro gobierno.

Abril de 2014. La plataforma de Audi.



Ahí está la foto del satélite. El emplazamiento permite señalar algunas mojoneras del desarrollo urbano industrial que ya le ha cambiado la vida a este territorio de pueblos viejos, haciendas repartidas, ejidos temporaleros y manchones agrocapitalistas, como la propia tierra expropiada y en litigio del rancho Tamariz, de la familia del controvertido y dicharachero empresario Emilio Maurer. La autopista que se construye le pasa por el costado nororiente a la plancha de AUDI, de camino hacia la autopista Puebla-Orizaba; la línea férrea la separa de San José Chiapa. En la punta del poniente ya se ve la terracería que se convertirá en el acceso desde la carretera federal que sale de Lara Grajales.

Los alemanes no quieren a las autopartes junto. Ellos ponen las reglas. Y supongo que también han acudido al Time Lapse para corroborar que con el tiempo la Volskwagen se convirtió en un desgarriate urbano. Así que han exigido al gobierno que no permita fábrica alguna en un radio de diez kilómetros a la redonda de su plancha. Los funcionarios le dieron la vuelta al compás, y en ese océano minifundista y temporalero encontraron el islote de riego con todo y diez pozos de diez pulgadas cada uno. Veo el polígono de arriba a la izquierda en la fotografía. Señalo las 747 hectáreas del rancho Tamariz, cortado en dos por la autopista Puebla-Perote, rodeadas por las tierras ejidales de Máximo Serdán y el tlaxcalteca Ixtenco. Bingo, dicen los gringos: agua y tierra. Y además el congreso a modo. ¡y un solo dueño! El 13 de marzo se aprobaron las modificaciones a la Ley de Expropiación en el estado, con las definiciones de “urgencia e inmediatez” y el derecho a la posesión inmediata por la autoridad expropiatoria. El 31 de marzo a los Maurer les cayó la guillotina.

 

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Pasado y futuro. La historia apenas empieza. Y tiene de todo, pueblo y caos, gobierno y primeras piedras, discursos y plazos; miles de trabajadores que llegan de la nada, viven de garnachas y en la nada duermen; centros de entrenamiento camiones hormigas materialistas, con diputados cetemistas enriquecidos por los bancos de tierra y con sus compadres presidentes municipales se entretienen como empresarios de bailes; funcionarios expropiadores hijos de jueces a los que les caen los amparos; hijos de hacendados a los que los políticos de la revolución institucional priista-panista les aplica su justicia y los deshereda; ejecutivos alemanes rumbo a su enclave vitoreados por los ingenieros del progreso egresados de la BUAP y del Tec de Monterrey.

 

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Leo el nombre del proyecto gubernamental de expropiación: “Infraestructura vial, industrial y de servicios públicos para el desarrollo sustentable del municipio de Nopalucan, en el estado de puebla”. Y por ahí, una de las consideradas causas de utilidad pública: “Que cada región del Estado, de acuerdo a su naturaleza, vocación y competencias, es susceptible de detonar giros específicos, por lo que es necesario adecuar los proyectos integrales de desarrollo a las características de cada región, siempre bajo criterios de sustentabilidad que permitan la preservación del equilibrio ecológico de la Entidad.”

Es un gobierno moderno, no podía faltar la palabra sustentable.

Estoy parado frente al abismo de un kilómetro abierto a las afueras del pueblo de Nopalucan. Aquí el detonador está en la palanca de mando de las palas mecánicas que “integralmente” se han cargado el “característico” equilibrio de la región. Al final de lo que todavía no empieza, el abismo en el que los campesinos miran desaparecer su tierra:




Foto de Mundo Nuestro.