Las señales que lanza un sistema dictatorial no escurren el bulto. Están ahí, para romper la luz que alumbra por las mañanas el tendido de nubes tenues en el oriente de la ciudad, cuando la vida revela sus mejores intenciones e ilumina el cielo en destellos rojos y naranjas para todos los madrugadores.
Pero las señales aparecen implacables, burdas, sin atisbo de componenda navideñas. Sus luces son otras, se prenden en operativos policiacos y administrativos y en manos alzadas en una votación en el congreso. Y deshacen toda idea de concordia y armonía. Y nos recuerdan que es el gobierno de un Estado antidemocrático el que sin simulaciones despoja de ciudadanía a la sociedad en la que día a día amanecemos con la ilusión de que los tiempos para todos pueden ser mejores.
Tres luces dictatoriales esta semana: la imposición por siete años del fiscal de la criminalización de los movimientos sociales (Chalchihuapan y las juntas auxiliares, la pirámide de Cholula y los Xicale, la 28 de Octubre y los Simitrios); la detención del hijo de Simitrio en un templo católico y con los mismos viejos cargos de 1989 (narcomenudeo); y el desmantelamiento del Museo Bello y González para cumplir el capricho del Museo Barroco Internacional.
Este texto simple está dispuesto aquí simplemente para dejar constancia de que hay fechas que no pueden pasar como si no viéramos cómo se apagan esas luces democráticas en nuestro horizonte.
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En el congreso los diputados lo volvieron a hacer: sin pudor alguno, como si los ciudadanos ignoráramos las más elementales reglas de un régimen democrático, y contra todos los reclamos civiles, impusieron por siete años al fiscal de Chalchihuapan, Smitrios, Xicales y presidentes auxiliares. 
El fiscal Carrancá, impuesto por siete años por el mayoriteo de los diputados morenovallistas, que esta vez (y nuevamente) incluyó a priistas y perredistas.
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Por la mañana del miércoles la detención de Xiihuel Sarabia, uno de los hijos de Simitrio, en el templo de San Antonio, en un operativo de judiciales muy preocupados por asegurar que le llegue a su patrón procurador por siete años impuesto por el congreso una nueva recomendación de la comisión de derechos humanos. Y para morirse de risa de ella después en una cantina.
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Saña contra la familia Sarabia y la organización popular 28 de Octubre.
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El desmantelamiento del Museo Bello y González lo cuenta así una reportera en la ciudad de Puebla:
La amenaza se cumplió. Este miércoles inició el desmantelamiento del Museo Bello para convertirse en las oficinas gubernamentales del director del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla (CECAP), Jorge Alberto Lozoya, y alimentar con sus piezas al Museo Internacional Barroco (MIB), el proyecto más ambicioso del sexenio morenovallista. En vísperas de fin de año, una decena de empleados fue despedida de manera injustificada y sin goce de prestaciones, algunos con más de 20 años de antigüedad. Solo continúa trabajando un vigilante y la encargada de despacho Patricia Domínguez Rocabado. Las puertas de lo que fue el primer museo de Puebla permanecen abiertas, pero el acceso es restringido al público en general.
Pero lo ha explicado en su profunda dimensión la Doctora en Historia del Arte Emma Yanes Rizo en Mundo Nuestro:
El Museo de Arte José Luis Bello y González: un patrimonio en riesgo
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“Ustedes no tienen idea de lo que fue el avilacamachismo”, nos decía a sus hijos la señora María de los Ángeles Guzmán allá por los años setenta.
Yo observo el comportamiento de Rafael Moreno Valle. Veo en él concentrados los modos infames y grotescos de Marín, Melquiades, Bartlett, Piña Olaya, Jiménez Morales, los treinta años últimos de mi vida adulta. Y ya entiendo lo que es el avilacamachismo.