Es una guerra en donde hay militares del estado mayor presidencial, granaderos, policías, y personal de vigilancia cuidando la plaza de la constitución en la ciudad de México.
Una semana antes, el viernes los escritores Fabrizio Mejía y Paco Ignacio Taibo II llegaron al Zócalo seguidos por una decena de personas entre ellas los representantes de los medios de comunicación; su intención --y logro-- fue abrir el cerco amurallado de la plaza para que los libros se ganaran el espacio público.
#CercoDeLibrosEnElZocalo fue el grito de guerra en las redes sociales y fue tal la presión de los cibernautas que la feria por fin se instaló del 16 al 27 de octubre.
Todas las calles para llegar a la Feria Internacional del Zócalo están vigiladas por cámaras y militares y policías. Al cruce con el Eje Central hay Federales con su traje azul, recargados sobre las bardas de los comercio. Con sus escudos y cascos apilados en el suelo. Miran con ojos de águila a la gente, intentan adivinar si tras las mochilas hay maestros de la CENTE con intenciones de dar batalla por el Zócalo.
Un empleado de una tienda de ropa sale y les pide a los granaderos que se alejen de la entrada de la tienda ya que asustan a los clientes y no entran. El granadero lo mira con cara incrédula y se mueve un milímetro a un lado.
La gente camina rumbo a la feria del libro, hace como que no ve a la policía, es como otro día cualquiera, los hombres y mujeres que simulan ser estatuas doradas o plateadas están a lo largo de la calle de Madero. Y cuando menos uno se lo espera otro grupo de granaderos pero esta vez su uniforme es negro, una cuadra antes de llegar a la plaza, colocados estratégicamente. Por si llega el enemigo.
Y por fin el objetivo la Feria de libro en el Zócalo de la Ciudad de México, hermosa. Los libros tomaron el espacio público. Algo que suena a pleonasmo un espacio que no es público pero que representa la libertad de decir lo que se piensa.
Las carpas perfectamente colocadas en un diseño simétrico dentro del Zócalo, blancas. Las editoriales solo llegaron y colocaron sus libros, esta vez no se preocuparon por colocar el estand. En la esquina de Madero un grupo de cristianos aprovechaba el caudal de gente para intentar convencer de su palabra.
Dentro el mundo de los libros, abundante, libre. Están presentes las editoriales conocidas y otras inimaginables por conocer.
El palacio de gobierno está cuidado a los costados por carpas separadas de la feria por murallas metálicas de más de un metro. En ellas se ven militares que entran y salen. Algunos de ellos de dan su vuelta en parejas por la feria. Sería un suicidio tratar de llegar al palacio con tanta vigilancia. A la derecha de palacio nacional el edifico de gobierno de Distrito Federal, cuidado en todo su frente por granaderos. No sé, la de malas.
Pero la plaza es de los libros, autores, lectores y monjes vestidos de naranja que han tomado el frente de la calle 16 de septiembre bailan y cantan con una alegría que contagia a los presentes, algunos de ellos se han colocado un sombrero de charro. Alrededor se ha juntado la gente y toman fotos y les aplauden.
También los monjes aprovecharon el espacio para difundir sus ideas.
Entre las carpas colocaron un pequeño espacio para sentarse y disfrutar de un libro o una pareja o ambas. Los asientos y maceteros son de madera reciclada de esos que tienen los contenedores. Pero esta vez la han barnizado. La gente se sienta acuesta o bien se toma fotos con la catedral o palacio de fondo. 
Y luego en medio de las carpas del centro de comando de la batalla por los libros, las carpas de presentación de autores. En ellas hay un austero estrado, con una manta alusiva a la feria, varios arreglos florales de rosas, margaritas y orquídeas que llenan la carpa de un olor romántico, limpio, fresco. La sala de los tres Carlos: Monsiváis, Montemayor y Fuentes tiene unas doscientas sillas.
Ahí se realizó la inauguración por la mañana del miércoles 16 de octubre, aún están las calcomanías pegadas a los asientos con la palabra "reservado" la gente las despega y se sienta cómodamente a escuchar a Álvarez Garín, Paco Ignacio Taibo II y a muchos autores que pasan por el estrado sin parar.
La estrategia de guerra de los autores de libros es embriagar y enamorar a los visitantes con sus palabras de libertad; sus palabras son fáciles, sus oraciones son estructuradas en perfecta armonía. El objetivo militar es llevar al lector fuera de sus fronteras físicas, permitir que la libertad llene su pensamiento con nombre, países, anécdotas, experiencias de vida, amores, temores, alegrías. Pero sobre todo con esas frases tan peligrosas para el gobierno federal como "ganar espacios", "lo logramos estamos en el Zócalo", viajé toda la noche para defender esta feria…"
Las presentaciones transcurren una tras otra, los temas van desde el movimiento del 68, los viajes de un diplomático colombiano, los poemas de Tomás Segovia. 
Fuera de las carpas los policías y militares se pasean entre la gente, se dejan ver, uno que otro se coloca en la puerta de las carpas -me acordé de las fotos del 68 cuando los estudiantes tomaban clase con un militar aportado en el salón -no fuera que se rebelaran otra vez.
La tarde hermosa, el cielo limpio, la luna de octubre se deja ver entre la bandera de palacio nacional, el paisaje se vuelve una postal, la gente se toma fotos, el clima favorable para la feria. Hay pocos visitantes, tal vez todavía hay miedo -se han visto golpizas de granaderos a civiles en los medios-
Sin embargo todavía faltan movimientos estratégicos que desarrollarán la orquesta filarmónica de la ciudad de México; los cuentos de Mario Iván Martínez; algunas mesas redondas y sobre todo las charlas con autores tal vez esas son las que más frases e ideas liberadoras formulen.
El Zócalo se lleno de libros y de gente que utiliza la palabra como arma para la libertad, esta vez en la guerra por el zócalo y hasta el 27 de octubre la batalla la ganaron los libros.
(Fotos de Mariana Rita Ramírez)
http://www.feriadellibro.cultura.df.gob.mx/