• Martín Barrios
  • 25 Abril 2013
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Por: Martín Barrios


Las condiciones laborales en Confecciones Rahel de Altepexi
 

En esta ensambladora de pantalones trabajaban alrededor de 250 personas, entre obreros y empleados de la empresa, mayoritariamente de Altepexi,   pero también hay costureras  de Santa Cruz, Nativitas, San Pablo, Pantzingo entre otros pueblos del Valle de Tehuacán.

Las jornadas de trabajo se encontraban establecidas fuera de cualquier disposición establecida por la legislación laboral; de hecho, trabajar en esa maquila significaba laborar más de 16 horas diarias continuas y con sólo una hora para salir a todo prisa en bicicleta, micro o corriendo para que los obreros fueran a su casa y comieran rápidamente y regresaran de nuevo a las líneas de ensamble.

La industria maquiladora de la confección que en Tehuacán ya cumplió cuarenta años de experiencia. Siempre se ha caracterizado por el uso intensivo de su mano de obra, pero con Nissim Tourkya las cosas van un poco más allá, es el equivalente a trabajar en una hacienda porfiriana en esta época de modernidad y globalización: maquileros como hacendados que se sienten dueños de la vida de los obreros, y capataces que llegan a golpear y agredir a sus vigilados como hace cien años.

Dos ejemplos:

“Cerraban la puerta a las nueve de la noche y no te vas. Si quieres, y si no, sácate a chingar a tu madre nos decían los encargados” comenta una obrera manual.

“Había hora de entrada pero no de salida” secunda otro trabajador.

Esta empresa se dedica a fabricar prendas de mezclilla para el mercado juvenil femenino, aquella fibra de algodón que hiciera famosa la imagen la marca Levi´s como prototipo de lo que es un “pantalón vaquero” o unos “blue jeans”; una prenda que se diseñó para el trabajo rudo de los obreros estadunidenses y que ahora,  para satisfacer las demandas de la moda  se ha convertido en un símbolo de lo que a nivel mundial se le conoce como “sweat shop” o taller de sudor o explotación o simplemente la maquila o la maquiladora.



“A las semana teníamos que entregar una producción de 18 mil 200  prendas, luego aventaron la producción a 24 mil queriendo pagar lo mismo y en diciembre aumentaban la producción a treinta mil con la misma paga”, nos ilustra un trabajador entrevistado.

Este año el salario mínimo general en esa entidad se tabuló a  $61.38 y salario mínimo para un costurero es de $ 59. 39 si se trabaja en una fábrica, taller o maquiladora establecida y  $81.53 para los que costuran a domicilio. Cantidades insuficientes para la sobrevivencia de cualquiera.

“Los salarios dependen de la producción y qué tanto te dejes esclavizar. Yo entraba a las 9 de la mañana y salía a las dos de la mañana del otro día. Yo cerraba costado de pantalón y por ejemplo, a veces en la mañana no nos pasaban prendas o no había trabajo y en las tardes teníamos que sacar la producción a la de a huevo”, nos comenta un operario con experiencia, pero de apenas treinta años de edad.

¿Cuánto ganabas en esta maquiladora, le pregunto?

“Yo ganaba 500, a veces 900 pero salía con 700 por los  descuentos.

“Mi tarea variaba mucho. Trabajaba de 8 de la mañana hasta las nueve y si  les urgía nos cerraban las puertas hasta que sacáramos su producción y nunca me pagaban las horas extras”, nos comenta otra operaria.

En la mayoría de empresas no se cuenta con reglamentos internos de trabajo ni contratos colectivos y cuando llegan a existir la gente no los conoce, esto en gran parte por la complicidad de los sindicatos corporativos o charros de la estructura del PRI como las centrales CROM, CROC y CTM, que invariablemente trabajan en contubernio con los patrones mediante contratos colectivos de protección patronal como ejemplo de su eterna y natural corrupción, de manera tal que las maquiladoras imponen una serie de descuentos salariales como retardos, faltas, incapacidades u otras circunstancias absolutamente arbitrarias y sin sustento en la ley.

“A ellos no les importaba, si les urgía un corte se tenía que sacar a la una o dos de la mañana. Y si llegas tarde, te venían tus retardos y descuentos, de 20 o 30 pesos,  o 200 pesos a la semana.”

Como uno de ellos trae una playera deportiva le pregunto si juega futbol en sus ratos libres ya que es común que en muchas maquilas de la zona existan equipos de los obreros que en algunas ocasiones traen el nombre de su maquila como patrocinador y me contesta “¿A qué hora?”. “Esta playera era cuando estaba trabajando en otra empresa, ahí si me daba tiempo para hacer vida, aquí no tienes vida”.

“El único tiempo libre era los sábados después de las siete y los domingos después de las seis y sólo podemos dormir”, concluye.

Una práctica común en todas las maquiladores es que nunca cumplen con las prestaciones de ley como aguinaldo, vacaciones y prima vacacional, y cuando llegan a pagar estos derechos lo hacen de manera fraccionada, incompleta o por pagos.

“El aguinaldo lo pagaban en partes, la primer una semana y el resto a la siguiente. Una parte en diciembre y la demás la pagaban en enero, si veían si regresaba la gente y si así era entonces pagaban el resto”, nos comenta otro trabajador de Confecciones Rahel.

El trabajo infantil es un fenómeno enorme en la zona de Tehuacán, decenas de cientos de niños y niñas trabajan en la maquila desde los 10 u 11 años en adelante. Trabajan lo mismo que un adulto y reciben la mitad del salario. Esta situación viola obviamente la Ley Federal del Trabajo (LFT) que regula el empleo de menores, ya que sólo está permitido que laboren debajo de los 18 pero como límite hasta los 16 años, que tengan permiso escrito de sus padres y tutores, que no trabajen en lugares riesgosos para su salud, peligrosos, indebidos como cantinas o que no hagan trabajos pesados y en horarios nocturnos y con certificado médico que determine que pueden trabajar.



“Yo tengo catorce años y entré en enero, era manual, recogía bolsas y encuarte, me daban 500 a la semana; ya trabajando la máquina me daban 750, usaba la sencilla y me tocaba la misma jornada de todos”, nos platica una muy joven nahua que se encuentra en el plantón que actualmente tienen los trabajadores para evitar que vuelvan a sustraer más maquinaria de la fábrica y quien está con sus compañeros y compañeras luchando contra su patrón en busca de una indemnización conforme a derecho.

A la Secretaría del Trabajo y Previsión Social le corresponde hacer  las inspecciones correspondientes para evitar el trabajo de menores conforme a la LFT, pero nunca lo hacen.  Sólo tienen oficinas en Puebla y sus inspectores brillan por su ausencia en la zona. La Secretaria de Competitividad, Trabajo y Desarrollo Económico, del gobierno de Rafael Moreno Valle, tampoco hace valer la ley al respecto. En Tehuacán éstas dependencias sólo funcionan para instrumentar el Servicio Nacional del Empleo y dar cursos de peluquería y de costura entre otros oficios.

Un niño de pelo corto de pantalones de mezclilla y tenis, al que le dicen sus compañeros adultos “El Nenuco”,  nos cuenta: “Tengo 13 años, ya no me acuerdo cuando entré a trabajar”. Otra trabajadora presente en la entrevista le ayuda, “Hace un año”.  Nenuco continúa: “Me tocaba hacer traba (las tiras en la cintura del pantalón por las que se pasa el cinturón), entraba a las nueve de la mañana y salía a las dos de la mañana del otro día, de lunes a domingo y aquí también trabajan dos de mis hermanos”.

Otros que  nunca hacen nada son los inspectores del IMSS. Cuando detectan menores de edad es común que les avisen a los patrones con los que están coludidos, y a los niños o niñas o pubertos los esconden en azoteas, baños, bodegas o los sacan por la puerta trasera para que no sean vistos.

Algo común en la mayoría de las empresas son las situaciones de acoso u hostigamiento sexual contra las obreras. Confecciones Rahel no era la excepción, y la situación tomó tintes públicos cuando en 2010 muchas trabajadores denunciaron en los medios locales el acoso de los encargados y capataces de Nissim Tourkya en la planta de la Colonia Santa Cecilia en Tehuacán.  Señalaron  a Nestor García, un altepexano ladino y patronal, alias “El cacarizo”, como uno de los principales hostigadores; este hombre hace unas semanas fue despedido  cuando los contadores de la empresa le cayeron alterando las nóminas y ordeñando las rayas de los trabajadores.

Otra situación que hacen ver los trabajadores es que los baños de la maquiladora no servían, y el hedor flotaba hasta las líneas de producción, algo insoportable. Como la nave industrial era rentada, Nissim Tourkya nunca se preocupó por invertir en mejorar las condiciones de su propio negocio.

¿Consideran que las condiciones laborales en otras maquilas son mejores, similares o peores  que en ésta?

 “En otras la presión es menor, y a nosotros nos conocen en la  región como los esclavos de la Coca porque antes esto  era un depósito de Coca-Cola y por eso se le quedó así”, dice a manera de conclusión otro costurero.


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