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La ciudad cholulteca mesoamericana, el altepetl Cholollan, no se conformó en el sentido occidental de una ciudad. Solo la palabra altepetl que utilizaron los cholultecas para describir la ciudad indígena  en documentos coloniales de principios del Siglo XVI da cuenta del complejo y multiétnico territorio que en 1581 Gabriel de Rojas llamó Tullam Cholullam Tlachihualtepetl (ver Gabriel de Rojas: Descripción de Cholula; C. Reyes: 1976.) Ese territorio cultural, el altepetl Cholollan mesoamericano, comprende en la actualidad trece municipios y a más de 53 pueblos.

 

Las raíces etimológicas de esta palabra son de esencia para comprender la integración cultural del valle cholulteca que hoy se muestra dividido solo geopolíticamente (en cabeceras municipales y  juntas auxiliares): al significa agua y tepetl quiere decir cerro.

 

El altepetl Cholollan fue entonces el territorio donde los dioses donaban la vida (el agua que da vida) a los pueblos atendiendo a su vez a cada grupo étnico y sus necesidades y dirigiendo sus “acatamientos y reverencias” como decía fray Toribio de Motolinía (Memoriales: 1555) a un lugar central: al hueyaltepetl o el centro rector o regional que presidía sobre todos los pueblos y barrios periféricos. El hueyaltepetl de Cholollan fue así el espacio central donde los cholultecas consagraron a sus gobernantes civiles y religiosos y el lugar donde erigieron los templos a las deidades tutelares en tiempos mesoamericanos. Este espacio sagrado y las obligaciones religiosas que allí se cumplían determinó el radio de influencia, es decir el espacio físico y de relaciones socio-económicas integradas- del altepetl; le otorgaba además a todos los pueblos del altepetl cohesión cultural, composición y funciones colectivas. La Historia Tolteca Chichimeca (HTC), documento pictográfico bilingüe en nahuatl y chocho-popoloca de la región de Cuautinchan y del Siglo XVI registró varios otros nombres prehispánicos para la ciudad hasta que en el  Siglo XVI esa antigua Cholollan convertida en corregimiento español fue bautizada con el nombre de Cholula. Cholullam Tlachihualtepetl , el hueyaltepetl o “gran pueblo” mantuvo sin embargo su distinción como centro rector cuando los españoles congregaron su área de influencia cultural y religiosa ( aldeas, pueblos, villas y ciudades) y mantuvieron como pueblos dependientes del corregimiento de Cholula a los pueblos tributantes del periodo prehispánico (Ver Paul Kirchhoff:1947; M. Nolasco:1973; P. Carrasco:1973, J.Broda: 1978 entre otros).

 

El espacio central y ritual desde el cual irradiaba la cultura religiosa de los pueblos cholultecas mesoamericanos por lo menos desde 200 a.C (con la construcción del primer templo que los arqueólogos bautizaron como “La Conejera”) son los suelos en torno a la gran pirámide actualmente en límites territoriales municipales entre San Andrés y San Pedro Cholula. A partir del Siglo XII con la inauguración del horizonte cultural tolteca en Cholula ese centro ceremonial se desplazó de las inmediaciones de la gran pirámide hacía el espacio que hoy ocupan el templo de San Miguel el Grande y el conjunto conventual de San Gabriel en San Pedro Cholula. Allí estuvo localizado el templo a la deidad tutelar de los cholultecas, Quetzalcoátl, y de este horizonte cultural. Las tributaciones, ofrendas y peregrinaciones dedicadas a las deidades de la lluvia sobre la gran pirámide, el agua cerro que fue erigido sobre el ayamel de San Juan Aquiahuac (el mismo nombre del barrio en san Andrés) sin embargo, nunca se interrumpieron como lo ha podido documentar la investigación arqueológica (Ver Messmacher: 1967; Matos Moctezuma: 1967, Marquina: 1939-1951). Este entorno sagrado prehispánico fue reinterpretado a partir de la conquista espiritual cristiana en el Siglo XVI y toda su carga simbólica, religiosa y cultural la preside hoy la Virgen de los Remedios cuya imagen de bulto los españoles y la orden franciscana entregaron a los cholultecas y ellos la adoptaron como su Patrona. Desde su Santuario en la cima de la gran pirámide Ella sigue reuniendo en la cima de la pirámide a más de cuarenta y cuatro pueblos (de los 53 del Siglo XVI) que integraban el antiguo altepetl prehispánico. Los pueblos de la gran Cholollan acuden entonces por más de mil años a tributar y demostrar su fe, accediendo a la cima de la pirámide, desde los cuatros puntos cardenales con rituales que corresponden a lo que los mayordomos de la virgen llaman “Bajadas”. A pesar de la mezcla étnica, de la reinterpretación cultural, la violencia de la conquista y la catástrofe demográfica después de la conquista los cholultecas mantienen hasta el presente sus rituales sobre esos suelos sagrados en entorno a la gran pirámide. Circunstancias históricas e identidades étnicas, sin embargo, dieron a la habitación en los pueblos cholultecas características de divisiones espaciales muy arraigadas. Los pueblos se subdividen en diversos espacios habitacionales que se conocen actualmente como “barrios” (ver P. Carrasco: 1971; M. Nolasco: 1973). Los cholultecas más que de este u otro pueblo o de esta parcialidad o ciudad se definen como “hijos de barrios”. El origen se puede rastrear al tiempo prehispánico cuando la pertenencia a calpulis o clanes endogámicos en cuanto a  territorio definió la habitación de los cholultecas en sus pueblos. Esa identidad espacial diferenciada persiste hasta la actualidad. Pero también la de una identidad colectiva porque si bien no son poblaciones homogéneas étnicamente la conquista y la relación colonial los unificó y agrupó en un solo estrato de “indios” en oposición a los españoles y otras castas coloniales.

 

No se puede sino enfatizar que los pueblos cholultecas tienen su origen e múltiples etnias prehispánicas. La HTC identifica una veintena de pueblos que llegaron a la conquista de Cholula después del Siglo XII (ver Krickeberg; P, Kirchhoff, C. Reyes). Aquí ya habitaban pueblos provenientes del Golfo de México y que las crónicas nombras como olmeca xicalancas u olmeca uixtotin nonoualca. Hay siete etnias (totomiuaques, quauhtinchantlacas, texcaltecas  o tlaxcaltecas, malpantlacas,  acolhuas, tzauhteca y zacateca) que la HTC describe además como pueblos que asistieron en la conquista tolteca chichimeca de la antigua Cholollan y que emigraron al valle desde el norte. Y son once etnias, en asentamientos espaciales distinguidos en el Siglo XVI,  que quedaron subsumidos como “toltecas” así como los mixteco-popolocas bajo el nombre de Colomoccatl o Colomochco  y asentados en San Andrés Cholula. Las lenguas de la gran Cholollan también fueron múltiples; algunas que hemos identificado son el mazateco, chocho-popoloca, otomí, totonaco además del mixteco y el nahuatl. Quiero decir con esto que este mundo plural y mestizo que es hoy Cholula lo fue también en su tiempo mesoamericano. Un territorio multiétnico cohesionado, sin embargo, por una religiosidad que mantuvo unido el centro y la periferia y que decidió la vocación comercial centralizada, como su religiosidad, en el hueyaltepetl. Fray Diego de Duran no pudo sino notar en el Siglo XVI  la extraña vocación del valle cholulteca y de sus pueblos (“extraña costumbre” dijo) porque peregrinaciones religiosas y comerciales se mezclaban en los días de tiánguiz en el hueyaltepetl. Y le sorprendería aún más saber que hoy esa “extraña costumbre” persiste cuando llega la temporada de lluvias o se acaban las secas y la fiesta de la Patrona Remedios congrega a sus peregrinos en un enorme y festivo tiánguiz y de todos los pueblos: cada uno acude con su identidad regional propia y todos vuelven a sentirse cholultecas en el entorno de los suelos sagrados de su Santuario.

 

El 26 de agosto de 2014 el gobernador de Puebla con la complicidad de los dos alcaldes de San Pedro y San Andrés entregó al INAH planes para intervenir estos suelos sagrados construyendo allí un parque comercial para turistas. Uno que coloca casetas para acceder al lugar, impone cemento y construcciones sobre suelos de inmenso valor arqueológico y elimina el libre tránsito de los cholultecas al santuario de su patrona Remedios. Antropólogos, arqueólogos, historiadores y ciudadanos del gran Cholollan, con peticiones de amparos y con escritos en medios de comunicación, hemos solicitado la cancelación de este proyecto porque nos despojan de cultura y suelos sagrados no solo a los cholultecas que vivimos aquí sino porque atenta contra suelos y usos que son patrimonio cultural de la nación.

 

 

La pictografía de la portadilla que ilustra este texto fue tomada de la revista Arqueología Mexicana, del texto Códice de Cholula, de Xavier Noguez:

 

 

Esta pictografía, al igual que el Códice Xólotl procedente de Texcoco-Acolhuacan, muestra un meritorio esfuerzo de combinar datos históricos y de cartografía en un mismo discurso gráfico. Su contenido gira alrededor de la definición territorial del hueialtépetl (gran ciudad) cholulteca y la “exaltación testimonial de un linaje indio”, aquellos que se convertirían en gobernadores de esta muy importante población, después de la conquista hispana. El personaje clave es la fundadora de un nuevo linaje, conocida bajo el nombre de doña María Ilamatecuhtli Marcelino de Mendoza, del tecpan (casa o linaje noble) de Tenanquiyáhuac-Yaotianquiztenco. Doña María estuvo casada con Quetzalcoatzin, gobernante de Cholula al momento de la primera confrontación con los españoles en 1520. Otros personaje que desempeña un papel relevante en el discurso mitohistórico de la pictografía es un fraile español llamado Gabriel de Santa María. Fray Gabriel tuvo como labor “trazar” las estancias e impulsar y cuidar la elaboración del códice. En su anverso la pictografía muestra el mapa de un territorio amplio alrededor de Cholula; en su reverso se registró un área más restringida. Glosas cortas en lengua náhuatl acompañan a la mayoría de los dibujos.

Se cree que pictografía, hecha en papel amate, se elaboró entre 1586 y la primera mitad del siglo Xvii.