• Emma Yanes
  • 22 Agosto 2013
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Por: Emma Yanes

 

Han pasado unos días desde la publicación del proyecto de reforma energética que promueve el gobierno de Enrique Peña Nieto. Una semana después, de la mano de Cuauhtemoc Cárdenas, el PRD presentó la suya, que confirmó su negativa a cualquier cambio constitutucional --particularmente del artículo 28, que de llevarse a cabo la reforma que promueve el PRI permitiría la venta a particulares de refinerías y generadoras de electricidad--. Cárdenas propuso también una consulta pública, a la que se niega también el gobierno priista.

En ese marco, Mundo Nuestro se propone --como ya lo hiciera la semana pasada--, atender a la memoria histórica como un recurso que permita plantear este obligado debate desde una perspectiva de largo plazo que contemple el papel fundamental que para el Estado mexicano ha jugado el petróleo, particularmente para el desarrollo de una industria nacional. Y lo haremos en las próximas semanas en paralelo del seguimiento que esta discusión provoca en la vida pública nacional.

 Tal es la historia del ingeniero Ismael Reyes Retana rescatada por la académica Emma Yanes. Este testimonio de la explotación petrolera en los terrenos nacionales como los que ocupaban las líneas férreas, y la presión de las compañías extranjeras al gobierno mexicano, da una idea del proceso que llevó finalmente a la decisión del presidente Lázaro Cárdenas que expropió la industria petrolera para los mexicanos.

Es la memoria crítica que debemos impulsar para no perder PEMEX.


Ismael Reyes Retana, un estudio de caso*. 

Ismael y la revolución 

El ingeniero Ismael Reyes Retana nació en mayo de 1885. Es en su juventud un muchacho alto, robusto, inquieto, educado en los buenos modales y en respecto a la Constitución que le inculca su padre, el senador porfirista Tomás Reyes Retana. Un buen hijo, según los parámetros de la alta sociedad. Estudia la carrera de ingeniero agrónomo en la Escuela de San Jacinto, en la capital. Se gradúa en 1907. Aprende ahí el potencial de México como país agrícola y la importancia del desarrollo tecnológico para satisfacer las necesidades nacionales. Ser un ingeniero al servicio de la patria se vuelve su obsesión.

      Su padre, orgulloso del talento de Ismael, lo manda a estudiar a Boston, en los Estados Unidos, una especialidad en ingeniería. Ahí lo sorprenden los vientos revolucionarios de México. Democracia: Libertad. No reelección. México para los mexicanos. Reflexiona sobre esto último y considera que realmente no puede haber desarrollo de la ingeniería nacional si los mexicanos no toman realmente el país en sus manos.

       En 1910 Ismael regresa a México. Decide abandonar las comodidades de la casa paterna y unirse al movimiento revolucionario. Antes de la toma de Ciudad Juárez se presenta ante Pascual Orozco con su saco, su corbata, los zapatos bien boleados y su habitual elegancia y le comenta que “Quiere incorporarse a su filas, no por resolver problemas de estómago, sino realmente atraído por los ideales de Francisco I. Madero”.

      En vano intenta convencerlo de lo contrario el senador Reyes Retana, amigo personal de Porfirio Díaz. Su hermano David, en cambio, toma partido por la causa del general Bernardo Reyes, de quien será secretario particular.

     El 21 de mayo de 1911, Ismael es hecho prisionero por los propios revolucionarios, quienes erróneamente lo involucran en el complot de Félix Díaz y Bernardo Reyes para asesinar a Francisco I. Madero. Entonces el Apóstol de la Democracia se disculpa personalmente con Ismael y lo nombra Teniente de Artillería. --¿Qué hace este “roto” aquí?, se preguntan los alzados una y otra vez. Ven con envidia el pantalón planchado a raya de Ismael y con sorpresa la propiedad con que se dirige a sus subordinados, hasta que  descubren sus habilidades como ingeniero. Sabe, sobre todo, mantener en buen estado el armamento.



Del lado derecho, de corbata, Ismael Reyes Retana, 1911.

 

         Continúa del lado maderista hasta los trágicos sucesos de 1913. Se une después a las fuerzas de Venustiano Carranza. Un hombre, le parece, dispuesto a construir un país nuevo, propio.

Carranza y el petróleo

       Venustiano Carranza estuvo particularmente atento a la cuestión del petróleo. Tomó medidas, que entonces parecieron extremas, para regular el uso del suelo y limitar la expansión de las compañías extranjeras, así como el volumen real de su producción y determinar con base en lo anterior, su correspondiente pago de impuestos. Uno de los técnicos responsables de esa actividad, será justamente Ismael Reyes Retana, quien, bajo el cargo de Inspector Técnico y Fiscal del Petróleo, recorre las principales zonas de “oro negro” en la República, tomando notas y especializándose en el trabajo de taponamiento de pozos, en caso de que fueran comercialmente incosteables o invadidos por aguas saladas.

       En 1915, Ismael contrae matrimonio con Mercedes Ribero, una mujer hermosa y culta con la que procrea, a lo largo de su vida, once hijos.

       En esos mismos años, 1914-15, los ingenieros mexicanos que trabajaban en los Ferrocarriles Nacionales de México proponen a la dirección de la empresa –fundada en 1908--, utilizar el derecho de vía para la explotación del petróleo, ya que los Nacionales de México eran una empresa bajo el control del Estado. Y así abastecer a las locomotoras de vapor de su propio combustible.

     Como se sabe, el 1917 se promulga el artículo 27 de la Constitución, el cual subordina los derechos de propiedad a las necesidades del país. Deja en manos de la nación el dominio directo de los depósitos del subsuelo, incluido, desde luego, el petróleo.

    De 1917 a 1919 siguen funcionando las Inspecciones Técnicas del Petróleo. Ismael guarda sus apuntes como un tesoro. Venustiano Carranza es asesinado en 1920. Ese mismo año Ismael se autoexilia en Nueva York.

Los Ferrocarriles Nacionales de México y el petróleo.

Ismael regresa a México en 1922, cuando el nuevo director de los Ferrocarriles Nacionales de México, Ocaranza Llano, retoma la propuesta de los ingenieros ferroviarios sobre el uso del derecho de vía, de propiedad federal, para la extracción del petróleo. Se crea entonces en los Nacionales de México, el Departamento del Petróleo. Luego se constituye inicialmente para abastecer a los ferrocarriles de combustible la empresa estatal Control de la Administración del Petróleo Nacional, en la que se invita a participar a Ismael Reyes Retana como responsable de la localización, explotación de pozos y dirección de los trabajos de campo. En esos mismos años Ismael idea el Tapón Nacional Reyes Retana para la obstrucción de pozos, con patente en agosto de 1924.

El pozo Ferronales número 20, obturado con el tapón nacional Retana, en 1925.

      Para entonces, basado en su experiencia anterior, Ismael ya tenía, según su propio testimonio “una idea muy exacta de las distintas estructuras petroleras de México”, información en la que se basa la nueva empresa para localizar las regiones que cruzaban por los yacimientos de petróleo en las zonas federales con derecho de vía. El procedimiento resulta un éxito.     

      A partir de 1925 se perforan pozos a lo largo del derecho de vía de la Ciudad de México a Tampico. En ese primer año, por ejemplo, la empresa del Control perforó 23 pozos, de los cuales seis de ellos resultaron comerciales, con una producción de 22,136 barriles. Durante año y medio, la empresa entregó a los Nacionales de México, 13,000 barriles de petróleo que consumían en su sistema. Además se vendieron excedentes a otras compañías como la Standard Oil  Co. Por dichas ventas ingresaron a la empresa $33,270.00 pesos. Ingresos que se entregaron a la nación.

      En 1926 el Control ocupaba ya el segundo lugar en la producción petrolera del país, sólo utilizando el derecho de vía y sin afectar la propiedad de las compañías extranjeras. De 1925 a 1927 dicha empresa entregó al fisco 400 millones de pesos por concepto de explotación del petróleo.

     Sin embargo, hacia 1928, las presiones de los Estados Unidos en defensa de las compañías extranjeras obligaron al gobierno de México a inhibir la producción petrolera en las zonas federales. Y el Control deja de ocupar el papel relevante de años anteriores. Ese año Ismael Reyes Retana deja la empresa. En 1930 recibe un certificado de la Secretaría de Industria y Comercio en el que se hace referencia a los millones de barriles de petróleo que había obtenido México en los pozos perforados por su persona.

Al centro, a la derecha, el ingeniero Ismael Reyes Retana, en el pozo Ferronales número 20, 1925.

 

Ismael Reyes Retana, agrarista del subsuelo.  

      En los años treinta Ismael escribe una columna para el periódico El Universal  en la que insiste en la importancia de que el país cuente con el dominio directo sobre el petróleo. Incluso propone el establecimiento de una gran industria nacional para tal efecto y la paulatina eliminación de las compañías extranjeras. Es acusado por otros columnistas y en cartas a la redacción de “agrarista del subsuelo”. No obstante, Ismael mantuvo firmemente su posición.

      Como se sabe, en 1938 el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó el petróleo. La historia anterior parece ser un antecedente importante que ha pasado desapercibido. Salvo contados familiares y amigos, pocos recuerdan el desinteresado y exitoso esfuerzo del ingeniero Ismael Reyes Retana y la empresa Control de Administración del Petróleo Nacional, por la aplicación del artículo 27 de la Constitución, en los azarosos años veinte.

    Una historia, la suya, que aún hoy en día permanece perdida entre artículos de periódicos e informes de gobierno. Ismael vivió con sencillez el resto de su vida. Murió en enero de 1954.

 

*Este artículo fue publicado por primera vez en la revista México en el Tiempo, número 26, 1998.




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